MAQUIAVELO
Enviado por mcandelahardoy • 17 de Febrero de 2015 • 1.763 Palabras (8 Páginas) • 272 Visitas
Maquiavelo
Maquiavelo o la política sin misión religiosa
Presentación:
Expuso su doctrina en El Príncipe y en los Discursos, un ataque hábilmente camuflado que dirige al pensamiento tradicional. El tema central de El príncipe es caracterizar al nuevo gobernante; y el de los Discursos, la posibilidad de revivir antiguas virtudes. El príncipe es la presentación de la doctrina de Maquiavelo dirigida a los príncipes efectivos y el de los Discursos son la presentación de la doctrina dirigida a los príncipes en potencia.
Maquiavelo presenta en cada uno de sus textos una doctrina que es substancialmente la misma, desde dos puntos de vista que pueden describirse provisionalmente como el punto de vista del príncipe efectivo y de los príncipes en potencia. La reflexión tiende a probar que la moral del hombre común, inspirada sin duda en la enseñanza de la iglesia, no tiene nada que ver con las virtudes que hacen la grandeza de los príncipes.
El azar gobierna el mundo y en un mundo donde reina el azar no puede haber otro orden que aquel impuesto por arbitrio humano. Este es el papel de la política. La vida interior no existe y solo el temor domina las pasiones del hombre. Construir el artilugio capaz de imponer ese orden para que en vez del miedo anárquico reine un pavor ordenado, es la misión del príncipe.
Maquiavelo y nuestro tiempo:
Cuando el sistema religioso de nuestra civilización desaparece, desaparece también el orden impuesto a los apetitos por el amor de Dios. Se pierde el dominio de las pasiones y cada día resulta más difícil hacer respetar una autoridad que el fuero íntimo no reconoce como tal. La política es cada día menos politeia, en el sentido griego del término, y se hace más policial como lo entendió Maquiavelo.
Para Maquiavelo “entre el poder y sus súbditos, entre yo y los otros, no hay terreno donde cese la rivalidad. O se sufre la coacción o se la ejerce”. El príncipe siente su propia situación como una permanente amenaza y uno de sus primeros deberes es dar solución adecuada a este problema, antes que la pasión desbordada de sus súbditos lo haga imposible. Esto explica el consejo de hacerse temer sin despertar el odio de los ciudadanos, pero teniendo siempre presente la necesidad de no dejarse llevar por el impulso de la misericordia irrazonable. La crueldad en los príncipes suele evitar males que la piedad desata y anima.
El príncipe y los Discursos son dos manuales de táctica política en perfecto acuerdo con las más modernas disposiciones de los totalitarismos. La diferencia entre uno y otro con respecto al régimen de gobierno no anulan la semejanza de los medios para mantener la paz entre los súbditos. Maquiavelo ha renunciado a toda ordenación de la vida humana que signifique la presencia, siquiera sea tímida, de una preocupación metafísica. El hombre es animal de pasiones, y la razón apenas una fuerza calculadora que tiene por meta conservar la existencia y controlar los excesos del ánimo.
Los modernos han visto en Maquiavelo el nacimiento de una ciencia política positiva. La fundación del estado, la conservación, la grandeza y la continuidad de ese estado en los vaivenes provocados por las violencias del gobernante y los súbditos, ese y no otro es el propósito de la ciencia política. Acusa a la moral cristiana de haber debilitado la energía del carácter de los hombres de su tiempo. Solo ve en la religión un instrumento en las manos del hombre de Estado.
Para Maquiavelo el hombre es un haz de movimientos pasionales y en ciertas ocasiones se polariza por el dominio de una pasión desbordante. La pasión principal lo impulsa a destacarse ejerciendo sobre los otros un predominio notable.
El hombre es un animal concupiscente, interesado, mezquino y temeroso; la justicia, una ilusión y, en el mejor de los casos, solo se da como un ejercicio de estímulos y sanciones, prudentemente dosificados por el príncipe. La justicia ha dejado de ser una virtud y, aunque todavía no se ha convertido en una ideología, se perfila como un ordenamiento impuesto desde afuera por la autoridad policial.
La templanza es simple cálculo o pura frialdad del temperamento; la fortaleza es una violencia razonada y sutil, capaz de dar al hombre aptitud para dominar las situaciones y torcer, dentro de lo posible, el rumbo de la suerte en un sentido favorable a sus designios; la prudencia se convierte en todo lo contrario de lo que era para Santo Tomas o en simple solicitud por las cosas terrenales.
Este dispositivo moral, con su orientación exclusivamente profana y dominadora, recibe el nombre de virtú en cuanto es capaz de imponerse y corregir la volubilidad de la fortuna. No se puede negar que en el uso del vocablo Maquiavelo recupera el sentido etimológico como “fuerza, vigor”, pero lo hace de acuerdo con un criterio antropológico decididamente podado de todo compromiso metafísico.
Vida y obras de Maquiavelo
Nació en Florencia en 1469, estudio derecho pero no término. Antes de ingresar en 1498 como secretario de la cancillería fue espectador de muchos de los acontecimientos más notables de su época.
Lo burgués en Maquiavelo
Apartado de la acción pública a raíz del retorno de los Medicis, Maquiavelo se dedicó a reflexionar sobre los medios para lograr y retener el poder. Para Maquiavelo el estado es resultado de una técnica policial. Es el primero
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