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La Teoría Del Apego


Enviado por   •  2 de Abril de 2014  •  5.291 Palabras (22 Páginas)  •  533 Visitas

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LA TEORÍA DE APEGO

John Bowlby (1986, 1998), psiquiatra y psicoanalista, trabajó durante años en clínica infantil y planteó la teoría del apego, la que concibió como una tendencia de los seres humanos a establecer vínculos afectivos sólidos con personas determinadas a través de la vida. A través del tiempo, la propuesta de Bowlby se ha convertido en una de las teorías más influyentes en la psicología, siendo de interés para distintos autores; incluso es considerada actualmente como un cuerpo sólido y sistemático con importante investigación empírica (Feeney Noller, 2001; Hazan Shaver, 1994; Lecannelier, 2001, 2002a; Marrone, 2001; Martínez Santelices, 2005; Moneta, 2003; Shaver Mikulincer, 2002b).

Para Bowlby (1986), el comportamiento de apego es todo aquel que permite al sujeto conseguir o mantener proximidad con otra persona diferenciada y generalmente considerada más fuerte y/o sabia, propio del ser humano, que motiva la búsqueda de proximidad entre el niño pequeño y sus padres o cuidadores. Se enfatiza que la experiencia del niño con sus padres tiene un rol fundamental en la capacidad posterior del niño de establecer vínculos afectivos y que las funciones principales de ellos serían proporcionar al niño una base segura y, desde allí, animarlos a explorar; es importante que el niño pueda depender de sus figuras de apego y que éstas puedan contener y proteger al niño cuando lo necesita. La interacción que se produzca entre el cuidador y el niño podrá dar cuenta de la calidad del vínculo, lo que tendría que ver con lo que Bowlby (1980) identificó como modelos operantes internos, que serían expectativas que posee el niño acerca de sí mismo y de los demás, y que le hacen posible anticipar, interpretar y responder a la conducta de sus figuras de apego, ya que integran experiencias presentes y pasadas en esquemas cognitivos y emocionales. En la misma línea, Fonagy et al. (1995) señalan que a partir de experiencias repetidas con sus figuras de apego, los niños desarrollan expectativas en cuanto a la naturaleza de las interacciones. Así, las relaciones tempranas de apego poseen amplia influencia en la capacidad para regular el estrés, en la regulación de la atención y en la función mentalizadora de los sujetos (Fonagy Target, 2002). Crittenden (1990, 1995) también habla de modelos internos, que implican cierta forma de procesar la información acerca de la conducta de las figuras de apego y, asimismo, mayor o menor tendencia a ciertos tipos de psicopatología.

Diferencias individuales en la calidad del apego

Las primeras investigaciones detalladas de las diferencias individuales en apego fueron dirigidas por Ainsworth (Fenney Noller, 2001), quien trabajó con Bowlby en una asociación importante y prolífica (Marrone, 2001). Basándose en una serie de observaciones realizadas a través de un procedimiento estandarizado de laboratorio llamado Situación Extraña (Strange Situation), de interacciones madre-hijo, Ainsworth, Blehar, Waters y Wall (1978) desarrollaron la primera clasificación de apego en niños y describieron tres patrones generales: seguro, inseguro evitativo y ambivalente. A través de la situación extraña, bebés con apego seguro presentan conductas de exploración activa, se disgustan ante la separación del cuidador pero cuando éste vuelve tienen una respuesta positiva frente a él y suelen consolarse con facilidad; bebés con apego evitativo presentan conductas de distanciamiento, no lloran al separarse del progenitor, suelen concentrarse en los juguetes y evitan el contacto cercano; por último, bebés con apego ambivalente reaccionan fuertemente a la separación, presentan conductas ansiosas y de protesta como llorar y aferrarse, suelen mostrar rabia, no se calman con facilidad y no retoman la exploración. Posteriormente, Main y Solomon (1986), agregaron una cuarta categoría desorganizada para algunos bebés que muestran conductas desorientadas en presencia del progenitor. Un aspecto interesante de esta clasificación, es que se basa en la expresión y regulación emocional; la calidad del apego se establece fundamentalmente dependiendo de cuán bien está la regulación emocional diádica al servicio de la exploración y el dominio (Sroufe, 2000b).

A través del tiempo, el interés por la evaluación se amplió al ámbito del apego adulto. Una de las pioneras fue Mary Main, quien junto a su equipo diseñaron la Adult Attachment Interview (George, Kaplan Main, 1985, citado en Feeney Noller, 2001), que mide las representaciones actuales de las experiencias de apego a través de la narrativa. Se establecieron tres patrones de apego: seguro, indiferente y preocupado. Más tarde se formularon dos nuevas categorías: irresuelto/desorganizado e inclasificable (Marrone, 2001). Adultos seguros realizan relatos coherentes y consistentes de su infancia, integran experiencias distintas, reflexionan acerca de sus vivencias y poseen sentido de equilibrio; adultos indiferentes realizan relatos incoherentes e incompletos y tienen vacíos en su memoria, minimizan la relevancia del apego, tienen imagen positiva de las figuras de apego pero no logran dar ejemplos concretos de ello y suelen negar experiencias negativas; adultos preocupados se aprecian rabiosos, otorgan relatos detallados de los conflictos que tuvieron con sus figuras de apego, oscilan entre evaluaciones positivas y negativas sin notarlo y su lenguaje suele ser confuso, vago y poco claro (Moneta, 2003).

Martínez y Santelices (2005), señalan que luego de estos primeros intentos y hasta la actualidad, ha sido enorme la diversificación en la medición del apego adulto. Esto ha implicado complejidades y desafíos a los investigadores, ya que los estudios han surgido desde áreas diversas de la psicología y, además, han realizado distintos énfasis en la conceptualización del apego adulto, en la forma de evaluar, en el foco de la evaluación, en el tipo de instrumentos utilizados, entre otros (Bartholomew, 1994; Bifulco, 2002; Griffin Bartholomew, 1994; Harris, 2002; Hazan Shaver, 1994; Jacobvitz, Curran Moller, 2002; Martínez Santelices, 2005; Shaver Mikulincer, 2002b; Stein, Jacobs, Ferguson, Allen Fonagy, 1998; Stein et al., 2002; Waters, Crowell, Elliott, Corcoran Treboux, 2002). Aún considerando estas dificultades (para un análisis más exhaustivo, dirigirse a las referencias ya mencionadas), se reportarán los resultados más comunes de investigaciones que han utilizado metodologías distintas en sus procesos de evaluación.

ESTILOS DE APEGO Y EMOCIONES CARACTERÍSTICAS

Existe cierto acuerdo actualmente, en relación con la presencia de emociones específicas, en mayor o menor grado e intensidad, en cada estilo de apego. Tomando el aporte de distintos autores, es posible dilucidar qué relaciones se han ido estableciendo y, aunque existe un amplio espectro de investigaciones

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