AMPUTACIÓN TRAUMÁTICA
carlos20092324 de Noviembre de 2013
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AMPUTACIÓN TRAUMÁTICA
Debe comprenderse que en el caso específico de la amputación traumática, esta es entendida por Sandí (2002) como la pérdida parcial o total de uno o varios de los miembros el cuerpo, generalmente un dedo de la mano o del pie, o bien un brazo o una pierna; ello debido principalmente a un accidente automovilístico o laboral.
Esta pérdida provoca una serie de problemáticas físicas, sociales y emocionales en a persona que la ha sufrido y en su familia, las cuales ameritan un proceso mediante el cual e dé acompañamiento y orientación profesional en las diversas áreas que contribuyan con l crecimiento, cambio y transformación de la persona y su grupo familiar.
Igualmente, este autor asevera que la palabra “amputación” describe una condición del cuerpo y no al ser humano; “sin embargo, probablemente, cualquier individuo en esa circunstancia la ha empleado alguna vez en este sentido” (Sandí, 2002).
Debe entenderse que el impacto de una amputación traumática, variará según la edad de la persona. Ello, producto del desarrollo cognitivo, ya que esto generará diferentes visiones de lo que es una amputación.
Lo anterior, porque en el caso de un niño, autores como Piaget (1984), plantean que durante el periodo preoperacional tiene un pensamiento al que se le dificultan las transformaciones. Esto se debe a que el pensamiento del niño es estático Por tanto, puede tratar con cosas y situaciones fijas e inmóviles, pero no con procesos que implican cambios. No comprende las causas que anteceden a los efectos, ni tampoco la noción de secuencia.
En tanto, en el adulto según Erickson (1982), una vez que el individuo ingresa en la adolescencia, experimenta una serie de situaciones que modifican su forma de concebir el mundo y su realidad. Así debe entenderse que frente a estas percepciones de las personas, según su edad, la intervención profesional a desarrollarse será diferente y abarcara estrategias y mecanismos diferentes.
Sumado a ello, se presenta la existencia del llamado “síndrome del miembro fantasma”, el cual “se haya representado por sensaciones táctiles y kinestésicas y a veces por imágenes ópticas, que suelen adoptar la forma de la extremidad perdida” (Sánchez, 1992, ).
Lo anterior se presenta, porque las personas se encuentran acostumbradas a tener un cuerpo completo y el “miembro fantasma” de una persona con amputación, es la reacción por parte de las “fuerzas emocionales, de un patrón perceptivo determinado”. Sólo es posible comprender las diversas expresiones de un individuo en esta situación, cuando se consideran las reacciones emocionales y cognitivas de los sujetos ante sus propios cuerpos; este cuadro depende en gran medida de la situación vital de la persona.
Ante ello, las diversas situaciones y problemáticas que genera la amputación traumática conlleva a diversos cambios en la persona y su familia, por ello resulta importante plantear una serie de características que se presentan en las personas que poseen este tipo de discapacidad.
CARACTERÍSTICAS DE LAS PERSONAS CON AMPUTACIÓN TRAUMÁTICA
Las personas que sufren una amputación traumática acarrean consigo una serie de características, tanto físicas como sociales, las cuales pueden variar según la gravedad del accidente y de la parte del cuerpo afectada. Por ello estas no pueden ser pasadas por alto y corresponden a las siguientes áreas:
Lucha por la supervivencia: Bartels (1988) plantea que “las personas traumáticamente lesionadas por un accidente se ven enfrentadas, por la incertidumbre entre la vida y la muerte” (Bartels, 1988, mencionado por Cascante, 2000, p. 47); ello, por la gravedad de las heridas que pueden sufrir, así como los posibles retrasos y complicaciones para salvaguardar la vida en el momento del accidente, evocan una situación amenazante de mortalidad.
Privación físicosensorial: estas personas sufren un dramático descenso en los estímulos sensoriales y sociales mientras se encuentran bajo cuidados médicos, ya que se impide el paso de lo estímulos familiares, induciendo al individuo a un estado de alienación, mediante a creación de mecanismos de autoprotección. Dicho mecanismo da lugar a conductas de evitación, de retirada, o a una disociación emocional con su entorno.
Pérdida del control corporal: dependiendo de la gravedad de la amputación, se puede producir “una situación estresante de dependencia forzada y desamparo físico, principalmente, en las personas adultas físicamente activas e independientes” (Cascante, 2000).
Además, esto implica en ocasiones la pérdida o reducción de funciones esenciales y también la aparición de sensaciones fantasma. Esta situación incide en desórdenes en el control y orientación corporal, creando en gran cantidad de los casos, un estado de miedo y confusión.
Relaciones interpersonales: las relaciones propiciadas por la convivencia familiar, las actividades laborales, intelectuales y recreativas, se ven interrumpidas abruptamente, cuando la persona sufre el accidente y es internada en el centro médico. Lo anterior, hace que su espacio vital del individuo sea eliminado bruscamente, dificultando con ello el apoyo emocional en primera instancia, así como la atención y afecto que las personas le pueden brindar. Postriormente, provocará un mayor apoyo y respaldo emocional por parte de la familia, una vez que la se reintegre a esta.
Cambios en el papel desempeñado en la familia: una de las situaciones más importantes, cuando una persona sufre una discapacidad, como es la amputación traumática, es el desarrollo de su papel en el sistema familiar, y el de las expectativas puestas en él o ella, ello porque “cuando se produce un discapacidad inesperada y la consiguiente hospitalización prolongada, tiene lugar típicamente un abrumador cambio de responsabilidades del (la) cónyuge y otros miembros de la familia”.
En conclusión, la persona que sufre una amputación traumática experimenta una serie de cambios, a nivel físico, emocional y social, entre otros, por lo que la forma como se desenvuelva en esta nueva situación, va a ser determinada fundamentalmente, por particularidades individuales, sin dejar de lado la influencia de su entorno y los recursos emocionales, sociales y económicos con que dispone.
Además, todos los cambios generados en estas personas afectan directamente su ámbito emocional, mediante situaciones positivas y negativas producto del accidente, generando que algunas aptitudes emocionales se vean desarrolladas o afectadas.
CRISIS EN LA PERSONA POR LA AMPUTACIÓN TRAUMÁTICA
En el momento en que una persona sufre una amputación traumática, se genera una crisis, entendiendo esta como “un evento precipitante que conduce a una angustia subjetiva; donde fallan los métodos de enfrentamiento usuales, llevando a la persona en crisis a un nivel de funcionamiento psicológico, emocional y conductual más bajo del que presentaba antes del evento precipitante”
Al mismo tiempo, la crisis que se presenta en este caso es comprendida como una crisis “circunstancial” o “inesperada” estas crisis “emergen con la ocurrencia de algún evento impredecible y extraordinario que no puede ser controlado por el individuo”
Las fases que este tipo de crisis posee, según Caplan (1996) son:
Impacto: hay una elevación como efecto inmediato de la situación externa que inicia las respuestas habituales del individuo para enfrentar el problema.
Rechazo o retroceso: el enfrentamiento o la solución del problema se malogra, por lo que la persona se siente incapaz de abordar las circunstancias mientras que el impacto continuado del estresor fomenta el incremento de la tensión y los sentimientos de ineficacia.
Posterior a estas dos fases, pueden presentarse dos tipos de resoluciones, siendo estas:
Adaptación: en cuanto la tensión aumenta, el individuo puede desarrollar estrategias de enfrentamiento, redefinir el problema y por lo tanto experimentar una reducción de la amenaza que le permite resolver la crisis.
Fallo en la adaptación: en caso de no ocurrir una adaptación, la tensión aumenta hasta un punto en que fracasan los mecanismos adaptativos. Aumenta la posibilidad de síntomas crónicos como memorias traumáticas, indefensión o incapacidad para enfrentar situaciones nuevas, dependencia o una desorganización emocional grave.
Cabe mencionar que en el caso de que la persona no sea capaz de adaptarse a la crisis y por tanto entran en el “fallo de la adaptación”, ella e incluso su sistema familiar, necesitarán de la intervención de profesionales que contribuyan en la adaptación y ajuste psicosocial.
INTELIGENCIA
Definir qué es la inteligencia es siempre objeto de polémica; ante un escenario tan diversificado de opiniones Vernon (1960) sugirió una clasificación de las principales definiciones. La misma se hizo en base a tres grupos: las psicológicas, mostrando la inteligencia como la capacidad cognitiva, de aprendizaje, y relación; las biológicas, que consideran la capacidad de adaptación a nuevas situaciones; y las operativas, que son aquellas que dan una definición circular diciendo que la inteligencia es "...aquello que miden las pruebas de inteligencia"
INTELIGENCIA EMOCIONAL
Daniel Goleman, psicólogo estadounidense, publicó en 1995 el libro Emotional Intelligence, "Inteligencia emocional", que adquirió fama mundial, aunque fueron Peter Salowey y John D. Mayer los que
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