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PSICOTERAPIA EXISTENCIAL


Enviado por   •  1 de Abril de 2013  •  13.054 Palabras (53 Páginas)  •  548 Visitas

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ALFREDO MOFFATT

PSICOTERAPIA EXISTENCIAL

A mis hijos

Luciano y Malena

y a mis nietas

Candela y Julieta

INTRODUCCIÓN

Este libro es el resultado de largos años de trabajo e investigación con las situaciones de crisis psicológicas, en el momento agudo de la perturbación mental. Esto dio lugar a ver toda la psicopatología desde otra perspectiva, que fue la desorganización de la temporalidad, en vez de la represión de la sexualidad como etiología básica de la enfermedad.

Tal vez este planteo etiológico dependa estrechamente de nuestra actual perspectiva cultural que nace en una sociedad de masas con un acelerado proceso de cambio. En este contexto social resulta más difícil la integración yoica, la identidad.

La hipótesis básica de esta manera de pensar el psiquismo partió de la observación clínica de las crisis agudas, neuróticas o psicóticas, que nos llevó a proponer como punto de partida la suposición de que la conciencia es puntual, y que la vivencia de continuidad yoica es el resultado de una larga conquista del hombre, que adquirió la capacidad de construir secuencias, es decir, poder imaginarse dentro de una sucesión imaginaria de presentes que le sostienen ese presente implacable en donde siempre se encuentra y que constituye en todo momento un salto entre lo que fue y lo que será.

La capacidad de anticipar, de imaginar lo futuro le permitió al hombre separarse definitivamente de los animales, pues estos siguieron encerrados en su presente inmediato, una percepción sin historia, sin posibilidad de autopercibirse, de organizar una identidad en el tiempo.

Toda la cultura la suponemos al servicio de asegurar la continuidad del yo en el tiempo.

Si aceptamos esta hipótesis básica, vemos que la conti¬nuidad del psiquismo (su identidad) no es un hecho dado “natural", sino que es resultado de una construcción imagi¬naria humana, a esa construcción la llamamos el tiempo.

Esto nos lleva finalmente al nudo de la teoría de crisis, donde la enfermedad mental es consecuencia de la pérdida de esta trama cultural de sostén de la continuidad yoica y debido a esto la persona se fragmenta, se disuelve su vivencia de existir. Descubre que el tiempo objetivo no existe. Queda en un vacío paralizado, el cual es tan insoportable que sale de él a través de una restitución neurótica o psicótica (según la gravedad de la fragmentación), que no será otra cosa que una nueva trama de continuidad, una nueva cultura (su de¬lirio o su neurosis) pero que esta vez no es compartida por Ios demás, sino que es subjetiva, que arma un yo, pero un yo encerrado, soIo.

De este encierro lo rescatará su terapeuta (si la tarea es exitosa) que lo ayudará a reingresar a los supuestos culturales compartidos, la trama de continuidad que nos permite a todos nosotros enfrentar la discontinuidad de la concien¬cia y organizar proyectos de vida. Los vínculos y el campo simbólicos nos permiten leer una realidad perceptual que de otro modo sería una seriación caótica, de hechos sin lec¬tura posible.

A lo largo de todo el libro veremos que la tarea del tera¬peuta es devolver al paciente la capacidad de concebir su¬cesiones, de organizar una historia con un sentido, utilizando para ello todas las experiencias que le ocurrieron en su vivir.

Sintetizando nuestra propuesta de salud, enfermedad y terapia, diremos que vivir es un juego difícil, pues es resol¬ver la paradoja siguiente: uno debe cambiar siendo el mis¬mo. En ese proceso se debe atravesar el tiempo, crecer, transformarse en otros (las etapas evolutivas) y, al mismo tiempo, integrar todos los yo que fuimos pero en función del yo que deseamos ser.

En la perturbación del existir que llamamos las crisis (el momento agudo de la enfermedad) se presenta la impo¬sibilidad del paciente de autopercibirse como el mismo que era, la nueva situación lo colocó fuera de su historia, está alienado (etimológicamente, extranjero para sí). El suceder de su vida se paralizó, la percepción no consigue leer la reali¬dad (no hay figura fondo) y el futuro está vacío. Esta es una vivencia de máxima angustia, la persona se encuentra des esperada (no espera más), se desestructuró la lectura prospectiva de su acción. Y ya dijimos que si no hay un "testigo reintegrador" (un terapeuta) que lo ayude a rees¬tructurar su proyecto vital dentro de la cultura, corre el peligro de una reconstrucción subjetiva de los sistemas de estabilización del yo en el tiempo y entrará a la neurosis o la psicosis según lo inaguantable de su vivencia de disolución yoica y sus recursos defensivos aprendidos en la infancia.

La elaboración grupal de este modelo de pensar la en¬fermedad y la terapia fue posible por la tarea asistencial en instituciones de Argentina, Estados Unidos y Brasil y tam¬bién por los cursos y laboratorios dados durante muchos años con Laura Jitric. Esto permitió la discusión y complejización del esquema inicial con el aporte de los alum¬nos desde distintas perspectivas teóricas.

Finalmente deseo agradecer a los maestros y compañe¬ros de tareas de los que seguramente tomé ideas originales para desarrollar esta propuesta, como Enrique Pichón Ri¬vière, Rubén Masera, Ángel Fiasché, Eduardo Pavlovsky, Ri-cardo Grimson, César Janello, y muchos otros con los que compartí momentos de búsqueda y creatividad.

LA CRISIS

La crisis se manifiesta por una experien¬cia de paralización de la continuidad del proceso de vida. De pronto nos sentimos confusos y solos, el futuro nos aparece vacío y el presente congelado. Si la intensidad de la perturbación, sea una crisis de crecimiento (evo¬lutiva) o la consecuencia de un cambio imprevisto (traumá¬tica), aumenta, comenzamos a percibirnos como "otro", es decir, tenemos una experiencia de despersonalización.

Esto provoca una discontinuidad en la percepción de nuestra vida como una historia coherente, organizada como sucesión en la que cada una de las etapas es consecuen¬cia de la anterior. Por lo demás, todos tenemos experien-cias de las crisis psicológicas, pues forman parte del reco¬rrido por diversas etapas llamado vivir, o más exactamente ¬existir.

Para que una situación produzca una crisis, más impor¬tante que el nivel de traumatismo sufrido por el paciente es lo inesperado de la nueva situación que se le exige

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