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Las Aventuras De Ser Maestro


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2014  •  1.554 Palabras (7 Páginas)  •  297 Visitas

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Las aventuras de ser maestro

La enseñanza es una profesión ambivalente, en ella te puedes aburrir soberanamente, y vivir cada clase con una profunda ansiedad; pero también puedes estar a gusto, rozar cada día el cielo con las manos, y vivir con pasión el descubrimiento que, en cada clase, hacen nuestros alumnos. Nadie nos enseña a ser profesores y tenemos que aprender nosotros mismos por ensayo y error.

“era su vida pensar y sentir y hacer pensar y sentir”… Miguel de Unamuno y su preocupación por enlazar pensamiento y sentimiento… Nunca encontré una mejor definición del magisterio: dedicar la propia vida a pensar y sentir; ambas cosas juntas.

La escuela es como un sitio a donde vamos aprender, compartimos el tiempo, el espacio y el afecto con los demás; donde siempre habrá alguien para sorprenderte, para emocionarte, para decirte al oído algún secreto magnifico. En clase tenemos que divertirnos, buscar el ansia de saber y propiciar una atmosfera de investigación, concluye; “y no se piense que se abre la mente de los alumnos, se expande y se llena de nuevos matices y perspectivas más amplias.

El objetivo es ser maestro ser maestro de humanidad, la tarea básica del docente es recuperar las preguntas, las inquietudes, el proceso de búsqueda de los hombres y mujeres que elaboraron los conocimientos que ahora figuran en nuestros libros.

La primera tarea es crear inquietud, descubrir el valor de lo que vamos a aprender, recrear el estado de curiosidad en el que se elaboraron las respuestas. Para ello hay que abandonar las profesiones de fe en las respuestas ordenadas de los libros, hay que volver las miradas de nuestros alumnos hacia el mundo que nos rodea y rescatar las preguntas iniciales obligándoles a pensar.

Cada día, antes de explicar un tema, necesito preguntarme qué sentido tiene el que yo me ponga ante un grupo de alumnos para hablar de esos contenidos, que les voy a aportar, que espero conseguir. Y luego, como enganchar lo que ellos saben, lo que han vivido, lo que les puede preocupar, con los nuevos contenidos que voy a introducir. Por ultimo me lanzo un reto: me tengo que divertir explicándolo. “Pensaba hablando, pensaba viviendo, que era su vida pensar y sentir y hacer pensar y sentir…” Desde esta perspectiva, la enseñanza recupera cada día el sentido de una aventura que te rescata del tedio y del aburrimiento, y entonces encuentras la libertad de expresar en clase.

El primer problema consiste en elaborar tu propia identidad profesional. Esto implica cambiar tu mentalidad, desde la posición del alumno que siempre has sido, hasta descubrir en que consiste ser profesor. Los de primaria el peor problema es la idealización: La formación inicial que han recibido suele repetir con insistencia lo que el buen profesor “debe hacer”, lo que “debe pensar” y lo que “debe evitar”, saben cómo organizar una clase, ni como ganarse el derecho a hacerse oír. “el buen profesor debe motivar a sus alumnos”; una de las principales tareas será la enseñanza de la lectura y la escritura. El profesor novato se encuentra con que tiene claro el modelo de profesor ideal, pero no sabe cómo hacerlo realidad. Tiene claro lo que debería hacer en clase, pero no sabe cómo hacerlo. “El choque con la realidad”. “Profesor ideal”; quienes lo intentan descubren la ansiedad de comparar, cada día, las limitaciones de una persona de carne y hueso con el fantasma etéreo de un estereotipo ideal. El profesor novato tiene que volver a estudiar temas y estrategias de clase, ahora desde el punto de vista del profesor práctico y no del estudiante de magisterio.

Profesor de secundaria, nunca tuvimos una vocación clara de enseñantes…Estudiamos una carrera para otra cosa (matemático profesional, químico, físico,…) Como resultado de este modelo, el profesor que llega al Instituto para explicar Geografía e Historia y con un poco de mala suerte un curso suelto de Ética, se identifica a si mismo como “medievalista”. Nadie se ha puesto a pensar en el problema de identidad que sobreviene a nuestro medievalista cuando se enfrenta a una clase bulliciosa de treinta adolescentes en una zona rural o en un barrio conflictivo. Ellos son investigadores, especialistas, químicos inorgánicos o físicos nucleares, medievalistas o arqueólogos. Algunos profesores consiguen estar a gusto en su trabajo, y descubren que esto pasa, necesariamente, por una actitud de servicio hacia los alumnos, por el reconocimiento de la ignorancia como el estado inicial previsible, por aceptar que la primera tarea es encender el deseo de saber. Lo único verdaderamente importante son los alumnos…Esa enorme empresa que es la enseñanza no tiene como fin nuestro lucimiento personal nosotros estamos allí para transmitir los valores y las certezas que la humanidad ha ido recopilando con él.

El segundo problema a solucionar para ganarse la libertad de estar a gusto en clase hace referencia a nuestro papel de interlocutor. Un profesor es un comunicador, es un intermediario entre la ciencia y los alumnos, que necesita dominar las técnicas básicas de la comunicación. El profesor novato descubre enseguida que, además de los contenidos de enseñanza, necesita encontrar unas formas adecuadas de expresión. Consiste solo en presentar correctamente nuestros contenidos, sino también en saber escuchar, en saber preguntar y en distinguir claramente

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