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Bases neurobiológicas de la escritura y lectura


Enviado por   •  13 de Agosto de 2012  •  Informe  •  1.635 Palabras (7 Páginas)  •  582 Visitas

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Bases neurobiológicas de la escritura y lectura

Las primeras descripciones clínicas de los trastornos de la lecto-escritura datan de finales del S. XX, cuando Déjerine identifica los síndromes clásicos de alexia con y sin agrafia (Déjerine J, 1892), en sendos pacientes con lesiones vasculares (infartos parietal y occipital izquierdo, respectivamente).

En base a estas investigaciones se pudo realizar una primera sistematización de las áreas cerebrales de la lectura, siguiendo un modelo conexionista, con la participación de la corteza occipital izquierda (encargada del procesamiento visual), la encrucijada témporo-parieto-occipital izquierda (integración visuo-verbal, con implicación del giro angular en la codificación lingüística y de la corteza temporal posterior en el acceso semántico) y la corteza frontal inferior izquierda (programación motora del habla). El funcionamiento articulado de estas regiones fue avanzado posteriormente por Geschwind (Geschwind N, 1965a; Geschwind N, 1965b), quien explicó la convergencia de la aferencia visual bihemisférica en la corteza occipital izquierda, desde donde la información se proyectaría al giro angular ipsilateral (“centro de las imágenes visuales de las palabras” de Déjerine, siguiendo una terminología análoga a la de Wernicke), pasando entonces a la corteza temporal posterior, y de ahí al área de Broca a través del fascículo arqueado (Catani M, 2008). Como puede verse, toda vez que la información visual alcanza el núcleo de las áreas del lenguaje (en este caso, a través de la encrucijada témporo-parieto-occipital), la información circula ya en paralelo a lo explicado para con el lenguaje oral según el modelo de Wernicke-Lichtheim -la llamada casa de Lichtheim- (Jacyna S, 2004).

Desde un punto de vista neuropsicológico, el proceso lector puede rastrearse siguiendo esta misma disposición neuroanatómica, de tal manera que partiendo del análisis visual que brinda la corteza occipital izquierda, se reconocerían las características ortográficas de las letras y las palabras (léxico ortográfico o visual), por medio de las cuales se accedería a la semántica (común a las distintas modalidades sensoriales -en el caso de la lecto-escritura, tanto al estímulo auditivo del lenguaje oral como al estímulo visual del escrito), desde donde podría operarse una activación de la fonología correspondiente (léxico fonológico), que finalmente permitiría expresar lo leído a través de los programas motores de la fonación y el habla.

Además de esta ruta clásica para la lectura (ruta léxica, también llamada transléxica o semántica), existen otros caminos alternativos que son empleados en determinadas circunstancias, como cuando leemos sin acceder al significado de las palabras (ruta léxico-fonológica o directa, por la que se activa directamente el léxico fonológico desde el visual), o al leer palabras desconocidas o pseudo-palabras (ruta fonológica, peri o sub-léxica, válida de todas maneras sólo para palabras regulares, al depender de una transformación grafológico-fonológica directa desde la aferencia visual, sin un reconocimiento lexicológico). En el día a día, toda persona emplea una u otra vía en función del tipo de palabra, sea ésta familiar o desconocida, las necesidades del momento -rapidez, precisión-, o la exigencia idiomática -lengua materna o extranjera- (Manubens Bertrán JM, 2002).

También en la escritura participan varias vías cognitivas, actuando en paralelo en función de si la palabra nos es ya conocida, y por tanto figura en el almacén del léxico ortográfico (de papel semejante al del léxico visual en la lectura), en la llamada ruta ortográfica o léxica (con o sin acceso a la semántica), o si por el contrario se trata de una palabra poco conocida o asentada en nuestro conocimiento, para cuya escritura debe primar una conversión directa ortográfico-fonológica, llamada nuevamente ruta fonológica, en este caso para la escritura.

La alteración en la capacidad para la lecto-escritura, derivada de una lesión cerebral adquirida (en sujetos alfabetizados), no suele ser por lo general completa, de tal manera que es preferible emplear los términos disgrafía y dislexia en lugar de los clásicos agrafia y alexia. Estos trastornos se pueden clasificar en función de si el problema radica en una alteración netamente lingüística (dislexias y disgrafías centrales), o bien asienta en los subsistemas aferentes o eferentes de este núcleo central de la lecto-escritura (análisis visual en el caso de las dislexias periféricas, transformación de la información grafológica en patrones motores de la escritura en las disgrafías periféricas).

DISLEXIAS PERIFÉRICAS

Son las alteraciones de la lectura debidas a una disfunción en el proceso que va del análisis visual de la información lingüística al léxico visual.

El ejemplo principal es la llamada alexia pura o, clásicamente, alexia sin agrafia, descrita en casos de lesión occipital izquierda, o bien de la aferencia desde la corteza occipital contralateral, principalmente a nivel del esplenio del cuerpo calloso (Déjerine J, 1892; Hirose G, 1977). En ellos se produce una pérdida en la conexión entre el procesamiento visual de la imagen -por otro lado correcto-, y el correspondiente léxico ortográfico, de tal manera que el proceso de lectura carece del reconocimiento lexicológico, dependiendo así de un análisis letra por letra, con la limitación funcional que esto supone. La lectura es posible, pero exclusivamente a través de una vía subléxica, por la cual se accede a la semántica de manera antidrómica, es decir, una vez alcanzado el estadio fonológico

En otras ocasiones es el mismo

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