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La Flexibilidad Académica En La Universidad pública

zyxoco14 de Diciembre de 2012

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Revista de la Educación Superior en Línea. VOL.XXX (3), NÚMERO 119, JULIO-SEPTIEMBRE DEL 2001

La flexibilidad académica en la universidad pública

René Pedroza Flores

Resumen

La universidad pública en México está transitando por cambios en su modelo académico administrativo, a partir del significado que adquiere el conocimiento en su esfera económica. Se propone una visión de universidad a partir del propio conocimiento por medio de la flexibilidad académica, definida como el proceso que permite la movilidad de los actores universitarios en la generación y socialización del conocimiento. Se propone una caracterización de diferentes formas de gobierno para las instituciones de educación superior mexicanas y se identifican los grupos de instituciones que podrían encajar dentro de esa forma.

Palabras clave: modelos universitarios, conocimiento, misión universitaria.

Abstract

Public universities in Mexico are experiencing great changes in their academic administrative model based on the meaning of knowledge in the economic environment. The author suggests a vision of universities based on their true knowledge and on academic flexibility, defined as the process which opens the door to the mobility of those involved in the university effort and to the generation and sharing of knowledge.

Key words: university models, knowledge, university mission.

Introducción

En la universidad pública, desde hace dos décadas, se han realizado cambios en las estructuras académica, administrativa y de gobierno. La razón que fundamenta la implantación de innovaciones proviene, principalmente de la economía: la codificación económica del conocimiento. El conocimiento científico adquiere cada vez mayor relevancia para la economía como un bien intercambiable: la libre circulación de un conocimiento científico y tecnológico enajenable económicamente.

El ideal de formación que se desprende de la razón anterior, es la de un hombre polivalente. Un hombre que responda a las vicisitudes de un mundo que cambia rápidamente. La educación, por tanto, está llamada a cumplir fines diversos: educar para la vida. Distintos organismos mundiales (OCDE, UNESCO y BM) promueven esos fines; para ello, recomiendan determinados ajustes en la universidad: organización académica multidisciplinaria (sistemas modulares), profesionalización de la carrera docente (programas de estímulos a la productividad y calidad), sistemas flexibles (educación no presencial y uso intensivo de recursos tecnológicos), curriculum integral (áreas básicas y materias operativas) y crecimiento regulado (desconcentración y descentralización de la oferta educativa).

Consideramos que la razón que justifica a los cambios recientes en la universidad pública no responde necesariamente a los requerimientos de transición hacia una educación superior que trascienda al oscurantismo en todas sus manifestaciones: intolerancia, exclusión, atraso, dependencia, segregación, pobreza, democracia imperfecta y desigualdad. La lógica del mercado no puede suplir a la lógica de la ciencia en el cambio que necesita la universidad: una institución comprometida con la formación para la profesión, con la conservación de la cultura, con la renovación del saber y la generación de nuevos conocimientos.

El supuesto del que se parte, en el presente artículo, es que la reforma de la universidad debe provenir a partir de los progresos alcanzados en el material y técnicas propias de la educación superior (conocimiento, investigación y enseñanza), y no únicamente de las determinaciones del mercado. No se trata de formar sujetos funcionales de pronta obsolescencia; sino de sujetos situados históricamente (cognoscitiva y socialmente) en la constitución de su identidad y de la identidad nacional. Por ello, hay que mirar hacia la cultura y la ciencia y desde ahí iniciar la renovación en la organización académica del conocimiento institucionalizado en la enseñanza de las profesiones. No se pretende igualar la lógica de la enseñanza con la lógica de la investigación científica; sino hallar una organización académica que estimule la comunicación a tiempo real entre la producción y la transmisión. Creemos que una organización académica flexible responde a ese ideal.

El artículo va dirigido a quienes creen que la organización curricular y la elaboración de planes de estudio es únicamente una tarea técnica. Idea extendida, hoy en día, en el medio educativo. Una aplicación técnica, en realidad, sin el saber es insuficiente: la revisión curricular es reducida a un reacomodo de asignaturas acorde a los cotos de poder académico. Por ello, enunciamos que en la reorganización curricular y elaboración de planes de estudio el insumo fundamental es el estado del arte del conocimiento: es una actividad intelectual y pedagógica (y no solamente técnica).

El proyecto de universidad desde la economía: la empresa del conocimiento

La educación que es dada por la sociedad crea una serie de interrelaciones que conforma a la misma sociedad que la dotó de sentido. Entre educación y sociedad existe un campo social de distintas fuerzas: agentes e instituciones que producen, reproducen, controlan y difunden el proyecto educativo. El proyecto de la educación superior, hoy dominante, está históricamente situado y fechado: una universidad neoliberal basada en las leyes del mercado.

Las ideas del grupo de intelectuales reunidos en Mont Pellerin (1960), Suiza, se han transformado en todo el globo en las políticas públicas orientadas a fundamentar la economía de mercado. A Hayek, Milton Friedman, Karl Popper y Polanyi (Rojas, 1999), los unió su postura crítica ante la participación del Estado en la sociedad; propugnando por la no intervención estatal y por las leyes del libre mercado:

...La idea que los unía –refiere Rojas– era su crítica a la función intervensionista del Estado y su convicción de que el mercado era el sujeto de la historia y la base de todos los derechos, incluyendo por cierto los derechos humanos. Afirmaban que el mercado no sólo garantizaba la libertad, sino que la generaba, y era más democrático que la democracia misma (Rojas, 1999: 110).

El mercado se constituyó en el eje estructurante de distintos sectores sociales. En la educación superior su material y tecnología: conocimiento, investigación y enseñanza (Clark, 1983), pasaron a formar parte de un proyecto de corte empresarial. La formación académica se diseñó con base en criterios de las competencias profesionales, se hace énfasis en habilidades y destrezas requeridas para un trabajo polivalente y flexible (Pedroza, 1994). Lo que está en juego, es la privatización del conocimiento (Callon, 1997):

...la instalación de un modelo mundial de educación superior estandarizado, en el cual el Estado se borraría y el mercado moldearía los cursos y las carreras. En ese modelo extremo, que todavía está en gestación, las universidades se dedicarían, como las empresas, a la búsqueda de "clientes" –es decir alumnos solventes, sin distinción de nacionalidad– y en competencias dentro del mercado mundial para atraer los mejores "factores de producción" –los profesores y los financiamientos– con el fin de maximizar las "ganancias" –es decir sus medios de desarrollo. En ese modelo (donde la educación superior dejaría de ser una carga para la colectividad para volverse una fuente de ganancias para las empresas), la emulación y la competencia jugarían en todos los niveles... (Attali, 1998).

La razón del proyecto empresarial de la educación superior se halla, en que la economía global es una economía intensiva basada en la información: la productividad no sólo depende del crecimiento de los factores de la producción (insumos, capital y trabajo); sino de los usos y aplicaciones del conocimiento en los procesos de producción y servicios comerciales (Castell, 1998; Porter, 1991). La sociedad que se genera es la sociedad de la información, cuyo eje de determinación es la búsqueda por incrementar el valor-conocimiento (Sakaiya, 1995) incorporado en la producción e innovación tecnocientífica. Por ello, la atención se centra en la formación de recursos humanos, porque de la capacidad, destreza e información de éstos dependerá el éxito o fracaso de la economía de un país (Thurow, 1993). En la educación superior recae la tarea de formar un capital humano 1 preparado para la incertidumbre en las relaciones del mercado: una formación multifuncional y adaptable que proporcione conocimientos codificados (Callon, 1997) y funcional para responder a distintos escenarios de trabajo (información con base en la demanda comercial: intelectualización de la producción [Veltz, 1986]); y un aprendizaje, por tanto, para la vida (adaptabilidad constante a las nuevas competencias profesionales de los mercados de trabajo: privatización de la conciencia y la moral, la competencia de uno contra los demás [González, 2000]).

La universidad, en la sociedad del conocimiento, transitó a una organización distinta. En el ámbito mundial existen numerosas evidencias de los cambios a través de los países que integran distintas agrupaciones regionales: la Unión Europea, el MERCOSUR, el MERCONORTE y Asia Pacífico (Didou, 1998). En todos los casos, hablando de generalidad, los cambios tienden a ser similares:

Cuadro 1

El nivel académico y sus dimensiones

Nivel académico

Dimensión Cambio Argumentación

Programa y Curriculum Énfasis en áreas básica y de especialización.

Atención a los contenidos prácticos antes que a los teóricos.

Promoción

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