Entrenamiento De Las Habilidades Sociales

Consecuencias del déficit de habilidades sociales

Las consecuencias del déficit de habilidades sociales se evidencia en múltiples aspectos del funcionamiento psicológico y físico, sino en su totalidad.

De manera general, plantea Valles (2001), que si no se desarrollan las habilidades sociales, la persona no estará apta para desplegar capacidades como el autoconocimiento de si mismo, la identidad personal y el autoconcepto; no podrá identificar cuál es el estado de ánimo en uno mismo y en los demás y expresarlo adecuadamente; no podrá dialogar y participar en conversaciones y situaciones de interacción entre iguales y por lo tanto no sabrá escuchar; no podrá hacer uso de los gestos como elementos no verbales de la comunicación; no estará habilitado para trabajar en equipo compartiendo los instrumentos y las responsabilidades , aprendiendo a comunicarse , a cooperar , a ser solidario, y a respetar las reglas del grupo ; no solucionará eficazmente los problemas de relación social que surgen entre las personas.

Asimismo, la persona que carezca de habilidades sociales no comprenderá que reforzar socialmente a los demás mediante el elogio de las conductas positivas, generará en el otro un estado positivo, potencialmente reforzador para uno mismo; no comunicará a los demás los propios deseos o peticiones con cortesía y amabilidad. Con respecto a los efectos del contexto y de los sujetos que lo conforman, el sujeto que no ha adquirido habilidades sociales no podrá distinguir entre críticas justas e injustas, admitirlas en su caso y expresar cortésmente los desacuerdos.

La persona con un bajo nivel de competencia social no podrá manejar aquellos pensamientos negativos que deterioran su autoestima, careciendo de la aptitud necesaria para sustituirlos por otros más eficaces.

Por otro lado, es innegable la necesidad de desarrollar habilidades sociales en personas con retraso mental y los efectos estimados de no adquirirlas

“El retraso mental se refiere a un funcionamiento intelectual general significativamente inferior a la media, que se origina en el periodo de desarrollo y existe conjuntamente con un déficit en la conducta adaptativa” (Palaino-Lorente, 1991).

La deseabilidad social es uno de los aspectos que también se encuentra presente en personas con retraso mental; este es tanto más importante porque constituye la clave del reconocimiento social, una motivación que esta presente en toda persona y también en las personas con déficit intelectual; el reconocimiento social reobra sobre el conocimiento social y por ello es posible que las personas con retraso mental encuentren ciertas dificultades en sus cogniciones sociales.

Los componentes de las habilidades sociales son objetivamente deficitarios en las personas con retraso mental, ya que se comprobó que su rendimiento es menor al elegir los gestos faciales para representar una determinada emoción, además que seleccionan peores tácticas para aproximarse a padres, profesores y compañeros cuando están irritados, que usan tácticas menos eficaces para hacer un nuevo amigo en el colegio y que las estrategias que usan para iniciar o mantener una interacción con otro compañero son también menos eficaces.

La demanda de habilidades sociales se ha hecho extensiva a las personas con retraso mental; su desarrollo mediante técnicas alternativas aquí no planteadas, es una necesidad explícita; pues en su desarrollo, estas personas, mejorarán su calidad de vida e interacción social, situación interviniente en toda persona.

En la adolescencia, “algunos problemas comunes en esta fase de la vida son la timidez, ansiedad heterosexual, dificultades en la solución de problemas sociales, ausencia de asertividad” (Prette, 2002, p.8).

Estas dificultades se suscitan por la discrepancia entre las conductas que debió emitir un periodo atrás y las conductas que ahora deben de responder a múltiples tareas sociales, sustancialmente

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