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Competencias para (con) vivir en el siglo XXI


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2015  •  Trabajo  •  1.907 Palabras (8 Páginas)  •  194 Visitas

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        1. El monográfico “Competencias para (con) vivir en el siglo XXI” (Monereo y Pozo, 2001) intenta definir cuáles son las competencias o destrezas básicas necesarias para vivir o convivir en este principio de siglo.

        En esta última década el concepto de competencia ha estado muy presente en los sistemas de evaluación de la calidad educativa, programaciones, currículos, evaluaciones, etc. Se ha convertido en el concepto estrella de las recomendaciones de los organismos europeos de educación y en los procesos de reforma de los sistemas educativos. Tanto a nivel nacional, Ley Orgánica 2/2006 de 3 de mayo, de Educación, como internacional, proyecto PISA, se ha incidido en la idea de evaluar no sólo los conocimientos y las destrezas, sino también las competencias. Así, el nuevo Espacio Europeo de Educación Superior (2010) afirma que el sistema educativo debe estar dirigido “a formar en competencias y no sólo a transmitir contenidos y saberes especializados”. Por todo ello, las competencias son el punto de partida de la educación en este siglo XXI. Ya en el siglo IV a.c Aristóteles enseñaba que “la inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica”.

        El Diccionario de la Real Academia Española, define competencia como: “Pericia, aptitud o idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado”, y la UNESCO la define como: “El conjunto de comportamientos socio-afectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un desempeño, una función, una actividad o una tarea”. Pero estas dos definiciones no alcanzan la visión necesaria que tiene la psicología sobre el término por lo que se hace indispensable recurrir a la distinción que realizó Chomsky entre competencia y actuación en la adquisición del lenguaje. Chomsky, desde la lingüística, distingue los conceptos de “competence” o capacidad general aplicable en ocasiones múltiples y la “perfomance” o habilidad requerida para resolver una situación puntual. A raíz de esta definición, y recurriendo al diccionario de Psicología (Reber, 1995), surge la distinción entre el término habilidad, que sería la capacidad de ser realmente eficiente en una tarea y; competencia, que sería la potencialidad de serlo cuando se dieran ciertas condiciones o circunstancias.

        Con esta distinción el texto afirma que “ser competente no es sólo ser hábil en la ejecución de tareas y actividades concretas, sino más allá de ello, ser capaz de afrontar, a partir de las habilidades adquiridas, nuevas tareas o retos que supongan ir más allá de lo ya aprendido. Evaluar si alguien es competente es en parte comprobar su capacidad para reorganizar lo aprendido, para transferirlo a nuevas situaciones y contextos”. Además hace una corrección conceptual en cuanto al mayor o menor dominio que un alumno en concreto tiene con respecto a una tarea o dominio de una actividad. Este dominio se suele atribuir a diferencias individuales de origen genético o de desarrollo muy temprano por lo que las escuelas no tendrían ningún tipo de involucración y sólo podrían estimular ese desarrollo del alumno.  En este punto el texto expone que “las competencias para las que formamos no están previamente en los alumnos, sino que desde una perspectiva vygotskiana, son construcciones sociales que deber ser internalizadas a través de la educación”. Afirman por lo tanto que existen funciones psicológicas naturales universales pero que a su vez la educación desempeña un papel importante en el desarrollo de esas capacidades. Por ello recurren a las ideas de Premack y Premack (2004), quienes diferenciaron entre: capacidades que la educación se limita a desarrollar y actualizar; capacidades que se deben extender y ampliar para crear nuevas funciones y; capacidades que reformatean y reestructuren las funciones ya existentes.

        Podríamos decir por tanto que competencia significa adquirir una capacidad. Es algo más que una habilidad, es el dominio de procesos y de la intersubjetividad. Es como bien refleja el texto “un conjunto de recursos potenciales (saber qué, saber cómo y saber cuándo y por qué) que posee una persona para enfrentarse a problemas propios del escenario social en el que se desenvuelve”.

        Este gran escenario social en el que todos deberíamos ser competentes lo podemos dividir en cuatro tipos diferentes: Escenario educativo, ya sea en situaciones de educación formal, no formal, escolar o no escolar, es decir el escenario sería durante toda la vida; escenario profesional o laboral, asumiendo más competencias para una mejor cualificación profesional; escenario vinculado a la comunidad próxima y distante: siendo la próxima los vecinos y conciudadanos y la distante los compatriotas y personas de otros países, por ejemplo, y; escenario personal: en el que se asienten las relaciones afectivas en la pareja, la familia, los amigos, etc.

En cada uno de estos escenarios sociales interactuamos y nos desarrollamos, surgiendo a su vez problemas como: los prototípicos, que son los problemas habituales que se darían en alguno de los escenarios expuestos como por ejemplo: en el educativo la preparación de un examen o; en el personal el surgimiento de algún tipo de conflicto en las relaciones familiares; los emergentes, que son los problemas poco frecuentes que tienden a incrementarse con el paso del tiempo como la violencia escolar, el uso de las nuevas tecnologías, los trastornos alimenticios (anorexia, celiaquía, etc.), y; los problemas generados desde instancias dedicadas a la formación, que no son problemas en sí, sino más bien el deseo de crear problemas en situaciones que pasan desapercibidas para así poder recibir una respuesta adecuada, como por ejemplo en las tensiones existentes por la discriminación positiva de la mujer o, la privacidad en las relaciones familiares.

        Una vez vistos los escenarios y los problemas en los que se tiene que desenvolver un individuo para adquirir las competencias necesarias y desarrollarse positivamente viene otra cuestión ¿qué competencias enseñar y evaluar, cómo hacerlo y cuándo hacerlo para ser más competentes? En este punto podríamos establecer las siguientes competencias en los diferentes escenarios. En el escenario educativo se deben desarrollar competencias para gestionar el conocimiento y el aprendizaje para ser un aprendiz permanente. Mientras, en el escenario profesional y laboral es necesario adquirir competencias para el acceso al mundo laboral, teniendo una mayor capacitación profesional y consiguiendo ser un profesional eficaz. Por otra parte, en el escenario comunitario es conveniente avivar las competencias para la convivencia y las relaciones interpersonales, fomentando la solidaridad y la participación ciudadana y, en el escenario personal es necesario fomentar las competencias para la autoestima y el ajuste personal para poder ser feliz. Como bien dice el dicho “quiérete a ti mismo para poder querer a los demás”. Este punto quizá sería el más importante ya que una vez adquirida esta competencia las otras se desarrollarían de manera más simple.

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