Relacion antropologica con el espiritu santo

Tema escogido: “El espíritu y el Espíritu Santo; relación antropológica”.

Pregunta: ¿Nuestros pensamientos y sentimientos son iluminados por el Espíritu Santo?

A través de la historia, se ha hablado del Espíritu Santo en relación a lo divino y trascendental, pero ha sido muy difícil dar explicaciones sobre lo que es verdaderamente esta fuerza que nos identifica, ya que habitamos en un terreno de experimentación y demostración. A pesar del carácter racional del hombre, éste tiene una necesidad de búsqueda de lo trascendental que lo identifique a sí mismo como hombre, por lo que indirectamente busca al Espíritu Santo para iluminarse, pensar y tomar decisiones. Es por esto, que a lo largo de este trabajo, se investigará, analizará y relacionará textos respecto a la relación antropológica del hombre con el Espíritu Santo. Luego se responderá a la pregunta: ¿Nuestros pensamientos y sentimientos son iluminados por el Espíritu Santo?

“Sobre el Espíritu Santo. Espíritu del hombre, Espíritu de Dios”

Para comenzar, se  basará este trabajo principalmente en el texto: CONGAR, “Sobre el Espíritu Santo. Espíritu del hombre, Espíritu de Dios”.

En primer lugar, el texto comienza a hablar sobre la presencia del Espíritu Santo a lo largo de la historia, en donde éste, en Israel, recae sobre algunos hombres para cumplir la voluntad de Dios. Luego, en la formación de la Iglesia, el espíritu actúa como unión de los hombres bajo una cabeza: Dios.

A lo largo de los años, se ha postulado que el hombre es un ser racional, por lo que todo lo que cree, lo comprueba. Es por esto, que cuesta creer en el Espíritu Santo, pero las personas tienen una necesidad del más allá, por lo que el único sentido que les hace es el que el Espíritu Santo es el vínculo entre las personas y Dios.

La oración

El texto habla claramente de la acción del Espíritu Santo en nosotros. Dios actúa en nosotros cada día por medio del Espíritu Santo, pero el hombre, como un ser racional, se cuestiona muchas cosas en la vida, tiene una necesidad de interioridad, de búsqueda de su identidad y de necesidad del Espíritu Santo. ”El mismo Espíritu por el que Jesús ha orado, suscita la oración en nosotros. Y es también el que nos hace reconocer a Jesús como el Señor”^[1].

El hombre, para poder encontrarse en sí mismo, se apoya en la oración ante cualquier duda, y así, interiorizándose, se hace libre, ya que está en presencia del Espíritu Santo, quien le da la libertad al alma. “El Espíritu Santo, da testimonio de que somos hijos de Dios, viene en ayuda de nuestra debilidad e intercede por nosotros”^[2].

Un ejemplo claro que se observa en el texto es la acción del Espíritu Santo en los apóstoles luego de la llegada de Pentecostés, ya que su vida comenzó a ser de oración y testimonio, mientras que antes, juzgaron a Jesús.

 “Dios está presente y actúa en nuestras vidas a través de una fuerza que no violenta, a la que denominamos Espíritu Santo”^[3]. Éste es el mismo Dios en su tercera persona  de la Santísima Trinidad, que se hace presente en nosotros para guiarnos y saciar la necesidad de interioridad de las personas y lograr esa búsqueda hacia él por medio de la oración.

Interpretación de la Biblia

Como nos dice la Palabra de Dios en el Evangelio, “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”^[4], vemos que el testimonio de Dios no fue inventado por los hombres, si no que Jesús al venir a salvarnos, deja encargado su testimonio a los apóstoles para que lo puedan expandir y que las personas puedan tomar el camino hacia la Salvación. A lo largo de todo el testimonio, éstos fueron inspirados por el Espíritu Santo, el cual sigue hasta hoy en día actuando constantemente sobre la Iglesia para mantener la fe del pueblo de Dios.

A la luz de lo anterior, se puede observar como las personas hoy en día entienden el evangelio y lo interpretan: “Existe una profundidad y una serie de aperturas a las que la razón no puede llegar por sí sola”^[5].  La fe es un don que no todas las personas poseen o lo toman en cuenta por diversos motivos de sus vidas. A pesar de eso,  las personas que leen el evangelio y siguen el camino de Jesús guiados por la Iglesia, están claramente iluminados por el Espíritu Santo, ya que el misterio de Dios es algo incomprensible para la mente humana, por lo tanto gracias a la fe y la iluminación del Espíritu Santo, podemos entender la palabra de Dios e imitarla. Como vemos en la Santa Biblia: “Mas el consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho”^[6].

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