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LOS PUEBLOS PRERROMANOS: LA HISPANIA ROMANA


Enviado por   •  29 de Noviembre de 2015  •  Resumen  •  6.835 Palabras (28 Páginas)  •  796 Visitas

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LECCIÓN 2. LOS PUEBLOS PRERROMANOS. LA HISPANIA ROMANA.

  1. La España prerromana del último milenio a. C. (Introducción, íberos, celtas y colonizadores mediterráneos.

La Península fue conocida como Iberia por los griegos, llamando iberos a sus habitantes; más tarde conocieron a otros pueblos en el norte y el centro, quedando el nombre de ibero para nombrar a los habitantes de la zona mediterránea. A este pueblo de supuesto origen africano habría que añadir, según la visión tradicional, las invasiones de otras tribus del norte de Europa, los celtas. La fusión de ambos grupos daría lugar a los celtíberos en el centro peninsular.

Pero esta interpretación ya no es aceptada respecto a los iberos como pueblo africano invasor por los hallazgos arqueológicos. Tarradell afirma que los íberos son un complejo cultural de los pueblos indígenas de la zona mediteránea bajo el influjo de colonizadores griegos y fenicios. Ibero no sería un pueblo o raza diferenciada sino una forma de civilización y cultura común a varios grupos étnicos diferentes.

Las invasiones célticas se iniciaron en torno al año 1.000 a. C. en la zona pirenaica. Los celtas eran un pueblo indoeuropeo. Estas gentes desarrollaron la cultura de los túmulos (forma de enterramiento) en la Edad de Bronce; más tarde, cambiaron sus costumbres funerarios dando lugar a la cultura de los campos de urnas (incineración), quizás éstos fueron los primeros en llegar a España desde la zona del Rhin. Luego vendrían otras invasiones: en el siglo VIII a. C. la primera Edad del Hiero (Cultura de Hallstatt) y el siglo V a. C. la segunda Edad de Hierro (Cultura de la Tène). Estos pueblos se asentaron en torno al valle del Ebro y la mitad norte de la Meseta, dando lugar en la primera zona a una actividad agrícola, y en la segunda pastoril y agraria (cereales). Surge así una cultura de los Castros o de los verracos, por sus monumentos zoomórficos (Toros de Guisando). En Galicia también florece una cultura céltica castreña, en especial a partir del s. V a. C. con posibles conexiones meseteñas.

También comenzaron a llegar a la Península los pueblos comerciantes del Mediterráneo oriental. Los fenicios, tras enriquecerse con el tráfico de la plata, llegaron a Iberia y África (fundaron Cádiz, Málaga, Adra, Almuñécar). Cádiz fue su establecimiento más importante (Estrabón dijo que era la ciudad más poblada después de Roma), sus yacimientos más antiguos se encontraron en Almuñécar. Fue un pueblo dedicado al comercio centrado en la plata, el oro y el cobre; también desplegaron una actividad pesquera y desarrollaron una industria textil. Tuvieron grandes preocupaciones religiosas, influyendo con su orientalismo en la zona meridional.

Otros en venir fueron los griegos, quizás tanto por sus inquietudes comerciales como por su superpoblación y falta de tierras. Eran expertos marinos. Su llegada se sitúa en torno al s. V-IV a. C., momento en que se generaliza una economía monetaria (lo que supone desarrollo de la banca y apogeo industrial), y por otro la talasocracia ateniense y el florecimiento de ciudades griegas en el Mediterráneo occidental. Sobre el 800 a. C. fundaron Rosas, comenzando a viajar por el interior del Mediterráneo y sus islas (Schulten la llamó vía interinsular). En España destacan Denia y Ampurias (Marsella fue la más importante).

  1. 2.  Los pueblos de España (Norte, franja central, área ibérica y pueblos meridionales en especial Tartesos).

La Península estuvo habitada, dada la diversidad étnica, por un mosaico de pueblos, con distinto desarrollo cultural; y esta será la situación cuando lleguen los romanos. Podemos distinguir cuatro zonas:

Pueblos del Norte.

Estrabón, griego natural de Asia Menor de la época de Augusto, escribió una Geografía, que es una fuente fundamental de información, estableció un estadio similar de civilización en la zona norte peninsular, englobando a: galaicos, astures, cántabros y vascones (este término acabó denominando al conjunto de tribus vascas).

Sus formas de vida eran rudimentarias. Habitaban en castros o pequeños poblados; cultivaban la tierra y recolectaban frutos naturales, destacando la bellota (con ella hacían harina para producir pan). Conocían las propiedades medicinales de las plantas. Su diversión favorita era la danza en las noches de plenilunio. Creían en un dios de la guerra al que sacrificaban hombres y caballos (era una religión politeísta donde no faltaban los augurios). Practicaban la guerra de guerrillas y las emboscadas, destacando la caballería astur.

Zona Central.

En la Meseta central encontramos dos pueblos principales: los celtíberos en la parte oriental y los vacceos en la occidental. Más al sur se sitúan otros grupos menores: carpetanos, oretanos (al este) y vetones (al oeste). Éstos vivieron en poblados y hasta en pequeñas ciudades fortificadas. Tenían una economía pastoril (encontramos esculturas de animales en esta zona, tanto pudieron servir como demarcación o/y con función protectora de carácter sagrado).

Los celtíberos, strictu sensu, fueron el pueblo que ocupó la parte oriental de la altiplanicie. En las zonas montuosas, en torno al 600 a. C., encontramos a los beribraces, pueblo de pastores, nómada y feroz, y de posible raíz celta. Los celtíberos basaban su economía en el pastoreo y en la guerra (apoderarse de ganados). También desarrollaron la siderurgia tanto hacer armas como aperos. En la zona de Numancia hubo actividad agrícola (trigo y cebada, que utilizaban para fabricar una cerveza llamada celia). No faltaban los tejedores de lana.

Los celtíberos debieron ser gentes hospitalarias en la paz por principios religiosos y de valor y dureza proverbiales en la guerra. Se dejaban fascinar por jefes y caudillos, a quienes se vinculaban como clientes y devotos.

Los vacceos se asentaron en lo que hoy es Tierra de Campo. Fueron un pueblo agricultor. Sus excedentes de trigo originó la codicia de sus vecinos cántabros y astures. Pero también realizaron las actividades pastoriles. Practicaron una especie de colectivismo agrario, mencionado por Diodoro de Sicilia y comentado por Joaquín Costa. Parece que dividían los campos cada año, trabajando luego las parcelas sorteadas y poniendo la cosecha en común, entregando a cada uno lo necesario para su sustento. Algunos han visto en esto un precedente del comunismo o de la socialización agraria. Caro Baroja, discrepa de esta interpretación, observa, por el contrario, la existencia de estrato sociales diferenciados y de una casta dominante.

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