La Educacion
Enviado por jackmarroquin • 22 de Octubre de 2014 • 1.375 Palabras (6 Páginas) • 156 Visitas
Nuestro concepto de la educación tiene un alcance demasiado
estrecho y bajo. Es necesario que tenga una mayor amplitud y un
fin más elevado. La verdadera educación significa más que la prosecución
de un determinado curso de estudio. Significa más que una
preparación para la vida actual. Abarca todo el ser, y todo el período
de la existencia accesible al hombre. Es el desarrollo armonioso de
las facultades físicas, mentales y espirituales. Prepara al estudiante
para el gozo de servir en este mundo, y para un gozo superior
proporcionado por un servicio más amplio en el mundo venidero.
Las Sagradas Escrituras, cuando señalan al Ser Infinito, presentan
en las siguientes palabras la fuente de semejante educación: En él
“están escondidos todos los tesoros de la sabiduría”1. “Suyo es el
[14] consejo y la inteligencia”2.
El mundo ha tenido sus grandes maestros, personalidades de
intelecto gigantesco y gran espíritu de investigación, hombres cuyas
declaraciones han estimulado el pensamiento, y han abierto a la
vista los amplios campos del conocimiento; y estos hombres han
sido honrados como guías y benefactores de su raza; pero hay Uno
superior a ellos. Podemos rastrear la ascendencia de los maestros
del mundo hasta donde alcanzan los informes humanos: pero antes
de ellos estaba la Luz. Así como la luna y los planetas de nuestro
sistema solar brillan por la luz que reflejan del sol, los grandes
pensadores del mundo, en lo que tenga de cierto su enseñanza,
reflejan los rayos del Sol de Justicia. Todo rayo del pensamiento,
todo destello del intelecto, procede de la Luz del mundo.
En estos tiempos se habla mucho de la naturaleza e importancia
de la “educación superior”. Aquel con quien están “la sabiduría y el
10
La fuente de la verdadera educación y su propósito 11
poder”2 y de cuya boca “viene el conocimiento y la inteligencia”3,
imparte la verdadera educación superior.
Todo verdadero conocimiento y desarrollo tienen su origen en el
conocimiento de Dios. Dondequiera que nos dirijamos: al dominio
físico, mental y espiritual; cualquier objeto que contemplemos, fuera
de la marchitez del pecado, en todo vemos revelado este conocimiento.
Cualquier ramo de investigación que emprendamos, con el
sincero propósito de llegar a la verdad, nos pone en contacto con
la Inteligencia poderosa e invisible que trabaja en todas las cosas
y por medio de ellas. La mente del hombre se pone en comunión
con la mente de Dios; lo finito, con lo infinito. El efecto que tiene
esta comunión sobre el cuerpo, la mente y el alma sobrepuja toda
estimación.
En esta comunión se halla la educación más elevada. Es el método
propio que Dios tiene para lograr el desarrollo del ser humano.
“Vuelve ahora en amistad con Dios”4, es su mensaje para la humanidad.
El método presentado en estas palabras fue el que se utilizó en
la educación del padre de nuestra especie. Así instruyó Dios a Adán
cuando, en la gloria de una virilidad exenta de pecado, habitaba en
el sagrado jardín del Edén.
A fin de comprender qué abarca la obra de la educación, necesitamos
considerar tanto la naturaleza del ser humano como el
propósito de Dios al crearlo.
Hemos de considerar también el cambio que sufrió la humanidad
por la introducción del conocimiento del mal, y el plan de Dios para
cumplir, sin embargo, su glorioso propósito en la educación de la
especie humana. [15]
Cuando Adán salió de las manos del Creador, llevaba en su naturaleza
física, mental y espiritual, la semejanza de su Hacedor. “Creó
Dios al hombre a su imagen”5, con el propósito de que, cuanto más
viviera, más plenamente revelara esa imagen, más plenamente reflejara
la gloria del Creador. Todas sus facultades eran susceptibles de
desarrollo; su capacidad y su fortaleza debían aumentar continuamente.
Vasta era la esfera que se ofrecía a su actividad, glorioso el
campo abierto a su investigación. Los misterios del universo visible
“las maravillas del que es perfecto en sabiduría”6 invitaban al hombre
a estudiar. Tenía el alto privilegio de relacionarse íntimamente,
cara a cara, con su Creador. Si hubiera permanecido leal a Dios, todo
12 La Educación
esto le hubiera pertenecido para siempre. A través de los siglos eternos,
hubiera seguido adquiriendo nuevos tesoros de conocimiento,
descubriendo nuevos manantiales de felicidad y obteniendo conceptos
cada vez más claros de la sabiduría, el poder y el amor de Dios.
Habría cumplido cada vez con más eficacia el objeto de su creación;
habría reflejado cada vez más la gloria del Creador.
Pero por su desobediencia
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