Pedagogia
Enviado por marilynm • 13 de Noviembre de 2014 • 2.954 Palabras (12 Páginas) • 342 Visitas
PERSONALISMO.
El personalismo es un movimiento práxico y conceptual, derivado de la revelación bíblica, en torno al ser humano, a cuya luz recibe la calificación de persona que opera como categoría axial del fenómeno.
Tres raíces últimas nutren este /personalismo: la experiencia religiosa de Dios como Padre, el consiguiente proyecto ético de fraternidad interhumana y el horizonte metafísico del ser como creación amorosa de Dios.
EL CONCEPTO MATRICIAL DE PERSONA.
El término persona equivale al griego prósopon y señala aquello que se ve, lo que está ante los ojos, por tanto, faz, /rostro; también la cara anterior de cualquier objeto. Entre los estoicos griegos y latinos (Séneca), persona llega a designar el individuo humano concreto, en un modo empírico.
En la denominación cristiana de Dios el origen del concepto es teológico, fruto del trabajoso afán por precisar la realidad del Dios uno y trino y la realidad de Jesucristo como Dios encarnado; el lenguaje así forjado se irá trasladando al hombre, imagen suya.
Quien primero asume el término es Tertuliano, echando las bases de la teología occidental del Dios trino, y entregando a la cultura humana un concepto de excepcional relieve: Padre, Hijo y Espíritu son tres personas que constituyen una sustancia.
Tertuliano mismo hablará del hombre como el individuo particularizado, a quien se dirige alguien, referido a algo, con personalidad moral y civil.
Basilio precisará el significado de hypóstasis, persona, como el concreto acto de ser, subsistencia, existencia propia y perfecta en sí. Se establece el concepto humano de persona, el hombre imagen de Dios, que no es miembro de un todo, sino sujeto subsistente, único, irrepetible.
Cuando el hombre, aun analógicamente, sea llamado persona, está recibiendo una cualificación trascendente: ni el cuerpo, ni el alma espiritual son la persona, la cual se radica en el ámbito de lo inefable.
La dignidad del hombre que existe y está dotado de razón y libertad, se resume en su ser persona, y en cuanto tal es imago Dei.
LA PERSONA EN EL PENSAMIENTO MODERNO.
La persona es libertad de un ser racional bajo leyes morales que la razón se da, y esta idea de hombre «despierta el respeto y nos pone ante los ojos la sublimidad de nuestra naturaleza».
Kant rechaza toda instrumentalización de la libertad humana: «El hombre, y con él toda criatura racional, es fin en sí mismo. El es, efectivamente, el sujeto de la ley moral, que es santa gracias a la autonomía de su libertad». Lo único lógico en el hombre, fin en sí mismo, será respetar a los demás fines en sí y amar al prójimo significa convertir en míos los fines suyos.
La persona es en sí y para sí, es subjetividad concreta y viviente . No existe la persona sola, es en el amor donde alcanza vida concreta, y al tiempo universalidad.
La consistencia de las personas se funda en la necesaria comunión interpersonal. El ser de la persona es existir en la /donación de sí al otro y la Trinidad cristiana es la unidad que se realiza en la donación recíproca.
El cristianismo ofrece con el concepto de persona una contribución inestimable a una visión del hombre y una civilización humana.
Dios es el Creador del hombre hecho por El a imagen suya. Con su semántica circular, persona conexiona la identidad de Dios y del hombre y de esta manera se torna un lenguaje irrenunciable en el cristianismo.
La persona, en la perspectiva de Mounier.
Para Mounier “una persona es un ser espiritual constituido como tal por una forma de subsistencia y de independencia en su ser; mantiene esa subsistencia e independencia mediante su adhesión a una jerarquía de valores libremente adoptados, asimilados y vividos en un compromiso responsable y en una constante conversión; unifica así toda su actividad en libertad y desarrolla por añadidura, a impulsos de actos creadores, la singularidad de su vocación”.
Ser espiritual.
Mounier dice de la persona que es un ser espiritual, no reductible a lo material, pues tenemos vocación de eternidad.
Subsistente adhiriéndose a una escala de valores.
Somos lo que somos porque existimos y esta existencia es humana y axiológica: adoptamos una escala de valores en libertad.
Comprometidos con esos valores.
Vivimos esos valores en un compromiso personal y este compromiso es una experiencia comunitaria, es respuesta (diálogo) y responsable por el otro.
Decía Giovanni Papini que la tragedia del hombre moderno no es que venda su alma al demonio, sino que ya ni siquiera el demonio se interesa por comprarla. La filosofía personalista constituye para algunos el síntoma y para otros la respuesta a esa situación de nihilismo, cuando ni el diablo, ni la soledad, ni la muerte permiten responder a la pregunta por el sentido y la “persona” se vislumbra en el horizonte conceptual como alternativa la crisis de la modernidad.
La filosofía personalista es la expresión del existencialismo católico o, si se prefiere, del “inconformismo religioso” que se desarrolló principalmente entre católicos en Francia, pero también, y simultáneamente, en pequeños núcleos judíos y protestantes de Alemania.
El «personalismo» no propugna una filosofía de la historia, ni una antropología, ni una teoría política, sino que se tiene a sí mismo por un movimiento de acción social de tipo cristiano que une fuertes elementos comunitarios con la reflexión conceptual de raíz teológica sobre el sentido transcendente de la vida, asumen el personalismo como una “orientación” de la vida en sentido comunitario.
Para el personalismo “persona” significa mucho más que “hombre”, e incluso simboliza lo contrario de “individuo”.
El movimiento personalista substituye el nihilismo desesperado por la esperanza transcendente y por la experiencia comunitaria.
«En ninguna época han sido las opiniones sobre la esencia y el origen del hombre más inciertas, imprecisas y múltiples que en nuestro tiempo. Muchos años de profundo estudio consagrado al problema del hombre dan al autor el derecho de hacer esta afirmación.
Al cabo de unos diez mil años de historia, es nuestra época la primera en que el hombre se ha hecho plena, íntegramente “problemático”; ya no sabe lo que es pero sabe que no lo sabe.
El hombre es “persona” en la medida en que no se esconde en la masa, ni se deja negar por la tecnología, ni cae en abstracciones conceptuales individualistas.
El personalismo se constituye como lo contrario al colectivismo, donde el sujeto se convierte en número, y como lo contrario al individualismo, que nos vuelve incapaces
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