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Resumen Infancia Y Conductas De Ayuda


Enviado por   •  6 de Marzo de 2015  •  3.759 Palabras (16 Páginas)  •  235 Visitas

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El ESTUDIO DE LA CONDUCTA PROSOCIAL.

Según Eisenberg (1999), todos prestamos nuestro apoyo y consuelo a los demás y compartimos algo con ellos, pero no todas las personas ayudan en el mismo grado y por idénticas razones. Por ejemplo en una guardería tres niñas en edad escolar se comportan de la siguiente manera:

Erin estaba sentada en su mesa con otros niños, jugando con plastilina. Jonathan se acercó a ellos en busca de plastilina y los utensilios necesarios. Al ver que estaban utilizando toda la plastilina, la cara de Jonathan comenzó a mostrar signos evidentes de pena. Erin levantó la vista hacia él, pellizcó un trozo de plastilina, sonrió y se la dio, diciendo: “Toma. Aquí tienes un poco para que juegues”.

Heather estaba sentada en su mesa amasando la plastilina, cuando se acercó Mark en busca de un poco para jugar, pero se encontró con que ya no quedaba. Cuando empezó a mostrar signos de tristeza, Heather levantó la vista hacia él pero no hizo nada. Luego Mark se dirigió a Heather y dijo: “¿Me puedes dar un poco?” Sin decir palabra y sin inmutarse Heather arrancó un trozo de plastilina y se la dio.

Lauren estaba jugando con plastilina cuando Eric se acercó buscando un poco sin éxito; se mostró un tanto apenado y le pidió a Lauren algo de la suya. En vez de dársela, la niña se limitó a decir “No”, agarrándola con fuerza. Después Eric le dijo: “Si me das un trozo, te daré un poco de mi caramelo”. A continuación, Lauren arrancó un pedazo pequeño de plastilina y se lo dio a Eric mientras este le daba un trozo de caramelo.

Puede no tenerse certeza de por qué los niños y niñas tienen conductas prosociales, sin embargo sabemos que estas están presentes en ellos. Aunque se suele definir la conducta social como aquel comportamiento voluntario que pretende beneficiar a otro, por ejemplo, las conductas que tienen como objetivo ayudar, compartir y confortar. Los psicólogos consideran que muchos comportamientos prosociales están motivados por factores como la esperanza de recompensas concretas, la aprobación social o el deseo de aliviar los propios estados internos negativos (por ejemplo, la culpa o la tristeza que produce observar a una persona necesitada). También incluye los comportamientos altruistas es decir, conductas prosociales motivadas por la simpatía hacia los demás o por el deseo de ajustarse a los principios morales interiorizados.

Las conductas altruistas son morales, más que las conductas prosociales que están motivadas por factores como el deseo de evitar un castigo o de obtener una recompensa o la aprobación social.

Es importante entender los motivos que llevan a las personas a ayudar a los demás, para comprender el altruismo y su desarrollo para así empezar a propiciar de manera sistemática el desarrollo de la amabilidad y la benevolencia.

UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA

A pesar de que filósofos como David Hume se interesaron por la simpatía y la conducta prosocial hace siglos, antes de 1970 la mayoría de los psicólogos y educadores se ocupaban del estudio de la agresividad y de otras conductas negativas, no de la conducta prosocial. Dado que la violencia, el robo y la falta de honradez tienen unas consecuencias negativas muy evidentes, no es de extrañar que los investigadores hayan fijado su atención en comprender y paliar estos comportamientos negativos: unas conductas que amenazan el funcionamiento de la sociedad.

El interés por el altruismo y las prácticas humanitarias se desarrolló en la década de 1960, cuando el movimiento de los derechos civiles y la guerra del Vietnam hicieron que muchos americanos se cuestionaran sus valores, protestaran contra lo que se consideraba como una guerra injusta, y exigieran que se terminaran las políticas que discriminaban a las minorías y a los pobres.

En 1964, una mujer joven, Kitty Genovese, fue asesinada brutalmente cerca de su bloque de viviendas en Queens, Nueva York. Nadie llamó siquiera a la policía

Hasta que Genovese estuvo muerta. La publicidad que rodeó a este incidente conmocionó al país, que se dio cuenta de que las personas pueden comportarse de forma completamente apática en situaciones de emergencia, y provocó que los psicólogos intentaran determinar por qué la gente ayuda, o no, a quienes lo necesitan.

PERSPECTIVA GENERAL

El objetivo del libro se centra en los orígenes de la conducta prosocial y cómo se puede mejorar; un objetivo que refleja la creencia en que nosotros, como padres, profesores o miembros de la sociedad, podemos fomentar en nuestros hijos un espíritu de cooperación y de ayuda.

BEBÉS BONDADOSOS Y NIÑOS Y NIÑAS QUE SE PREOCUPAN POR LOS DEMÁS

Durante muchos años, filósofos y psicólogos, pensaron que los niños, desde sus primeros años días, son egoístas y amorales. Esta opinión estaba avalada por la afirmación de Sigmund Freud de que los niños cuando nacen sólo poseen el ello (aquella estructura de la personalidad que se refiere a los impulsos innatos, instintivos e irracionales, y a la propia complacencia) y no desarrollan un superego, que contiene la conciencia, hasta los 4 a 6 años. Esto además se perpetuó con los trabajos de Jean Piaget, que afirmó que hasta los 6 o 7 años los niños eran incapaces de comprender los puntos de vista de los demás. Si los pequeños no pueden entender la opinión de otro, ¿por qué razón iban a estar motivados a ayudar a los demás?

LOS TRES PRIMEROS AÑOS

Los comienzos en conductas prosociales pueden existir ya en el primer año de vida. Los recién nacidos suelen llorar como respuesta al llanto de otro bebé. Algunos autores piensan que estas lágrimas quizá sean las precursoras de una temprana respuesta empática. Aunque existe otra explicación, quizá los niños más pequeños confundan el lloriqueo de otro bebé con el suyo. De hecho los niños de 6 meses raras veces reaccionan con tristeza ante la aflicción de sus semejantes.

No obstante, incluso a los 6 meses a veces los niños demuestran interés por las penas de los demás. Sin embargo, todavía no está muy claro si esta forma de responder de los pequeños es debido a la preocupación o a la curiosidad.

RESPONDER A LA AFLICCIÓN DE LOS DEMÁS

De los 10 a los 14 meses, los bebés se intranquilizan y angustian a menudo cuando ven que otros están afligidos.

En efecto, Martin Hoffman sostiene que los niños, en su primer año de vida, no diferencian con claridad entre ellos mismos y los otros y, por consiguiente, confunden quién es el que sufre cualquier pena de la que son testigos. Cuando tienen un año más menos, las reacciones de los niños ante otros que están

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