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Los Mandamientos


Enviado por   •  12 de Junio de 2014  •  4.771 Palabras (20 Páginas)  •  253 Visitas

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Los Diez Mandamientos

Mandamiento. (De mandar). m. Precepto u orden de un superior a un inferior. Cada uno de los preceptos del Decálogo y de la Iglesia.

Decálogo. (Del lat. decalŏgus, y este del gr. δεκάλογος). m. Conjunto de los diez mandamientos de la ley de Dios. Conjunto de normas o consejos que, aunque no sean diez, son básicos para el desarrollo de cualquier actividad

Moisés y el pueblo de Israel

¿Qué son los diez mandamientos?

Desde el inicio te digo con toda mi convicción y amor: Los diez mandamientos son diez recetas que Dios te ha dado para tu bien, para la verdadera felicidad, aquí abajo, y sobre todo diez recetas para conseguir la felicidad allá arriba. ¿Te parece poco y de poca monta?

¿Quieres ser feliz? Cumple los diez mandamientos. ¿Quieres salvarte, es decir, salvar tu cuerpo y tu alma? Vive los diez mandamientos, con mucho amor. Ellos, los mandamientos, son camino seguro de salvación eterna. Sé que esta palabra, salvación eterna, te queda grande y tal vez te asuste.

Los mandamientos son semáforos que en tu camino hacia Dios te marcan lo que debes hacer y lo que debes evitar; te señalan luz verde, luz roja, luz ámbar. Tú sabes lo que pasa cuando no se respetan las señales de tráfico: accidentes mortales, caos, lágrimas, muchas lágrimas. Pero si respetas las señales, te irá bien y llegarás a tu destino, sano y salvo.

¿Es o no oportuno hablar hoy de los diez mandamientos?

Dime si hablar hoy de los diez mandamientos cuando en la conferencia mundial sobre la mujer celebrada hace unos años en Pekín se ha conseguido batir el récord de las trampas del lenguaje: al asesinato del feto lo han denominado eufemísticamente “selección sexual prenatal”, como si la trampa del lenguaje pudiera dulcificar la barbarie.

¡Cómo no va a ser oportuno y necesario hablar o escribir sobre los diez mandamientos cuando hoy llaman al crimen abominable del aborto “interrupción del embarazo”!

Todo el mundo hablase de eutanasia, de buena muerte, de “muerte dulce” al referirse a la “aséptica” liquidación de un enfermo terminal, eso sí, con música de Beethoven de fondo.

Digamos si es o no necesario y oportuno hablar o escribir sobre los diez mandamientos hoy, cuando ha aumentado el número de gente que cree en supersticiones, horóscopos, magia, consulta a adivinos... en vez de creer y confiar en Dios nuestro Padre; cuando hay gente a quien le da lo mismo venir o no venir a misa... y no le pasa nada; cuando hay hijos que protestan, insultan a sus padres lo maltratan , faltan el respeto a sus mayores; cuando se están introduciendo leyes nuevas en las naciones contrarias a la ley de Dios: ley de salud reproductiva, que no es otra cosa que “vía libre” al aborto, a la promiscuidad, al sexo libre; la ley civil y religiosa del casamiento de homosexuales; la ley de la eutanasia y otros desmanes más.

Hoy más que nunca es oportuno, necesario y urgente hablar y escribir sobre los diez mandamientos de la ley de Dios, aunque no guste a algunos. Si no, ¿quién va a parar esa ola de relativismo, escepticismo (consiste en afirmar que la verdad no existe), agnosticismo ante las cosas de Dios? ¿Quién va a parar esa ola de corrupción, degeneración, malversación de fondos, mentiras, fraudes electorales, deshonestidades... olas que pretenden ahogarnos? ¿Quién va a parar esa ola de libertinaje, desenfreno, descaro pornográfico?

Si no hablamos o escribimos sobre los diez mandamientos, ¿quién va a parar a esos médicos asesinos, a esos políticos inescrupulosos, a esos abogados comprados, a esos maestros y sacerdotes -pocos gracias a Dios- pedófilos?

¿Quién va a parar a esas parejas que sin estar casadas, ya están juntadas, viviendo bajo el mismo techo, en la misma cama, como si fueran esposo y esposa, y no se ruborizan, y no les importa lo que de ellos digan, pues “todos lo hacen”?

¿Quién va a parar a esas parejas ya casadas, que ante la primera dificultad y cambio de aire, ya prefieren dejar su pareja, sus hijos... y buscar otro compañero sentimental y afectivo, que le llene esa carencia que necesita?

¿Quién va a parar esa ola de narcotráfico, mafias, guerras, robos?

¿Urge o no urge hablar de los diez mandamientos?

Los diez mandamientos son camino de felicidad, de paz, de armonía, de serenidad, de amor, de limpieza, de honradez. Y sobre todo, son el modo de demostrar a Dios que de verdad le amas, le pones contento, y demuestras que eres su hijo bueno.

División de los mandamientos

Los tres primeros mandamientos se refieren más al amor a Dios. Los otros 7 se refieren al amor al prójimo. Los mandamientos prohíben lo malo, lo que nos aparta del bien y son un don de Dios.

Hoy debe volver a resonar fuerte la voz de Dios que dice: “No tendrás otros dioses que yo”. “Amaras al Señor, tu Dios, con todo el corazón, toda tu alma y todas tus fuerzas y a Él sólo servirás” y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

“Maestro, -le preguntaba el joven del Evangelio a Cristo- ¿Qué he de hacer yo de bueno para conseguir la vida eterna?”. Y Jesús le responde: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19, 16-17).

Los Diez Mandamientos, también llamados “El Decálogo”, son los preceptos divinamente revelados a Moisés en el Monte Sinaí.

Los Diez Mandamientos son una expresión de la ley natural, con la excepción del primero y el tercero. Los 10 Mandamientos son en fin, el fundamento irreversible de la moral.

Sin embargo, el hombre, por su arrogancia, no quiere que nadie, ni siquiera Dios, le prohíba nada: a quien habla de que existe el pecado se le califica de "anticuado", "intolerante", "rígido", "inflexible". Un joven que se mantiene casto, es acusado de reprimido o poco hombre. Esta actitud es producto de una cultura que ha perdido contacto con la realidad.

No debemos minimizar la poderosa influencia del mundo sobre nuestra forma de ver las cosas. El mundo constantemente presenta la mentira como si fuese verdad en los medios de nuestra cultura. Así ocurre en los medios de comunicación, en los comentarios de la gente, etc.

Por tanto, debemos entender que los mandamientos son para nuestro bien y felicidad.

Dios nos da mandamientos porque: 1- Nos ama. Y 2 Son necesarios para vivir felices y evitar nuestra destrucción.

Los mandamientos nos dan a conocer los peligros que destruyen nuestra relación con Dios y con el prójimo y terminan con el amor y felicidad. Pero cuando lo desobedecemos y pecamos,

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