Mujeres Y Educacion
Enviado por bommmmmmm • 29 de Abril de 2013 • 2.905 Palabras (12 Páginas) • 546 Visitas
MUJERES Y EDUCACION EN EL S. XIX
La enseñanza del siglo XIX, muy influenciada aún por el clero a todos los niveles, sigue contemplando al género femenino en un papel secundario. La iglesia católica tenía un concepto funcional de la mujer: el de perfecta casada, reina del hogar, piadosa, buena madre y buena esposa. Este prototipo correspondía a un discurso ideológico sobre lo doméstico, del cual la iglesia católica era su más agresivo portavoz.
Por esto, su instrucción en establecimientos educativos no estaba dirigido a formar académicas o sabias, sino mujeres piadosas; sabias, eso sí, en manejo de labores domésticas, expertas en trabajo de costura, cocina y, por supuesto, en el cuidado del esposo, de los hijos y del hogar; en ella recaía la educación de los hijos como seres buenos y productivos de la sociedad y de las hijas como buenas amas de casa. Por lo tanto, el acceso al sistema educativo no pretendía de ninguna manera alterar la función social de la mujer, sino buscaba fundamentalmente alfabetizarla y adiestrarla para la misión que la vida le había encomendado: cuidar de la familia.
Con base en lo anterior y tratando de remediar las ideas del momento, en el Estado de México, el General José Vicente Villada, el 20 de marzo de 1889, asumió la gobernatura, atendiendo dos ramos con mayor interés: la Hacienda y la Instrucción. Su administración fue producto de la práctica mesurada de ideas positivistas con las que se aspiraba al mejoramiento de una sociedad previamente condicionada por el orden en las ideas y el trabajo (Baranda, 1987).
Así, el positivismo guió los actos de Villada, dejando ver su propósito: dar a la instrucción pública un carácter práctico, preparando al individuo con capacidad para integrarse de inmediato al trabajo productivo en el comercio, oficina, escuela e industria.
Con este objetivo, el Gobierno del Estado de México propició la creación y transformación de:
• El 11 de septiembre de 1889, el Hospicio de Pobres de la ciudad de Toluca en la Escuela de Artes y Oficios.
• En 1872, el Asilo de Niñas Huérfanas, convirtiéndose el 26 de septiembre 1891 en Escuela Normal para Profesoras y de Artes y Oficios para Señoritas.
• En 1890, la Escuela Teórico-Práctica de Sericultura de Tenancingo.
• El 26 de marzo de 1896, la Escuela Teórico-Práctica de Obstetricia para mujeres en el Hospital de Maternidad e Infancia “Concepción Cardoso de Villada”.
• En 1891, el Conservatorio de Música.
• El 20 de enero de 1895, en Chalco, la Escuela Regional de Agricultura, con la finalidad de elevar la productividad del campo. Lamentablemente, cerró el mismo año de su apertura.
• En 1896, la Escuela Teórico-Práctica de Obstetricia para mujeres.
• En 1899, la mujer tuvo la oportunidad de acceder a las carreras de farmacéutica y telegrafista.
Estas fueron las opciones que tenían las mujeres durante el régimen de Villada, las cuales les permitieron salir de la vida oculta y tradicional, trayéndoles grandes beneficios personales, económicos y sociales.
Actualmente, el concepto de educación, probablemente, es diferente del que se tuvo durante el Porfiriato, ya que en esta época se consideraba la “Educación Moral” necesaria e importante para desarrollar, en toda mujer, los buenos principios y costumbres; mientras que en la “Educación Moderna” se le enseñaba aquellos conocimientos y habilidades que le permitieran integrarse a una vida productiva, salvaguardando así su reputación y prestigió moral, a través del ejercicio profesional y laboral, propios de su sexo.
En 1867, se instituyó la Ley de Instrucción Pública, estableciendo dos niveles de enseñanza: el primario y el secundario; este último dividido en Secundaria, Preparatoria y Profesional; con esto se constituyó la gratuidad y obligatoriedad, siendo lo más novedoso la creación de la Escuela Nacional Preparatoria.
Así, durante este periodo los gobernantes del Estado de México sostuvieron y pensaron que el positivismo era la panacea del progreso de la nación, resultante de cambios evolutivos a través de la educación superior, siendo su máximo estandarte el Instituto Científico y Literario (ICLA), al cual Villada designó grandes cantidades del presupuesto, criticándosele esta acción, ya que descuidó escuelas rurales que, quizá, requerían más atención. El gobierno estableció como expectativas: el crecimiento y fortalecimiento de la industria, y la transformación de los individuos en áreas científicas, que redundarían en grandes beneficios en los aspectos económico y social, mediante la creación de industrias y otros establecimientos como fuentes de trabajo.
De igual manera, se le dio importancia a la instrucción técnica como complemento del desarrollo del individuo, pero en ocasiones se vio como una educación diferente a la científica; con relación a esto, se definió a la Instrucción Técnica como “el desarrollo de las habilidades teórico-prácticas, para manejar y/o producir los medios y procesos del trabajo artesanal, aunque se manifiesta la intención de desarrollar las habilidades para el trabajo” (Baranda, 1987).
En este periodo se dio mucha relevancia a la educación de la mujer, encontrando el siguiente comentario: “El presente siglo ha visto llegar el sufragio femenino y la casi completa emancipación de la mujer de los prejuicios de antaño; casi no hay al presente, profesión u oficio que no haya franqueado la entrada a la mujer; y es de suponer, con muchos visos de certidumbre, que en un futuro no lejano la mujer será profesionista en un 100%, toda vez que haya profesiones para las que la mujer tiene grandes cualidades, por su sensibilidad exquisita y su gran poder de intuición que le resulta tan útil” (Talamas, 1956).
Así, en septiembre de 1891 se estableció la Escuela Normal para Profesoras que, además de impartir la carrera normalista, le daba opción a la mujer para aprender distintos oficios, como la construcción de aparatos telefónicos y telegráficos, relojería, modas y confecciones. Por otra parte, en el Estado de México, la mujer tuvo otras alternativas; por ejemplo, la carrera de farmacéutica (1899), cuyo acceso todavía no prevalecía en la capital de la República.
Los reformadores ilustrados querían educar a las mujeres en el sentido más amplio del término: preparar madres responsables, esposas ahorrativas y compañeras útiles para los hombres. Además de un sólido aprendizaje de la lectura, la escritura y la aritmética, se proponían cultivar su desarrollo espiritual. La doctrina cristiana, junto con los principios básicos de la política y la historia, era esencial para desarrollar una ciudadanía informada. La costura, la cocina y otras habilidades domésticas
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