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HISTORIA DE LA EDUCACIÓN

anniel14 de Septiembre de 2012

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En la época medieval no se conservaban a los hijos en el hogar propio, se les enviaba a otras familias para que permanecieran ahí durante un tiempo determinado, en ese tiempo aprenderían los modales de un caballero, un oficio o asistían a la escuela a instruirse en las letras latinas.

En ese ciclo todos los trabajos domésticos eran realizados por los niños.

Durante la época medieval los padres, después de haber conservado en el hogar durante los siete o nueve años a sus hijos (edad en la que los niños se separan de la madre para ir a la escuela o para integrarse en el mundo de los adultos), se colocan a los jóvenes en casas de otras personas para el servicio ordinario, donde se quedarán unos siete o nueve años.

Estos jóvenes que realizan todos los trabajos domésticos durante el tiempo mencionado, recibían el nombre de aprendices.

En ese tiempo se confundía el servicio doméstico con el aprendizaje. El muchacho aprendía con la práctica, y esa práctica no se limitaba a una profesión. Toda la educación se hacía pues mediante el aprendizaje, pues hay que ver en este aprendizaje una costumbre difundida en todas las clases sociales, ya que para parecer buen educado, no era suficiente saber comportarse en la mesa, como hoy en día, sino además saber servirla.

Esta transmisión de aprendizaje no daba espacio a que los chicos asistieran a la escuela. En realidad, la escuela latina se dirigía únicamente a los clérigos, a los que hablaban latín, se presentaba como un caso aislado, reservado a una clase muy particular. El aprendizaje era norma común, incluso los clérigos enviados a la escuela, estaban frecuentemente confiados de pupilos, como los demás aprendices a un clérigo, a un sacerdote; a quien servían.

En ese tiempo no había distinción entre el trabajar y el aprender.

La escuela del trabajo no existía, el trabajo era la escuela, en donde los aspectos intelectuales de los jóvenes iban creciendo.

Para que los adolescentes pudieran ser aprendices se exigía que fueran nacidos de matrimonio legítimo y que no tuvieran precedentes penales.

Para ingresar a un trabajo se hacía un contrato, en donde asistían como testimonio dos expertos de aquel arte.

La duración del contrato era de cuatro a diez años y se podía prolongar si el aprendiz no pagaba por la enseñanza que estaba recibiendo.

Según el contrato, el aprendiz se convertía en una especie de propiedad temporal del maestro, el cual podía venderlo o alquilarlo a otros maestros, pero solo por causas de fuerza mayor.

Por otra parte, también se tenían en cuenta los derechos del aprendiz: los miembros de la comunidad del arte estaban obligados a hacer aprender el oficio al aprendiz, si su maestro moría antes de que se hubiera cumplido el período de aprendizaje.

En caso de que el aprendiz se alejara del maestro sin despedirse, por locura o por cualquier otra cosa, tres veces, el maestro no debía aceptarlo, tampoco ningún otro del mismo oficio; ya que el aprendiz era aceptado para aprender el oficio, si huía unos meses olvidaba lo que había aprendido y esto perjudicaba y hacía que el maestro perdiera el tiempo.

Pero también el maestro debía tratar al aprendiz de manera honorable, como hijo de gente de bien y si no lo hacía, el aprendiz se buscaría otro maestro.

Al final de su tiempo de servicio, el aprendiz debía haber aprendido su oficio completamente; y para convertirse en maestro debía servir durante dos o tres años en el grado intermedio de oficial.

Como había de suponerse las mujeres solían quedar excluidas, por ejemplo:

Una viuda de un maestro no podía tener aprendices, ella podía heredar los privilegios de maestría de su marido,

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