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Programa De Capacitación: Buenos Modales


Enviado por   •  4 de Febrero de 2014  •  2.308 Palabras (10 Páginas)  •  589 Visitas

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INTRODUCCIÓN

En la sociología los modales son normas de conducta que ejecutadas demuestran que una persona es educada, correcta y refinada, y que se usan para exteriorizar el respeto hacia otras personas.

El lenguaje contiene expresiones de cortesía que se encuentran contenidas dentro de las formas de iniciar, mantener y finalizar una plática. La práctica de dichas expresiones incluye en nuestra sociedad el uso de expresiones lingüísticas como: pedir un favor, dar las gracias, pedir y ofrecer disculpas, saludar y despedirse. Sumado a lo anterior se incluye además el uso de la comunicación no verbal, como lo es la postura que adquirimos al momento de comunicar algo. Tanto las formas verbales como las no verbales dentro de la cortesía buscan afirmar la disposición a hablar con la intención de ser escuchado y recibir una respuesta que se encuentre dentro de las mismas modalidades sociales. Así mismo mediante las formas de cortesía se facilita la actitud de cooperación solidaria en el intercambio y el acogimiento receptivo de lo enunciado por el receptor del mensaje.

 METODOLOGÍA

La metodología a seguir consto de dos fases, la primera de ellas fue la observación directa en el entorno escolar, se observo la cortesía en las relaciones humanas, las palabras de cortesía que se utilizaban y con que frecuencia eran escuchadas en un día normal dentro del salón de clases, en el receso y las conversaciones en general.

Dicha observación se realizo sin registros,de manera aleatoria y de oportunidad, puesto que advertir sobre la observación cambiaria notablemente la conducta en los individuos pues la idea era pasar desapercibido para que fuera lo mas sincera y objetiva posible. Al final de esta se constato que mas del 60% de la muestra observada, aproximadamente, ignora las reglas de cortesía para con los desconocidos y que no siempre dan gracias ni piden permiso para pasar.

La segunda fase se desarrollo con la aplicación de 30 encuestas compuestas de 10 reactivos para medir el nivel de cortesía que manejan los alumnos del Claustro Universitario de Chihuahua.

 TEORIA BASE

Urbanidad, cortesía, civismo, corrección, buenas maneras...

Durante siglos los tratados de civilidad constituyeron una de las piezas básicas de los aprendizajes elementales, uno de los pilares indiscutidos de la enseñanza escolar. Para la sociabilidad son indispensables unas ciertas reglas de juego; ninguna sociedad puede prescindir de ellas. Más allá de todas las contradicciones que sugieren, y de la diversidad de códigos en que se plasmen, siempre será necesario que existan modos de regulación del comportamiento en sociedad.

En la formación del profesorado apenas se viene prestando atención, en los últimos tiempos, a estas cuestiones a pesar de que inevitablemente, en la práctica, se sustentan posiciones más o menos explícitas. Quizá lo que estaba faltando era disponer de un enfoque fiable desde el que plantear las relaciones entre cortesía y convivencia.

Hablar de urbanidad, de buena educación, de saber comportarse; suena con frecuencia a falsedad premeditada, a autocontrol interesado, a rigidez protocolaria, a asunto educativo menor. La cortesía, en efecto, no es precisamente la dimensión más emblemática de la educación sociopersonal (GOÑI, 1996) ni la que más preocupe a la teoría e investigación educativa. Y, sin embargo, se trata de algo tan cotidianamente omnipresente que al profesorado, y quizá más aún a los padres, les plantea frecuentes quebraderos de cabeza. Tras un período histórico de sistemático olvido, cuando no de denigración, vuelve a interesar la cortesía y quizá por algo tan elemental como que, después de todo, es más agradable recibir excusas que insultos, sonrisas antes que muecas, intenciones antes que indiferencia (DHOQUOIS, 1993).

No es nuestro propósito abogar en favor de determinados códigosde urbanidad; nos interesa algo previo: saber cómo entienden laspersonas la relación entre formas de cortesía y sociabilidad humana, cómo organizan su conocimiento acerca de las convenciones sociales. La respuesta dependerá, en gran medida, del enfoque teórico que se escoja. Desde una perspectiva culturalista el conocimiento es algo socialmente construído y compartido; de ahí que las ideas que las personas sostienen sobre las relaciones sociales tiendan a ser similares en el seno de cada cultura pero suelen variar de un contexto cultural a otro.

No es nada obvio ni unívoco el papel que juega la cortesía en la vida social; admite, por contra, interpretaciones muy variadas que, en ocasiones, conectan con referencias históricas precisas.

La cortesía, en palabras de DHOQUOIS (1993), no tiene otra pretensión que establecer una agradable coexistencia entre individuos llamados a vivir juntos. Las convenciones facilitan las interacciones en la vida social. Por eso cuando alguien, tal vez de otro país o de otra cultura, desconoce las reglas de cortesía topa con dificultades, no siempre divertidas, de comunicación.

Es ésta una concepción humanista, y muy erasmiana, de la civilidad. ERASMO publicó el año 1530 un libro, De civilitate morum puerilium libellus, dirigido a todos los niños sin excepción, en el que presenta un código común de comportamientos en orden a facilitar las interacciones sociales y a establecer un vínculo social.

Como recomendación central se proscriben actitudes y gestos que perturben la armonía; la corrección consiste en no desentonar, exige a las personas que limen las asperezas de su conducta para no diferenciarse de los demás. Lo convencional, lo convenido, lo conveniente... viene a resultar precisamente aquello que no desdice, que no sorprende, que no se sale de lo esperado socialmente.

De ahí la relación existente entre cortesía y autocontrol. Para crear las condiciones de un trato agradable es preciso un cierto control personal, un esfuerzo por reprimir incluso el desparpajo excesivo y, desde luego, cualquier conducta o actitud que demuestre superioridad hacia los demás; la cortesía llega a exigir una cierta difuminación de la personalidad.

Cuando el modelo de la civilidad es asumido por la reforma protestante o, dicho de otra forma, cuando la civilidad se hace cristiana, experimenta profundas transformaciones:

(a) dada la tendencia pecaminosa del niño al mal, es preciso preservarle programando un minucioso control, con asombroso detalle de reglas, de todos los comportamientos diarios.

(b) las personas ya no podrán mostrarse como son: las exigencias del decoro, indisolublemente cortés y cristiano, así lo exigen;

(c) donde con más rigor actúan las imposiciones

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