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SISTEMAS ETICOS


Enviado por   •  25 de Junio de 2014  •  3.313 Palabras (14 Páginas)  •  282 Visitas

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SISTEMAS ÉTICOS

LA ÉTICA MARXISTA

Carlos Marx, fue un filósofo alemán del siglo pasado cuyo pensamiento ha tenido una honda repercusión en lo político y en lo económico, pues su concepción del hombre constituye una interpretación de la historia de la humanidad.

Su filosofía está constituida sustancialmente por una antropología, por una teoría de la historia y por una teoría de la sociedad. Y como esta última se reduce a su estructura económica, todo desemboca en una teoría de la economía.

Marx es un continuador de Hegel. Obtiene de este, la idea que el motor que impulsa la evolución de la humanidad es la tríada dialéctica: el conflicto entre dos opuestos (tesis y antítesis) del cual resulta el surgimiento de un tercero: la síntesis, que es la resultante.

Así, del conflicto entre la clase de los señores feudales y los campesinos, ha surgido una nueva clase social: la burguesía. Esta nueva clase social, que es dueña de los medios de producción (fábricas, maquinaria, etc.) se enfrenta en la actualidad al proletariado, (los obreros de las fábricas). Del enfrentamiento de estos, que Marx ve como inevitable, se producirá un nuevo estado: la sociedad sin clases, sin explotados ni explotadores.

Marx recoge el pensamiento dialéctico hegeliano, pero a diferencia de éste, Marx no es idealista sino materialista. Piensa que lo principal, lo que origina los conflictos entre los hombres es la lucha por lograr los medios de supervivencia: el alimento, el trabajo, las condiciones materiales de la existencia. Esto es lo que condiciona sus ideas y su conciencia, y no al revés.

Por eso, para Marx, la infraestructura económica o sea, las condiciones de producción de una comunidad, y las relaciones que entablan los hombres por estas condiciones, es lo que determina las ideologías que imperan en esa sociedad, y las leyes. Osea, que la superestructura ideológica (filosófica, religiosa, política, jurídica) es una consecuencia de las condiciones de producción. Afirma que si no existiera la propiedad privada las leyes que prohíben y condenan el robo no existirían.

Su filosofía está encaminada a promover y dirigir el esfuerzo de liberación de la clase obrera frente a la sociedad burguesa que se había ido formando como consecuencia de la revolución industrial. Defiende una filosofía, que partiendo del hombre tienda a transformar activamente la realidad. Por eso la acción, la praxis revolucionaria forma parte integrante de esa filosofía que no se agota en la mera elaboración de conceptos, sino que exige la puesta en marcha, la acción: “los filósofos, hasta ahora han tratado de interpretar el mundo; ya es hora de transformarlo” .

Marx parte de una concepción del hombre como ser social. La esencia de lo humano no se da en su conciencia o su interioridad; el ser del hombre existe en sus relaciones externas con los demás hombres y con la naturaleza que le proporciona los medios para subsistir. Estas relaciones con los demás hombres están dadas por las formas de trabajo y la producción que existen en cada cultura.

Para Marx, la diferencia esencial entre el animal y el hombre está dada por la capacidad humana de producir sus propios medios de subsistencia. El hombre es capaz de reproducir su propia vida material. Es el creador de sí mismo gracias a su trabajo. Pero en esto, no solo reproduce su vida material (alimento), sino que también, por medio del trabajo, el hombre crea su modo de ser, su capacidad de expresión y la realización de sí mismo.

Para Marx, todas las especies se caracterizan por realizar una determinada actividad: la construcción de nidos, madrigueras, diques, etc. Pero el hombre es capaz de crear, de inventar y de reproducir la actividad de todas las especies. Mientras el animal produce por necesidad, el hombre produce en libertad, y es capaz de crear, dándole a cada cosa la justa medida. Por eso es capaz de producir la belleza.

En su trabajo, en su actividad vital, el hombre se vincula con los demás hombres y con la naturaleza.

La historia del hombre es la historia de las relaciones de producción, las cuales van variando y sustituyéndose unas a otras: el trabajo asalariado ha sustituido a la esclavitud.

En esas relaciones de producción, en el trabajo, interviene todo el hombre: con sus necesidades, con su razón, con sus conocimientos, con sus intereses y con su actividad práctica. El hombre se proyecta en sus obras, y estas determinan su conciencia. La conciencia (actitud contemplativa, moral, religiosa, filosófica) es el reflejo de su actividad productiva y de sus necesidades materiales.

Marx hace una crítica a la condición inhumana a que se ve reducido el obrero: la de generar capital con su trabajo. En compensación recibe un salario que solo le alcanza para reproducir las energías gastadas y mantenerse vivo. El valor real de su trabajo es muy superior al salario que percibe. Esta diferencia, llamada “plusvalía” es ganada por la empresa, y así va creciendo el capital.

Por eso es que el hombre contemporáneo está enajenado: las máquinas, que son simples instrumentos de la actividad productiva humana, se han transformado en fines, a los que se subordina el propio hombre. El hombre no usa las máquinas, sino que es usado por ellas.

El capital no está al servicio del hombre, sino que el sacrificio y las energías de muchos hombres son puestos al servicio del crecimiento del capital.

Además está enajenado porque su natural creatividad, se ha visto reemplazada por un trabajo tedioso y mecánico que le agota las energías inútilmente, para el beneficio ajeno. El hombre ya no quiere crear: solo desea no hacer nada. Ha renunciado a su verdadera esencia.

El hombre proyecta su vida en su trabajo, pero el producto no le pertenece. Su vida tampoco.

Según Marx, las ideologías enmascaran esta situación: la religión promete la felicidad de una vida después de la muerte para los pobres y desdichados. Por eso le llama “el opio de los pueblos”.

Como ser social que es, el hombre debe actuar, y debe hacerlo colectivamente. Solo liberándose mediante la revolución podrá liberar su conciencia.

La revolución salvará no sólo a la clase obrera de este estado de opresión, sino que desembocará en una sociedad sin clases, con lo cual se salvará toda la humanidad.

Selección de fragmentos de “Manuscritos” (de 1844):

“Ciertamente el trabajo produce maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador. Produce palacios, pero para el trabajador chozas. Produce belleza, pero deformidades para el trabajador. Sustituye el trabajo por máquinas, pero arroja a una parte de los trabajadores a un trabajo bárbaro, y convierte en máquinas a

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