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Educacion


Enviado por   •  25 de Junio de 2015  •  1.708 Palabras (7 Páginas)  •  147 Visitas

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Celebrar el aniversario de la promulgación de la Carta Fundamental con una fiesta de la instrucción primaria es no solo una idea digna de aplauso, sino de consecuencia rigurosamente lógica del carácter y del espíritu de nuestras instrucciones.

El sufragio popular es la base del sistema representativo democrático, la instrucción pública es el medio eficaz de hacerlo practico sinceramente, de consolidarlo en el espíritu del pueblo y de encaminarlo hacia el bien y la prosperidad nacional. Los pueblos analfabéticos se comprenden bajo el régimen opresor, como en aquellos vastos imperios autocráticos del oriente que nos describe la antigüedad estupefacta, o monarquías europeas de los siglos pasados. En aquellos tiempos en estos sistemas el rey y el oligarca eran los dioses dispensadores de la vida y de la muerte, el hombre, el pueblo y todo el que había nacido abajo del trono, o fuera del círculo de los privilegiados, era solo el creyente, el esclavo, el instrumento ciego de la ambición impulsora de la fuerza brutal.

Apenas se conciben el colegio sacerdotal, donde la ciencia se envolvía en misterios y se traducía en jeroglíficos para educar a los cómplices de los dominadores del Egipto, de la Asiria y de Iram, o el convento de monjes inspiradores del monarca y los mercaderes dueños del oro y del poder. El silencio y la obediencia constituían el programa de aquella educación intelectual y moral; la ignorancia era la cadena con que estaban atados los pueblos a la voluntad de sus señores.

Cuando los pueblos son los depositarios de la soberanía, el hombre viene a formar parte de esa conectividad que ejercen las antiguas funciones reales y las ejerce no arbitrariamente, sino conforme a las leyes y en armonía con los principios conservadores de la humanidad. No se pueden comprender que no sea instruido; entonces deben abrirse para él, en su niñez, en su adolescencia, en su juventud y aun en su edad madura, los gimnasios, los liceos y las academias.

Por lo cual es indispensable derramar la luz por dondequiera, a torrentes, sin intermisión, sin descanso, porque el ejercicio de la soberanía exige un trabajo constante, porque bajo régimen en que se hallan en acción todas las libertades humanas, cuando éstas no están dirigidas por un criterio ilustrado. O conducen al abismo de la anarquía, o son fácilmente explotadas por la astuta perspicacia del despotismo.

El gobierno de Pueblano solo hace esfuerzos extraordinarios para elevar el rango que debe ocupar en un pueblo culto; no solo ha fundado una Escuela Normal de Profesores, que es un modelo y que honra al general Bonilla y a mi sabio maestro Guillermo Prieto, que la fundaron, sino que ha hecho más: antes que ningún estado de la Republica, antes que la Federación misma, ha proclamado un principio augusto, un principio fundamental de la democracia: pero que no había sido inscrito por los constituyentes del 57 ni por los constituyentes de los estados en la Carta Federal, ni en las Cartas Locales. Este principio es el de la ¡instrucción primaria, gratuita, laica y obligatoria!

En efecto, ¿Por qué lo habían omitido los filósofos autores de la Constitución de 1857? ¿Por qué los demás?

Es extraño en quienes deberían abrigar la creencia de que la instrucción primaria difundida en la masa del pueblo era y es el medio más eficaz que comprender, de amar y de afirmar las instituciones liberales. Pero ciertamente para los que sepan que esta verdad tan sencilla como incontrastable ha luchado y lucha todavía con preocupaciones inveteradas, aun de parte de los mismos demócratas. Se ha llegado a creer que la obligación, impuesta a los padres de familia, de instruir a sus hijos, y la sanción penal consiguiente coartaban la libertad individual.

En la República Francesa, ha proclamado y realizando todas las aspiraciones de la democracia moderna, la instrucción primaria obligatoria ha encontrado obstáculos, y el primero de ellos ha consistido en esa objeción paradójica, más aparente que seria.

El distinguido liberal francés, conferenciando acerca de la instrucción en una democracia, decía en el Havre, en Marzo de 1880:

Se ha hecho mucho ruido con motivo de esta obligación. Se ha hablado con esa hipocresía melosa, agradable a cierta escuela de la libertad del padre de familia. Nada tiene que hacer aquí, y esto se advierte muy pronto, a medida que se considera la cuestión de más cerca. Ya que existen dos especies de padres: aquellos que cumplen con su deber, y que no se quejaran de que se les imponga por la ley una obligación que llenan voluntariamente, y los que no lo hacen así: ¡y en favor de estos últimos se hace tanto ruido!

El gobierno de Puebla no se ha detenido ante obstáculos que deben vencerse rápidamente y con valor. Fuerte con su convicción democrática, confiando en que el porvenir y el criterio público le harán justicia, inscribió ya como un principio legal el de la instrucción primaria obligatoria, y su ejemplo no ha tardado en ser seguido. La Cámara de Diputados de la Federación ha iniciado ya como reforma a la Carta fundamental el mismo principio, y la nación, no debemos dudarlo, lo aceptara dentro de poco tiempo.

Este tiene el honor de haber resuelto una cuestión de grave trascendencia, de haber mejorado los cimientos de nuestro edificio constitucional, poniendo, en vez de la piedra deleznable

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