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Educacion Especial


Enviado por   •  14 de Noviembre de 2013  •  3.131 Palabras (13 Páginas)  •  230 Visitas

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En la actualidad entre 500 y 600 millones de personas en el mundo sufren algún tipo de discapacidad, de las cuales entre 120 y 150 millones son niños y niñas. Además, del 15 al 20 por ciento del alumnado tiene alguna necesidad educativa especial durante su vida escolar (Muñoz, 2006)1. Pese a su peso como colectivo, sólo el 2 por ciento de los niños con discapacidad tiene acceso a algún tipo de educación o rehabilitación y, según datos del Banco Mundial, en América Latina y el Caribe, únicamente del 20 al 30 por ciento asiste a la escuela. Existe, asimismo, una clara interrelación entre discapacidad y exclusión social (De Lorenzo, 2007). Además de la creciente importancia de la discapacidad y de su incremento cuantitativo, se observa la “necesidad de aprovechar las capacidades y conocimientos y la contribución al desarrollo que pueden hacer las personas con discapacidad” (De Lorenzo, 2004: 207).

Por otra parte, la perspectiva actual sobre la inclusión social, y más concretamente sobre la educación inclusiva, no se circunscribe exclusivamente al ámbito de las personas con discapacidad. Se han superado las restricciones históricas que en este campo han existido, y se aboga por la construcción de una educación para todos y entre todos; en definitiva, de una educación inclusiva, en contraposición a la educación excluyente y segregadora heredada, propia de una sociedad también excluyente. No obstante, y teniendo claro que el concepto de inclusión social y educativa abarca un campo más amplio que el de las personas con discapacidad, hemos decidido centrar este artículo en este colectivo, desde una doble perspectiva. Por una parte, desde el plano normativo a través de los tratados internacionales y, por otra, desde el análisis de las recomendaciones realizadas sobre esta cuestión por el Comité de los Derechos del Niño a los informes presentados por cada uno de los países de América Latina.

Pero, ¿qué entendemos por discapacidad? A lo largo de la historia han existido diferentes concepciones de la discapacidad, habiéndose creado en base a ellas diferentes modelos de atención, desde las propuestas más segregadoras y excluyentes a aquellas que plantean la inclusión total. Como muestra de la concepción de discapacidad que se tenía a principios del siglo XX en América Latina tenemos la definición de Marta Villalba, profesora del Centro de Aplicación del Instituto Pedagógico Nacional de Mujeres de Lima en 1931, aplicando el término anormal “a aquello que es irregular o se aparta de la regla general; por consiguiente, llamaremos niños anormales a aquellos que por debilidad mental, perturbaciones psíquicas, anomalías fisiológicas, o por causas extrínsecas a la personalidad individual, quedan rezagados o se apartan de la media o índice de regularidad” (Villalba, 1931:120). Trasladando esto al campo educativo, éstos serían “seres infantiles que por diferentes anomalías no pueden seguir en las clases ordinarias, requiriendo, por lo tanto enseñanza especial” (Villalba, 1931:120). Incluso se llegaba a clasificar a los “anormales” según la caracterización que de ellos hacían Binet y Simon en su estudio publicado en 1907 “Les enfants anormaux”, como imbéciles, débiles e inestables; según lo cual los niños son educables, de una manera u otra, o no. Esta concepción ha tenido una permanencia demasiado larga.

No obstante, los tiempos cambian y hoy en día no se dan por válidas definiciones ni clasificaciones como las expuestas. La definición que nos ofrece Pérez (2004:254), sirve como muestra de lo que hoy se enmarca en este concepto: “la discapacidad, circunstancia personal y hecho social resultante de la interacción de un entorno inadecuado pensado para el parámetro de persona ‘normal’ con la diferencia que presentan algunas personas, es una manifestación más de la diversidad humana, que una sociedad inclusiva y abierta ha de acoger como elemento enriquecedor que ensancha la humanidad y le agrega valor”. Desde esta perspectiva, “no es la discapacidad lo que obstaculiza plena y efectivamente la participación en la sociedad, sino más bien las barreras debidas a la actitud y al entorno en esa sociedad” (Muñoz, 2007).

En la actualidad entre 500 y 600 millones de personas en el mundo sufren algún tipo de discapacidad, de las cuales entre 120 y 150 millones son niños y niñas. Además, del 15 al 20 por ciento del alumnado tiene alguna necesidad educativa especial durante su vida escolar (Muñoz, 2006)1. Pese a su peso como colectivo, sólo el 2 por ciento de los niños con discapacidad tiene acceso a algún tipo de educación o rehabilitación y, según datos del Banco Mundial, en América Latina y el Caribe, únicamente del 20 al 30 por ciento asiste a la escuela. Existe, asimismo, una clara interrelación entre discapacidad y exclusión social (De Lorenzo, 2007). Además de la creciente importancia de la discapacidad y de su incremento cuantitativo, se observa la “necesidad de aprovechar las capacidades y conocimientos y la contribución al desarrollo que pueden hacer las personas con discapacidad” (De Lorenzo, 2004: 207).

Por otra parte, la perspectiva actual sobre la inclusión social, y más concretamente sobre la educación inclusiva, no se circunscribe exclusivamente al ámbito de las personas con discapacidad. Se han superado las restricciones históricas que en este campo han existido, y se aboga por la construcción de una educación para todos y entre todos; en definitiva, de una educación inclusiva, en contraposición a la educación excluyente y segregadora heredada, propia de una sociedad también excluyente. No obstante, y teniendo claro que el concepto de inclusión social y educativa abarca un campo más amplio que el de las personas con discapacidad, hemos decidido centrar este artículo en este colectivo, desde una doble perspectiva. Por una parte, desde el plano normativo a través de los tratados internacionales y, por otra, desde el análisis de las recomendaciones realizadas sobre esta cuestión por el Comité de los Derechos del Niño a los informes presentados por cada uno de los países de América Latina.

Pero, ¿qué entendemos por discapacidad? A lo largo de la historia han existido diferentes concepciones de la discapacidad, habiéndose creado en base a ellas diferentes modelos de atención, desde las propuestas más segregadoras y excluyentes a aquellas que plantean la inclusión total. Como muestra de la concepción de discapacidad que se tenía a principios del siglo XX en América Latina tenemos la definición de Marta Villalba, profesora del Centro de Aplicación del Instituto Pedagógico Nacional de Mujeres de Lima en 1931, aplicando el término anormal “a aquello que es irregular o se aparta de la regla general; por consiguiente, llamaremos niños anormales a aquellos que por debilidad

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