Psicología Infantil, Del Adulto, De La Salud Y Comunitaria.
Enviado por valecmf • 8 de Octubre de 2013 • 7.250 Palabras (29 Páginas) • 466 Visitas
Psicología Infantil
Los niños viven un periodo de rápido crecimiento y desarrollo que representa una clara diferencia frente a la relativa estabilidad de los adultos. Además de los cambios físicos asociados con la maduración, existen importantes cambios sociales, cognitivos y comportamentales que tienen profundas repercusiones para la psicopatología infantil y su tratamiento.
La edad se presenta como uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta, en la consideración y pronóstico de una conducta infantil, dado que lo que puede resultar como absolutamente normal en una edad determinada puede que ya no lo sea en otra edad (pelearse, mojar la cama, miedos o actividad sexual). Conductas de este tipo son consideradas de un modo muy distinto y tienen un pronóstico diferente según la edad del niño que las manifiesta. De hecho la mayoría de los síntomas de los trastornos infantiles son comportamientos adecuados, o por lo menos típicos en las primeras etapas del desarrollo (hiperactividad, inquietud e incluso agresión). Por ejemplo, los estudios epidemiológicos de niños normales muestran que los padres informan que aproximadamente la mitad de los niños son inquietos hiperactivos y distraídos; los síntomas más característicos del trastorno de hiperactividad con déficit atencional.
La edad también ha de ser tenida en cuenta a la hora de determinar si se ha de intervenir, la elección del tipo de tratamiento y cuándo se ha de intervenir. Esto supone una tarea complicada debido a los cambios sistemáticos en los patrones comportamentales y emocionales que se suceden en el curso del desarrollo.
La interacción - padres-hijos
Para mantener una buena relación es necesario que la comunicación sea buena y este siempre abierta.
• Hablar no lo es todo. Es mejor hablar en un tono de voz bajo pero que conlleve una consecuencia real.
• Las tácticas para desarrollar una buena comunicación deben adaptarse a la edad y madurez del niño/a.
El orden adecuado para fomentar una buena comunicación es pasar de más consecuencias con menos palabras cuando son pequeños, y a más palabras con menos consecuencias a medida que se acerca al periodo de la adolescencia. En general, lo mejor es usar más dirección con un niño/a pequeño y más comunicación con un niño/a más mayor.
Ejemplo:
Decirle a un niño/a de 2 años que la estufa quema puede llegar a hacerle comprender con el tiempo que no debe tocarla, pero retirar su mano y decirle firmemente: ¡NO!, le hace comprender de forma inmediata lo que se pretende. Sin embargo, un adolescente al que se le encuentra bebiendo cerveza o fumando puede necesitar un castigo, pero no servirá de mucho si no se le da información sobre el alcohol y las drogas.
¿Cómo escuchar a un niño para que comunique sus preocupaciones, alegrías, sentimientos...?
• Observar su comportamiento
Cuando el niño/a empieza a actuar repentinamente de una forma distinta, es muy posible que intente comunicar algo.
Miguel de 8 años se había vuelto destructivo, rompía juguetes y cosas de la casa. Se descubrió que estaba muy preocupado por la salud de su padre, que era precaria, pero de la que nunca se hablo en su presencia. Con ayuda, fue capaz de expresar sus sentimientos y dejar de manifestar sus miedos.
• Ayudarle a expresar sus emociones
El proceso de enseñar a un niño/a a definir y expresar sus emociones es lento y supone mucha insistencia.
Con los niños muy pequeños es útil utilizar el "árbol del sentimiento". A medida que el niño/a se hace mayor es útil utilizar expresiones como: "Suena como si estuvieras enfadado con Juan"," Parece que te preocupa algo. ¿Qué crees que es? ",... y luego tras una corta charla puede lograrse que el niño/a verbalice que está celoso,....
No hay que olvidar tampoco que no sólo se le ha de enseñar a expresar sus sentimientos sino que también se debe añadir una consecuencia a su comportamiento.
• Tiempo para escuchar
Es muy importante encontrar un rato diario para hablar con nuestros hijos, en el cual nos cuenten lo que les ha pasado durante el día y sus sentimientos, de manera que se sientan libres para darnos detalles.
Cómo entender a los hijos
A continuación ofrecemos algunas ideas que puedan servir de guía para una buena relación padres e hijos:
• Padres e hijos no son iguales en todos los aspectos. La única diferencia es la natural dependencia del niño en relación con la seguridad, el apoyo y la alimentación, que otorga a los padres una responsabilidad natural sobre amplias áreas de la vida del niño.
• Los padres que castigan a los niños que no se comportan como se espera de ellos, no son "malos padres". El castigo sólo es malo cuando:
1. No sirve para cambiar el comportamiento de un niño
2. Acarrea consecuencias no deseadas para el niño
• Los padres promueven el sentido de la seguridad en los niños cuando dicen exactamente lo que pretenden, cuando lo dicen claramente y cuando son coherentes y predecibles en su comportamiento.
• Un niño puede desarrollar su sentido de la responsabilidad sólo cuando se le considera responsable de sus actos. Este sentido de la responsabilidad puede y debe ser enseñado por los padres.
• La autoridad paterna no tiene porqué ejercerse de manera abusiva, mezquina, dura o dañina para el niño. No obstante, la autoridad corresponde a los padres.
• La mayor parte de las dificultades entre padres e hijos surgen de la lucha que se establece por disponer de poder y control. Los padres deben saber cómo ganar esta batalla cuando sea necesario, de modo que puedan otorgar poder a sus hijos cuando sea más aconsejable.
Psicología del joven y del adulto
La juventud temprana y media
• El comienzo de la edad adulta: La juventud
Todo lo que ha llegado a su vida hasta ahora, comenzando desde su nacimiento – las experiencias, los golpes, las alegrías, las influencias – está por desembocar en lo que será su forma "final": Dicho de otra manera, lo que dentro de pocos años él llegará a ser un adulto, ahora en la juventud se le está cristalizando, se le está cuajando. Para darle diferente forma, ya es un poco tarde, aunque no del todo. La juventud es la etapa en que se concreta en su vida aquello que él ha venido recibiendo; de arraigar lo recibido. Pero este arraigo no será tanto por obra de padres, maestros y pastores, sino por el ejercicio de su propia voluntad, decisión y acción. Cabe señalar que, si estuviéramos
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