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PROBLEMAS DE CONDUCTA Y SOCIOEMOCIONALES


Enviado por   •  19 de Octubre de 2022  •  Ensayo  •  22.500 Palabras (90 Páginas)  •  56 Visitas

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PSICOLOGÍA EDUCATIVA

Unidad 3

Mg. Rosa Alfaro V. Mg. Jania Jaimes S. Ps.Flor Victoria Leiva Colos

2020

UNIDAD 3

PROBLEMAS DE CONDUCTA Y SOCIOEMOCIONALES

  1. Competencias emocionales

El término competencia ha sido utilizado desde etapas muy antiguas para referirse a posesión de capacidades o cualidades, como a la cualidad o estado de quien tiene esa capacidad para actuar o estar autorizado para actuar (Mulder, 2007). Desde la perspectiva cognitivista se concibe la competencia como el dominio a nivel cognitivo de algún proceso; por ejemplo, Chomsky señala la diferencia que existe entre el conocimiento del uso de reglas propias de una capacidad –como el lenguaje– y el desempeño que se rige por dichas reglas en situaciones concretas. A la primera la considera competencia, la segunda es denominada actuación (citado por Giménez-Dasí y Quintanilla, 2009).

La competencia se ha asociado muchas veces a términos como inteligencia, aprendizaje, conocimiento, habilidad, capacidad, entre otros, pero según Ribes (2011) difiere de ellos puesto que en todos los casos “ser competente se refiere a una forma de intervención o hacer específicos en dominios específicos” (p. 36), en el marco de un campo de acción particular.

Desde el enfoque conductista, se propone que un concepto técnico de competencia debe incluir las siguientes características: a) el desempeño esperado se declara específicamente y b) se especifican los criterios que el desempeño debe satisfacer para ser considerado competente (Ribes, 2011). Por tanto, al contrario de quienes plantean que la competencia está dada por factores personales internos, se entiende la competencia como una actuación específica que alcanza estándares establecidos normativamente, y que pertenece a un área particular, en el caso de este trabajo, referida al área socioemocional.

  1. Definición de competencias emocionales

El concepto surgió en el ámbito educativo, Saarni fue quien lo introduce, diferenciándolo de otros conceptos por referirse al conocimiento y habilidad que el individuo adquiere para conseguir un determinado estándar de funcionamiento en situaciones sociales (Mayer y Salovey, 1997).

Para Saarni (1999) la competencia emocional consiste en la demostración de autoeficacia en las transacciones sociales y emocionales. Autoeficacia refiere a la creencia que tiene la persona respecto a su habilidad y seguridad para conseguir un desempeño deseado, según sus patrones culturales y creencias; por lo que la valoración de las competencias dependerá de criterios culturales y valores morales. Por lo tanto, se considera que una persona emocionalmente competente puede aplicar estratégica y simultáneamente su conocimiento sobre las emociones, su respuesta y expresión emocional en sus relaciones con otros, tanto así que puede gestionar ambos su proceder en las interacciones interpersonales y sus experiencias emocionales, todo con el fin de alcanzar determinados resultados. Alcanzar madurez en la competencia emocional requiere de sabiduría, para poder integrar los valores éticos y morales del individuo en el planteamiento y cumplimiento de sus metas en las interacciones sociales, de modo que se promueva la integridad personal.

  1. Componentes de las competencias emocionales

Tradicionalmente se ha considerado que la regulación emocional y la expresión emocional son las bases del funcionamiento emocional (Hubbard y Dearing, 2004); es por ello que las diversas teorías las han considerado entre sus componentes.

Para Saarni (1999) las competencias emocionales está constituida por: (a) conciencia del estado emocional propio, (b) habilidad para discernir las emociones de los otros, (c) capacidad para utilizar el vocabulario y expresiones relacionadas a emoción, (d) empatía y simpatía, (e) habilidad para darse cuenta que el estado emocional interno puede no estar relacionado a la expresión externa, (f) el afrontamiento adaptativo de las emociones aversivas, (g) conciencia respecto a que la estructura y naturaleza de las emociones está parcialmente influido por la expresión genuina y reciprocidad emocional , (g) capacidad para la autoeficacia emocional.

Por su parte Halberstadt, Denham, y Dunsmore (2001) proponen un modelo de tres componentes: a) emisión de mensajes afectivos, b) recepción de mensajes afectivos y c) vivencia del afecto, los cuales conformarían la competencia socioafectiva, la cual es conceptualizada como la eficacia en comunicar afectos

propios, en interpretar y responder los mensajes afectivos de otros, y la conciencia, aceptación y manejo de los propios afectos.

  1. Desarrollo de la competencia socioemocional en la infancia

El desarrollo de las competencias emocionales es un proceso que se prolonga durante el ciclo de vida del ser humano. Desde la etapa preescolar los infantes adquieren dominio en la conciencia de la experiencia emocional, el discernimiento del estado emocional propio y de otros, el uso del lenguaje emocional, el involucramiento empático con otros, la regulación de las propias emociones aversivas y angustiosas, el darse cuenta que el estado emocional interno puede diferir del externo y darse cuenta que las relaciones sociales se definen en parte por la comunicación de las emociones (Denham, 2007).

El ingreso al sistema educativo representa para los niños una oportunidad para ejercer y afianzar sus competencias emocionales. El ambiente altamente estructurado de una institución educativa y la variedad de grupos sociales que lo conforman requieren que el menor sea capaz de relacionarse positivamente con sus compañeros y los profesores y logre inhibir y ajustar su conducta. Por tal motivo se considera que la competencia emocional es un factor clave para la adaptación al ambiente escolar y está relacionado al éxito académico (Bierman et al., 2008; Curby et al., 2015).

DEPRESIÓN INFANTIL

La depresión infantil es un cuadro complejo y de reconocimiento relativamente reciente como entidad clínica dentro de la psicología (Méndez, 2002). Hace sólo algunos años, se planteaba que la depresión era un trastorno que afectaba más bien a adultos. Esta mirada evolucionó: en el presente se acepta la existencia de este cuadro en niños.

No obstante, la depresión infantil es una entidad que rara vez se presenta igual que el aspecto clásico adulto, sino que se expresa de manera más heterogénea, lo cual se despliega como un obstáculo para su diagnóstico y tratamiento. Esta complejidad se aprecia en sus múltiples manifestaciones sintomatológicas y multicausalidad, a lo que se suman: a.- Las características propias de los niños, quienes por estar en proceso de desarrollo, presentan a menudo dificultades para identificar y verbalizar emociones; b.- Las diferentes expresiones sintomatológicas según las distintas edades; c- Las características propias e individuales del niño; y finalmente, d.- La posible comorbilidad de la depresión con otras problemáticas.

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