Ideología de Marx
Enviado por yelith • 30 de Noviembre de 2013 • 943 Palabras (4 Páginas) • 363 Visitas
Fuente: “La Razón”, 20 de Febrero de 2000, página 6.
El texto que he elegido para comentar es un artículo de opinión publicado en La Razón el día 20 de Febrero de 2000. La sección en que se ubica lleva el nombre de El marmolillo y se titula Sobre las campañas electorales. Lo firma el sociólogo Amando de Miguel.
Voy a intentar explicar el artículo desde uno de los conceptos implícitos en la evolución que experimenta la noción de ideología en el pensamiento de Marx. Me refiero al aspecto propiamente político (también social y económico, que se derivan del propio método de análisis de Marx) de la ideología: la ideología como expresión de los intereses de la clase dominante y, por lo tanto, como visión deformada de la realidad.
Obviamente, en esta nuestra sociedad postindustrial y tardo-capitalista, resulta difícil señalar y delimitar un grupo social concreto que se halle detrás de las manifestaciones intelectuales dominantes (en este caso, los medios de comunicación de masas), pero tal vez podamos realizar el procedimiento inverso y, mediante el humo, descubrir donde está el fuego, es decir: del hecho observable de que los medios de comunicación de masas ofrecen una visión unívoca de la realidad (sin entrar en la discusión de si se ajusta mucho o poco a ella) podemos deducir que existe algún grupo o grupos sociales que comparten un conjunto de intereses igualmente unívocos.
El artículo en cuestión podría muy bien ejemplificar lo que en la tradición marxista se ha llamado prensa burguesa. Confluyen en él argumentos clásicos de ideología conservadora refundidos con opiniones propias de las teorías del fin de las ideologías.
Para comenzar, en el primer párrafo, Amando de Miguel da por supuestas varias cosas. Una de ellas es que los electores están perfectamente informados de los programas políticos de los partidos que concurren a las elecciones y, en función de ello, están también completamente convencidos de cuál va a ser su opción a la hora de votar; de todo ello, concluye que las campañas son inútiles. El carácter ideológico de esta primera afirmación está precisamente en la tercera opción, que se omite: se plantea que, o bien el elector ya está informado, o bien, si no lo está, la campaña no va a aumentar su información. No se le pasa por la cabeza la idea de que, tal vez, la campaña no tenga la finalidad de informar de los diversos programas de los partidos y fomentar así la elección racional, sino más bien lo contrario. O la ingenuidad o la sagacidad de este columnista son supinas, pues ¿cómo no se percata de que el ingente gasto de los partidos en la campaña ha de responder a algún interés concreto y no a mero capricho? Y ese interés es, precisamente, ganar el voto de los indecisos, cosa que, por otro lado no tiene mucho que ver con la información que se les suministre.
Si queremos ajustarnos estrictamente a la consideración
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