Educacion
Enviado por hitniak • 27 de Febrero de 2014 • 1.879 Palabras (8 Páginas) • 206 Visitas
Insight
Opciones para esta historia
ESCRITO POR UN HOMBRE
16 COSAS QUE ARRUINARON MI MATRIMONIO
1. NO DEJES DE DARLE LA MANO
Cuando empecé a salir con la mujer con la que acabé casándome, siempre la tomaba de la mano. En el coche. Cuando caminábamos. Durante la comida. En el cine. Donde fuera. Con el tiempo, dejé de hacerlo. Me inventaba excusas como que tenía la mano muy caliente o que me hacía sudar, o que me incomodaba ir de la mano en público. Lo cierto es que dejé de darle la mano porque dejé de querer esforzarme para estar cerca de mi esposa. Esa fue la única razón.
SI TUVIERA OTRA OPORTUNIDAD: le daría la mano dentro del auto. Le daría la mano encima de un astro. Le daría la mano en una mazmorra. Le daría la mano con una zorra. Y le daría la mano en cualquier otro sitio, también, aun cuando en ese preciso instante no nos gustásemos mucho.
2. NO DEJES DE INTENTAR SER ATRACTIVO.
Obviamente cuando estaba intentando impresionarla me ponía lo más guapo posible cada vez que la iba a ver. Siempre tenía la barba arreglada. Siempre olía bien. Me aguantaba los pedos hasta que ella no estuviera. Por algún motivo, estar casado me hizo sentir que podía dejar de hacer todo eso. Me acicalaba bien, olía bien, y me ponía ropa bonita siempre íbamos a algún lado o salía yo solo, pero pocas veces o nunca me preocupaba de estar atractivo solo para ella.
SI TUVIERA OTRA OPORTUNIDAD: intentaría esforzarme al máximo para causar buena impresión durante todo nuestro matrimonio. Esperaría a estar en el baño para soltar los pedos, siempre que fuera posible. Intentaría estar deseable para que ella me desease.
3. NO SEÑALES SUS DEFECTOS SIEMPRE.
Por algún motivo, siempre llegaba un punto en el que acababa creyendo que tenía que decirle en qué fallaba y en qué podía mejorar. De seguro que eso no lo hacía cuando estábamos saliendo. No, cuando salíamos solo le daba confianza en sí misma, le decía lo fantástica que era, y me resultaba fácil ver más allá de sus defectos. Pero después de casados, a veces ella no podía ni hacer unos huevos sin que yo le dijera cómo podía mejorar.
SI TUVIERA OTRA OPORTUNIDAD: no diría una mierda sobre nada que en mi opinión pudiera mejorarse. He aprendido desde que mi matrimonio acabó que hay más de una forma correcta de hacer casi todo, y que las imperfecciones de los demás son demasiado bonitas como para intentar cambiarlas.
4. NO DEJES DE COCINAR PARA ELLA.
Yo sabía cómo impresionar a una chica, claro. El broche de oro era una noche en casa, cocinarle un buen menú y pasar una velada romántica. ¿Por qué, entonces, deje de hacer eso por ella después de casados? Sí, claro, metía una sopa de lata en el microondas, o freía unas chimichangas de vez en cuando, pero casi nunca o nunca me esforzaba por hacerla caer en mis brazos cuando ya estábamos casados, con unas patas de cangrejo al vapor, o un plato de pasta sofisticado, o una mesa iluminada por velas.
SI TUVIERA OTRA OPORTUNIDAD: me pondría como prioridad cocinar para ella, y solo para ella, algo estupendo al menos una vez al mes. Y recordaría que la carne de lata nunca es estupenda.
5. NO GRITES A TU CÓNYUGE.
No me refiero a los gritos de enfado. Me refiero a los gritos de pereza. Los gritos de cuando no quieres separarte del programa de televisión que estás viendo o no quieres subir TODA LA ESCALERA hasta el piso de arriba para preguntarle si ha visto tus llaves. No cuesta tanto esfuerzo ir a buscarla, y gritar (por naturaleza) suena exigente y autoritario.
SI TUVIERA OTRA OPORTUNIDAD: iría a buscarla siempre que necesitase algo o quisiera saber algo, y lo haría con educación y agradecimiento. Yo siempre odiaba que ella me gritara a mí, así que, ¿por qué me parecía correcto gritarle a ella?
¡EXTRA! A veces la encuentras haciendo algo adorable que de otra forma te habrías perdido.
6. NO INSULTES.
Siempre me creí el rey de no insultar, pero no lo era. Puede que no la llamara estúpida, o idiota, o algunos de los insultos que ella me dedicaba a veces, pero sí le decía que era una cabezota, o imposible, o que era de trato demasiado difícil. Los insultos son insultos, y usarlos solo creará más diferencias comunicativas que casi cualquier otra cosa.
SI TUVIERA OTRA OPORTUNIDAD: cuando llegase al punto de querer insultarla, me tomaría un tiempo para retomar la conversación después. O mejor aún, utilizaría insultos, pero solo del tipo de«super sexi» o «sensualidad». Aunque estuviera alterado en ese momento.
7. NO SEAS TACAÑO CON EL DINERO.
Como principal sustentador del hogar, siempre era muy tacaño con el dinero. Me quejaba de lo que costaba su champú o de que no pidiera agua en los restaurantes, o de que gastara tanto dinero en cosas como pedicuras o teñirse el pelo. En serio. Yo siempre tenía tantas cosas como ella o más en las que gastar dinero, y al final el dinero se gastaba, estábamos perfectamente, y lo único que conseguía con mis gimoteos y mis críticas era generar una tensión innecesaria en la relación.
SI TUVIERA OTRA OPORTUNIDAD: le diría que confío en ella para comprar lo que quiera cuando piense que lo necesita. Y, a continuación, confiaría realmente en ella.
8. NO DISCUTÁIS DELANTE DE LOS NIÑOS
Nunca hubo una discusión que fuese tan importante o urgente que no pudiera esperar a que los niños no estuvieran delante. Creo que no hay que ser un premio Nobel o un psicólogo brillante para saber por qué ¡discutir delante de los niños es una solución peligrosa y egoísta.
SI TUVIERA OTRA OPORTUNIDAD: nunca, jamás, ni por una vez discutiría
...