ESTRÉS ACADÉMICO EN LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS
Enviado por Fernando Montenegro • 25 de Noviembre de 2017 • Informe • 2.673 Palabras (11 Páginas) • 394 Visitas
ESTRÉS ACADÉMICO EN LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS
En la actualidad, se vive a un ritmo muy acelerado, prácticamente ya no queda tiempo para hacer nuestras cosas, que se tiene previstos, o que deseamos realizar. Todas las presiones y urgencias de nuestra vida cotidiana no están exentos los jóvenes estudiantes.
Tareas, trabajos, exámenes, reuniones, entrevistas, compromisos, salidos con amigos, son eventos de un estudiante universitario que realiza constantemente a lo largo de su proceso de aprendizaje. Sin embargo, cuando empieza a haber una sobrecarga de todos estos sucesos, aparece el estrés, como la respuesta del cuerpo a toda esta exigencia bajo presión. Pero lo más importante de esta situación son las consecuencias que dicho fenómeno trae a dichos estudiante y que repercute en distintos ámbitos, como puede ser, académico, físico y psicológico.
Por ellos es importante determinar porque se produce el estrés, o sea que factores causan estas exigencias o presiones, y cuáles son las posibles señales del mismo en los estudiantes universitarios. Pero nos haremos una pregunta ¿Cuáles son realmente las señales de la aparición de estrés en los estudiantes universitarios?
Según el estudio realizado por Juan Francisco Caldera Montes, Blanca Estela Pulido Castro, Guadalupe Martínez Gonzales. El término estrés es de uso común y se lo emplea para hacer referencia a una gama muy amplia de experiencias, por ejemplo, nerviosismo, tensión, cansancio, agobio, inquietud y otras sensaciones o vivencias similares. También se aplica para describir miles de circunstancias o situaciones responsables de esas emociones, como una cantidad excesiva de trabajo, la desmesurada presión que se puede sufrir en cualquier situación comprometida, por ejemplo, preparar un examen, esperar el turno en el dentista, perder el trabajo, discutir con la esposa o esposo, padecer una enfermedad grave, soportar un jefe difícil, etc. Se utiliza la idea de “estrés” en forma tan frecuente y de manera tan indiscriminada, que se ha convertido en una muletilla lingüística que pretende caracterizar todo tipo de amenaza que afecta una persona. En definitiva, el término, al funcionar en tan variadas aplicaciones, ha perdido su significado específico y la referencia a los diferentes marcos teóricos de donde proviene. De allí la conveniencia de abordar su contenido semántico. Una vía esclarecedora es el tratamiento histórico del vocablo, en el proceso de su evolución.
Lazarus y Folkman definen al estrés como una relación particular entre el individuo y el entorno, que es evaluado, por este como amenazante o desbordante de sus recursos y que pone en peligro su bienestar.
Para estos autores, el estrés debe entenderse como un concepto organizador utilizado para entender un alto grupo de fenómenos de gran importancia en la adaptación humana y animal.
Por otro lado, Orlandini en 1999, señala al estrés como una tensión excesiva, “desde los grados preescolares hasta la educación universitaria de postgrado, cuando una persona está en período de aprendizaje, experimenta tensión. A ésta se le denomina estrés académico, y ocurre tanto en el estudio individual como en el aula escolar”. Desde esta perspectiva vamos a centrarnos en el estrés académico, la Revista de educación y desarrollo.
Pero ¿Las ocupaciones que tienes los estudiantes como el trabajo, las tareas y exámenes pueden provocar que los mismos se sientan estresados? ¿Las malas calificaciones y el mal rendimiento en las clases puede ser una señal de estrés en los estudiantes? ¿Puede el estrés ser una causa de enfermedades en los estudiantes? ¿Cómo influye el estrés en la vida de los estudiantes? Todas ellas serán resueltas durante el desarrollo del presente trabajo.
En los estudios educativos el rendimiento académico se ha definido de diversas maneras, que, sin embargo, no se ha podido precisar de manera unívoca la naturaleza del problema. En este trabajo no voy a extenderme en tales discusiones, por lo que para fines puramente prácticos voy a adoptar la definición vertida por Barbosa que a fechas recientes ha tenido bastante aceptación en el contexto latinoamericano.
Pero, por otro lado, el estrés no siempre trae consecuencias desfavorables. También se ha visto como la presión que ayuda a enfrentar y superar situaciones desagradables o dolorosas. Una cierta cantidad de estrés no es mala, ya que permite enfrentar los desafíos y mantenerse motivado. Pero cuando los niveles aumentan bruscamente, nuestra capacidad de enfrentar la situación se interrumpe y es aquí donde las consecuencias no suelen ser las mejores.
El estrés es un tema ampliamente discutido actualmente. Miles de artículos y comentarios, publicados en diarios y revistas de actualidad como trabajos eruditos, textos y libros científicos y exhiben su amplia divulgación en todos los medios de nuestra cultura. La popularidad del tema no es sólo una cuestión de difusión, es principalmente una experiencia dolorosa. Según un informe de la Universidad Sussex (2001), de Inglaterra, “México es uno de los países con mayores niveles de estrés en el mundo debido a que presenta los principales factores que provocan esa enfermedad tales como pobreza y cambios constantes de situación. El reporte agrega que los cambios que se viven a nivel político y social y el elevado índice de pobreza que registra el país provocan que la gente viva en constante tensión y depresión
El estrés ocupacional causa gran ausentismo, aunque muchas veces estas bajas se disfrazan con otros nombres. Sus consecuencias van desde los estados depresivos, ansiedad, irritabilidad, descenso de la autoestima, insomnio, hasta asma, hipertensión, úlceras, etcétera. En Gran Bretaña, por citar un ejemplo, el estrés profesional supone un gasto de entre un 5 y un 10 por ciento del Producto Interior Bruto. Este somero análisis revela la trascendencia y extensión del problema del estrés –o mejor dicho del distrés– y la necesidad de estudiarlo a fondo, de conocer sus diferentes dimensiones, la manera como opera y especialmente aprender a cómo manejarlo adecuadamente.
Pero ahora definamos bien. ¿Qué es el estrés? Desde las múltiples disciplinas que abordaron la temática del estrés surgieron sesgos y orientaciones teóricas diferentes, que propusieron otras tantas concepciones y definiciones. Así los enfoques fisiológicos y bioquímicos acentuaron la importancia de la respuesta orgánica, interesándose en los procesos internos del sujeto, en tanto las orientaciones psicológicas y sociales, pusieron el énfasis en el estímulo y la situación generadora del estrés, focalizándose en el agente externo. Otras tendencias, apuntaron a superar esa dicotomía interno-externo, acentuando la interrelación y los procesos mediacionales o transaccionales. Por lo general, la bibliografía destaca estos tres modelos;14 sin embargo, la investigación ha continuado descubriendo nuevas líneas de análisis, permitiéndonos, por lo menos, agregar dos perspectivas más: la primera se centra en la calidad o naturaleza del estrés, distinguiendo si es negativo –le llama “distrés”– o, positivo, denominado “eustrés”. El último enfoque, más reciente, integra un conjunto complejo de variables, construyendo modelos multimodales que presentan visiones comprensivas más amplias y abarcadoras del tema.
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