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VIII. LOS JESUITAS Y LA EDUCACIÓN HUMANISTA.


Enviado por   •  15 de Febrero de 2014  •  1.417 Palabras (6 Páginas)  •  394 Visitas

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UPMUM

PEDAGOGIA

MAESTRIA.

SEGUNDO

CUATRIMESTRE.

RAICES HISTORICAS DE LA EDUCACIÓN MÉXICANA.

MATERIA.

RESUMEN DEL VIII. LOS JESUITAS Y LA EDUCACIÓN HUMANISTA..

TRABAJO.

JOSÉ DE JESÚS LÁZARO VERA.

REALIZADOR.

Mtro. CARLOS ENRIQUE C. DURAN.

CATEDRATICO.

TUXTLA GUTIERREZ, CHIAPAS. FEBRERO DEL 2014.

VIII. Los Jesuitas y la Educación Humanista.

El “Plan Clásico” es el mejor.

A pesar de la política anticlerical de Juárez y de Lerdo, los jesuitas no se daban por vencidos y abrían sus colegios que a veces lograban sobrevivir en la clandestinidad, con la amenaza constante de que fueran clausurados. Tanto para los jesuitas como para los padres de familia la preparación académica era totalmente secundaria, de tal suerte que los alumnos permanecían en sus instituciones pocos años, sin que el objetivo primordial fuera obtener un título.

El colegio tenía dos años de fundado cuando Lerdo decretó la expulsión de los Jesuitas en 1873. La mayoría de ellos se fueron a vivir fuera del colegio – parece ser que a la hacienda de Chautla de Eulogio Gillow, el hombre más influyente de México después de Díaz, donde padres y alumnos pasaban sus vacaciones-, de tal manera que cuando llegó la policía encontró pocos, el colegio nunca se clausuró. El colegio empezó hacer famoso por el Observatorio Meteorológico, primero en el país, que inauguró el padre Spina en 1880; después adquirió un telescopio y se dedicó también a la astronomía.

La tolerancia religiosa de Porfirio Díaz permitió que poco a poco los padres empezaran a salir de su destierro. Sin embargo, a decir de los Jesuitas, el Colegio sufrió la posición anticatólica de dos gobernadores protestantes, Crisóstomo Bonilla y Juan Nepomuceno, quienes perjudicaron al Colegio con sus leyes. Así las cosas, no le autorizaba la revalidación, criticaba el plan de estudios, pero a fin de cuentas accedía. Los Jesuitas consideraban opuestos a su educación, que los alumnos asistieran a bailes, teatros, circos, etc., y recomendabana los padres y tutores que se abstuvieran de llevarlos o les permitieran asistir. Según el padre Bertochi, profesor de filosofía y autor del tratado ¿Queréis la eduación o no la queréis?, estos espectáculos causaban “ebriedad embotamiento de los sentidos”. El problema era su rigidez académica. Así como ellos creían que su plan clásico era el mejor, por su parte el gobierno pensaba que el científico o “moderno” era el más adecuado y ambas posturas estaban equivocadas.

El estudio de las literaturas extranjeras (en vez de la nación) se debía a que, según el padre Pablo Louveet, relator de esta historia, las lenguas antiguas por ser sintéticas se presentaban mejor al análisis que las modernas y por lo mismo eran más lógicas, más profundas y exactas en la significación de las palabras. No se estudiaban primero las matemáticas porque, según él, esos estudios absorben la facultad de pensar y hasta la falsean, de tal manera que se contrae el hábito de someter al compás y al cálculo lo que necesita ser juzgado y sometido. Según su apreciación, por medio de las matemáticas se consigue la educación de las facultades intelectuales intelectivas y no se alcanza las afectivas.

En consecuencia, una vez desarrollada las facultades, se procedía al cultivo del entendimiento, ya que de acuerdo con estos principios no había ningún estudio más apto para conseguirlo que el de la filosofía. El colegio establecia en su reglamento que el profesor de las doctrinas “Procurará inspirarles a los alumnos el convencimiento de las verdades explicadas”. En cuanto el método, los jesuitas creían en la emulación, en la memorización en las clases orales con la ayuda de textos, en exámenes semanales y en la retribución del esfuerzo con premios homofóbicos o con medallas. En la educación oficial no había competencia entre los alumnos y los exámenes solo eran anuales. Según Francisco I. Madero, esta era una de las deficiencias en la educación mexicana, pues “los alumnos que no son estudiosos, se pasean la mayor parte del tiempo y solo se dedicaban a estudiar unos cuantos días antes de los exámenes de fin de año”. Su mismo reglamento establecía que los cursos clásicos y científicos se llevarían también los mismos textos

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