Historia De La Educacion
Enviado por aleccia • 9 de Mayo de 2013 • 20.421 Palabras (82 Páginas) • 296 Visitas
Historia de la educación
Resúmenes De La Historia De La Educación
Época Colonial
Familia y Educación
En todo tiempo la familia ha sido el agente educador universal y es la labor docente una de las facultades y responsabilidades propias de la vida familiar. En el siglo XIX, los estados nacionales declararon su competencia exclusiva en el proceso formativo de la juventud, frente al antiguo dominio de las instituciones eclesiásticas, la participación de la familia en el proceso educativo pareció quedar igualmente marginada, puesto que la institucionalización de la enseñanza relegaba a un segundo plano la función socializadora, espontánea y no especializada de la comunidad doméstica. Hoy se reconoce la importancia de la familia en la formación psicológica, en el desarrollo de las capacidades individuales y en la estabilidad emocional de los individuos. La educación no es privada de sociedades con un alto nivel de cultura literaria ni de estados con organismos administrativos complejos. Todos los pueblos, a lo largo de la historia han tenido alguna forma de educación. Las culturas mesoamericanas dieron gran importancia a la difusión de creencias y de normas de conducta, esenciales para la consolidación del poder político y de las solidaridades comunitarias. Los españoles llegaron a un páramo cultural; pero tampoco cabe engañarse al imaginar que trajeron consigo proyectos educativos libres de prejuicios. Frailes virtuosos y prudentes humanistas podían confiar en las virtudes redentoras de la educación, pero ambiciosos, fanáticos e ignorantes conquistadores echaban por tierra, día a día lo que los otros construían. El ámbito de la educación formal novohispana puede dar una imagen de relativa homogeneidad y de adhesión a los modelos europeos: la gramática latina y los libros de Aristóteles y Cicerón se difundían en el virreinato del mismo modo que en las demás escuelas del orbe católico, y el espíritu de la Contrarreforma determinaba las formas de religiosidad y las actitudes hacia el conocimiento; pero en las calles y en los hogares, incluso en los púlpitos y confesionarios, la realidad americana se imponía y recreaba sus propias tradiciones, sus propias normas y costumbres. La identificación de los agentes educadores que actuaron en la Nueva España y de los medios que emplearon, dentro y fuera de las aulas, la interpretación de sus mensajes y, sobre todo, la respuesta de los educandos a la acción pedagógica, debe contribuir a enriquecer la comprensión de nuestro pasado, así como a explicar las diferencias profundas entre los habitantes de las zonas rurales y los vecinos de las ciudades. Ya que a lo largo de los trescientos años de dominio español los indios constituyeron el grupo mayoritario, pese a las epidemias que redujeron dramáticamente su población, es indudable la importancia de su influencia en la educación novohispana. Por una parte se deben tomar en cuenta supervivencias en creencias, actitudes y costumbres locales, con las variaciones propias de diferentes regiones y tradiciones. Por otra, el proyecto educador de la corona española se orientó a la evangelización, educación y progresiva asimilación de los naturales a los patrones culturales cristianos e hispánicos. En toda situación colonial se da una relación pedagógica entre conquistadores y conquistados. Los dominadores no sólo tienen el poder sino también el conocimiento, ellos saben qué cosas deben hacerse y cuáles evitarse, en que forma comportarse y cuáles son las funciones que corresponden a cada individuo dentro de la escala social. Los españoles estaban convencidos de la superioridad de su cultura y consideraban que la transmisión de sus valores era una generosa dádiva que otorgaban a los incivilizados aborígenes americanos. Por ello, como principio general, todo español era maestro que podía enseñar mediante la palabra o con su simple presencia como modelo de comportamiento. De esta convicción partía el objetivo común a la educación formal e informal: cristianizar a los indios, pero no sólo por el bautismo o por la memorización de los dogmas y oraciones, sino por la asimilación de costumbres y prácticas de la vida civil y religiosa. Frente a la diversidad de estructuras y costumbres familiares, y en contraste con la variedad de rutinas cotidianas, existió un modelo familiar, propuesto por la Iglesia, aceptado por las autoridades civiles y valorado por la gran mayoría de la población, incluso por quienes no vivían de acuerdo con él. Las reglas de convivencia familiar incluían las uniones conyugales y las relaciones con los hijos, sin que hubiera prescripciones relativas a obligaciones con los padres, abuelos y el resto de la parentela, que tan importantes fueron en el México indígena y en la España medieval. Según lo determinado en el concilio de Trento, los padres contraían la obligación de velar por la crianza y educación de sus hijos, así como a éstos se les exigía corresponder con amor y respeto. Las mezclas étnicas y culturales propias de la sociedad novohispana, propiciaron la diversidad de costumbres familiares y la despreocupación en el cumplimiento de las leyes canónicas y de las ordenanzas civiles. Sobre la tradición prehispánica pesó, pues, tanto el ideal de la familia católica, difundido por los religiosos, como las costumbres medievales aún imperantes entre muchos de los recién llegados y, en todo caso, la frecuencia de las transgresiones. El ordenamiento del espacio urbano impuso de manera contundente la jerarquía de dominio y sumisión que correspondía al sistema político y social. El mensaje pedagógico se inculcaba indeledeblemente en la mente de los vecinos de la capital: por más que el catecismo dogmatizase sobre la igualdad de las almas, la realidad mostraba que los hombres eran diferentes, que la diferencia significaba superioridad de unos sobre otros y que a cada quien le correspondía un diferente lugar en la vida. Al igual que el espacio, el tiempo de la ciudad fue regulado por las normas religiosas y civiles. Desde los campanarios de conventos y parroquias se convocaba a la oración, al trabajo o al descanso, y el calendario litúrgico advertía de las devociones correspondientes a cada festividad. En la mayor parte de los hogares, las tareas culinarias eran casi siempre ocupación de las indias, quienes introdujeron el maíz, la calabaza, los frijoles y el chile en la cocina de las familias españolas, en las que se mezclaron con condimentos, guisos y productos antes desconocidos en América. Los utensilios de hierro y cobre alternaban con las tradicionales ollas de barro, todavía presentes en las cocinas mexicanas. La misma síntesis que imperaba
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