Sexualidad y Cerebro
Enviado por diegoagarcia • 30 de Noviembre de 2017 • Ensayo • 1.903 Palabras (8 Páginas) • 282 Visitas
Sexualidad y Cerebro
El cerebro y el sexo
Uno de los órganos con una clara heterogeneidad sexual, con diferencias entre hombres y mujeres, es el cerebro, Por ejemplo, en el caso de los hombres, los testículos fetales producen hormonas sexuales que modifican el cerebro y lo masculinizan. Eso hace que, generalmente, los hombres tengamos más agresividad o más interés por las relaciones sexuales que las mujeres.
Hay tres factores biológicos claves para entender las diferencias sexuales cerebrales: las hormonas sexuales, los cromosomas sexuales y el sistema inmunitario. También hay claros aspectos ambientales como: el peso al nacer, los efectos de la nutrición prenatal, el estrés, las infecciones maternas y los cuidados posnatales tempranos, que afectan al desarrollo cerebral a través de mecanismos epigenéticos.
Los estudios han encontrado diferencias ligadas al sexo en el volumen cerebral de niños, adolescentes y adultos. Hay diferencias globales, como por ejemplo, la distinta proporción de sustancia gris en hombres y en mujeres, que van acompañadas de diferencias específicas en cada lóbulo encefálico.
Un estudio del grupo de Michael Lombardo y Simon Baron-Cohen, de la Universidad de Cambridge, ha visto que los niveles de testosterona fetal predicen las diferencias volumétricas que se observan en distintas regiones cerebrales de niños y niñas. Zonas como la corteza orbitofrontal lateral posterior tienen más sustancia gris en niños que en niñas, en concordancia con los niveles de testosterona fetal. Otras regiones como: la unión temporoparietal derecha-surco, temporal superior posterior y el plano temporal/opérculo parietal, son más grandes en niñas que en niños y hay una relación inversa con la testosterona fetal. Finalmente, otras regiones de la amígdala y el hipotálamo son sexualmente dimórficas, mayores en niños que en niñas pero el volumen no es predicho por la testosterona fetal. Todos estos datos indican que la testosterona fetal es un factor organizador del cerebro en desarrollo y un determinante de la variabilidad cerebral ligada al sexo.
Otro aspecto importante de la temporalidad del desarrollo es que hay cada vez más evidencias de que los cerebros de los niños y los de las niñas, maduran a velocidades diferentes. No es extraño, también es así con los cuerpos, por eso las chicas son más altas que los chicos al comienzo de la adolescencia y luego ellos crecen más al final de la adolescencia.
Es interesante hipotetizar que nuestra diversidad de comportamientos debe ser un reflejo de esa diversidad estructural, y preguntarnos si las mujeres agresivas o los hombres a los que no les gusta la pornografía, tendrán la región cerebral correspondiente más parecida al género que muestra ese comportamiento como media, que al que le corresponde por su sexo. Hay ya evidencias en ese sentido: Markus Hausmann, ha estudiado la idea de que los hombres tenemos mejor orientación espacial que las mujeres; pero resulta que de la mayoría de las pruebas realizadas, muy pocas respondían al criterio “sexo” y hubo test espaciales donde las mujeres conseguían mejores resultados que los hombres. Otro resultado interesante es que a pesar de todos los estereotipos, las niñas no son peores que los niños en los temas de ciencias y matemáticas.
En general, un neurocientífico con un cerebro sin cuerpo ni datos puede acertar con bastante probabilidad si corresponde a un hombre o una mujer pero lo que no va a poder determinar es qué perfil va a tener, para qué cosas es bueno ese cerebro, solo sabiendo el sexo de su propietario.
¿El exceso de sexo es una enfermedad?
Omar Mejía, PhD. En Psicología y especialista en adicciones, fue entrevistado en la W radio, a propósito del tema del día: ¿el exceso de sexo es una enfermedad o no?
“Estamos ante una enfermedad, una adicción, es un síntoma de un problema que se basa en la alexitimia, un desorden neurológico que consiste en la incapacidad del sujeto para identificar las emociones propias y la imposibilidad para darles expresión verbal”, indicó el especialista.
Esta adicción se fundamenta en diferentes síntomas, uno de estos es la infidelidad, donde el sujeto se acostumbra a las personas y cuando no puede estar con su pareja tiende a solucionar su necesidad buscando a otra; sin embargo, abarca muchas sensaciones al igual que todas las adicciones, como los celos, la rabia, la soledad, entre otras.
“Es un problema mental, tenemos que darnos cuenta qué es lo que nos lleva a tener estas sensaciones”, señaló el PhD.
Se determina como adicción cuando esta, interfiere las actividades normales y a los demás, “por ejemplo, si estoy pensando en la aventura sexual que voy a tener y esta actitud afecta mi comportamiento cotidiano, si se muestra compulsión estoy teniendo un problema, si existe la negación, o nos sentimos orgullosos de ser adictos al sexo”, aseguró el doctor Mejía.
Esta adicción, como todas, se aprende con el paso del tiempo y las experiencias adquiridas, se empieza a generar una necesidad física que gradualmente se convierte en algo mental.
Según el especialista, los hombres son quienes más padecen la adicción al sexo, pues desde la adolescencia experimentan la masturbación y ello genera la necesidad compulsiva. “Los hombres hacemos el amor con la mente y la necesidad física, las mujeres al contrario, son más entregadas a la pareja y funcionan emocionalmente, con el corazón”, sentenció Mejía.
Finalmente, el especialista concluyó que la adicción al sexo es de las pocas que no se puede abandonar por completo, pues es algo genético y la memoria corporal no logra olvidar del todo.
El sexo adolescente puede tomar el peaje emocional
Las niñas son especialmente vulnerables a los efectos emocionales negativos.
El sexo adolescente - oral o vaginal - puede tener consecuencias emocionales negativas, especialmente para las niñas, según un nuevo estudio en pediatría.
Los padres y los profesionales de la salud, deben ayudar a los jóvenes a prepararse para enfrentar las emociones relacionadas con el sexo, dicen Sonya Brady, PhD, y Bonnie Halpern-Felsher, PhD. Los dos investigadores trabajan en la Universidad de California, San Francisco. Ellos estudiaron a un grupo diverso de 273 estudiantes sexualmente activos en dos escuelas públicas de California entre 2002 y 2004. Los estudiantes, 56% de los cuales eran niñas, todos informaron haber tenido sexo vaginal y/u oral a la primavera del 10 º grado. De los estudiantes, 116 dijeron que sólo habían tenido sexo oral, 43 dijeron que sólo habían tenido sexo vaginal y 114 dijeron que habían tenido ambos.
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