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Desarrollo Psicológico En Contextos Familiares No Convencionales Y De Riesgo


Enviado por   •  17 de Marzo de 2014  •  3.024 Palabras (13 Páginas)  •  755 Visitas

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Desarrollo Psicológico en contextos familiares no convencionales y de riesgo

Introducción

Factores de riesgo como divorcio y maltrato infantil pueden afectar a las familias, la familia es uno de los grupos fundamentales a intervenir con el fin de mejorar su funcionamiento.

DIVORCIO

Frente a la actual situación de la familia caracterizada por la diversificación, el divorcio o la ruptura matrimonial ya no se considera algo excepcional, al estar completamente integrado en las nuevas formas familiares presentes hoy en todas las sociedades.

La psicología clínica y evolutiva fue pionera en el análisis de las relaciones de pareja para entender el desarrollo de los hijos, desde la década de los cuarenta se sostiene la hipótesis de que los niños con problemas de conducta a menudo viven en hogares conflictivos.

Aunque existe una disparidad entre los resultados obtenidos por la observación clínica y la investigación empírica, el impacto del matrimonio en la evolución o desarrollo del niño no es uniforme, ya que también influye el entorno contextual donde se producen los conflictos: la calidad del matrimonio, el significado del conflicto para el niño, la capacidad que éste tiene para controlarlo, etc.

Frente al divorcio, los niños que viven en este tipo de hogares han de enfrentarse a una serie de situaciones estresantes y adaptativas con motivo de las transiciones matrimoniales de sus padres

Consecuencias del divorcio en los hijos

Los hijos de padres separados o divorciados, como grupo, presentan más problemas de conducta y personales que los que viven en hogares intactos. Sin embargo, las estadísticas ocultan el hecho de que existe una gran variabilidad en la forma en que los niños y los adolescentes responden a la ruptura matrimonial de sus progenitores

Diferencias en función del nivel evolutivo.

Preescolares. Inicialmente experimentan un trastorno profundo, conductas regresivas e intensa ansiedad por miedo al abandono. Dieciocho meses después, la mitad de los varones presenta más problemas que al principio (iguales, hogar), mientras que la mayoría de las niñas parece recuperarse. Cinco años después la adaptación está en función de la calidad de vida de la familia.

Preadolescentes. Inicialmente se sienten impotentes y temerosos ante la separación. Experimentan una cólera intensa contra uno o ambos progenitores por la ruptura y tienden a ponerse de parte de un progenitor.

Alrededor de la mitad baja su rendimiento académico, y este descenso se mantiene durante el año que sigue a la separación.

Adolescentes. Inicialmente se caracterizan por sufrir una depresión aguda y por presentar comportamiento antisocial, conductas regresivas (aislamiento social y emocional en colegio, carencia de amistades en otros ámbitos) y ansiedad por su futuro. Dieciocho meses después de la separación se produce un empeoramiento de los niños mayores, preadolescentes y adolescentes que al principio parecían haberse adaptado a la situación provocada por la ruptura, presentando más problemas de conducta y de rendimiento, especialmente los varones. Finalmente, y lo mismo que en el caso de los preescolares, cinco años después de la separación la adaptación de los hijos depende fundamentalmente de la calidad de vida general de la familia.

Disposiciones de custodia

Madre con la custodia

Según Kitson (1992), el aspecto cualitativo más importante del hogar monoparental a cargo de la madre es la mayor frecuencia e intensidad de sucesos vitales negativos y el estrés económico. Cuatro años después de la separación aún siguen experimentando más cambios vitales negativos. Las divorciadas puntúan más en síntomas depresivos (autoinculpación, soledad, inseguridad ante el futuro), debido a la presión económica que soportan, el estrés laboral, los sucesos negativos (cambio de residencia, muerte de ser querido, robos) y la falta de apoyo. A su vez, los problemas emocionales provocan disrupciones en el funcionamiento familiar: menor disponibilidad psicológica, irritabilidad y prácticas de crianza coercitivas, menos contacto con el padre sin la custodia y más problemas de conducta de los hijos (Hetherington, 1995).

Padre con la custodia.

Los problemas del divorciado con los hijos son sobre todo de comunicación, de establecimiento de relaciones de confianza y de supervisión de actividades y tareas. Especial dificultad parece tener con la supervisión de las hijas adolescentes, hasta el punto de que es más probable que éstas se involucren en actividades delictivas cuando están bajo custodia paterna que cuando residen con la madre (Buchanan et al., 1992).

Sin embargo, los estudios realizados sobre la custodia paterna indican que estos hogares cuentan con una serie de ventajas frente a los hogares monoparentales a cargo de la madre. Los separados que piden y obtienen la custodia de sus hijos tienen una mayor disponibilidad económica; disfrutan de una mejor vivienda, vecindario y colegio; utilizan unas prácticas de crianza más eficaces; tienen menos hijos a su cargo; la madre tiene más contacto con ellos que el padre en su misma situación (con lo que esto representa de apoyo emocional para el niño y de menor conflictividad entre los padres) y, finalmente, el separado suele contar con un mayor apoyo emocional por parte de sus familiares y amigos (Clarke-Stewart y Hayward, 1996).

Progenitor sin la custodia.

Los principales desafíos a los que se enfrenta el progenitor no residente son la búsqueda de una nueva residencia, el establecimiento o mantenimiento de sus redes sociales, la separación física de los hijos y no intervención directa en los aspectos cotidianos de su crianza, la consecución de acuerdos sobre el régimen de visitas y el tipo de relación que mantendrá con el otro progenitor a fin de mantenerse informado sobre aspectos cruciales de la crianza (Hetherington y Stanley-Hagan, 1997).

Un dato importante en el que coinciden los estudios es el de que la divorciada sin la custodia tiene aproximadamente el doble de contactos con sus hijos que el divorciado en su misma situación, siendo también menos probable que decida apartarse definitivamente de su vida o que disminuya su contacto con ellos por las nuevas nupcias de ella o del ex cónyuge (White, 1994).

El padre, por el contrario, al sentirse marginado y obligado a un contacto intermitente es más probable que encaje más la situación y que opte finalmente por el distanciamiento progresivo de los hijos.

MALTRATO INFANTIL

El maltrato infantil. Un análisis ecológico de los factores de riesgo.

Pretende

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