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Enviado por   •  30 de Octubre de 2012  •  943 Palabras (4 Páginas)  •  354 Visitas

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PRÓLOGO

DESAFÍOS QUE LA CIENCIA Y LA TÉCNICA DEL SIGLO XX

PLANTEAN AL FILÓSOFO

No sabemos ni podemos saber cómo serán la ciencia y la técnica en el

nuevo siglo. No podemos saberlo porque la invención radical es tan

impredecible como el accidente y porque la espontaneidad no es

programable. Sin embargo, si extrapolamos las tendencias recientes

podemos prever que la ciencia y la técnica seguirán avanzando.

También podemos profetizar que, si se permite que sigan avanzando,

producirán descubrimientos e invenciones, tanto teóricos como

prácticos, asombrosos e imprevisibles. Parafraseando lo que Pablo de

Tarso dijera acerca de su dios: «Ni ojo vio, ni oído oyó, ni el corazón

del hombre jamás imaginó las maravillas que la ciencia y la técnica

tienen reservadas para quienes las aman.»

¿Qué desafíos plantearán a los filósofos esas novedades por venir? ¿Qué

responsabilidades tendrán que asumir? Puesto que no conocemos las

futuras novedades, tampoco sabemos qué desafíos plantearán a los

filósofos. Por esto me limitaré al presente. Más precisamente, me

limitaré a mencionar diez desafíos que, presumiblemente, seguirán en

pie durante unos cuantos años.

1. Defender la investigación básica de los ataques pragmatistas y

neoliberales. Resaltar que el nuevo conocimiento científico, aunque no

tenga aplicaciones prácticas inmediatas, enriquece la cultura tanto como

la enriquecen el arte y las humanidades. Esta tarea de defensa de la

investigación desinteresada contra los filisteos requiere, como mínimo,

una clara distinción entre ciencia básica, ciencia aplicada y técnica, así

como una evaluación de sus funciones respectivas en la sociedad

moderna. Desgraciadamente, el sociologismo-constructivismorelativismo

a la moda niega esa distinción al hablar de «tecnociencia» y

afirmar que todo es construcción o convención social. Por lo tanto, lejos

de hacer contribuciones positivas a la política científico-técnica, inspira

una política utilitarista que exige que la pretendida «tecnociencia» sólo

produzca resultados de utilidad práctica inmediata. Esto es como pedir

peras al olmo.

2. Defender la libertad de la investigación básica contra las

restricciones impuestas por dogmas ideológicos. En particular, defender

la biología y la cosmología evolucionistas de los ataques creacionistas,

y defender las ciencias sociales básicas de los ataques de quienes

sostienen que toda investigación social está necesariamente

contaminada por alguna ideología. Hacerles ver que, aunque una

investigación haya sido motivada por consideraciones ideológicas, será

válida si se ajusta al método científico. En la ciencia, como en el arte, el

resultado importa más que la motivación.

3. Criticar las seudociencias y las seudotécnicas, tales como el

psicoanálisis, la parapsicología, la homeopatía y la microeconomía

neoclásica, no sólo porque afirman falsedades, sino también porque

estafan a sus consumidores. Esta tarea exige, como mínimo, que se

caracterice a la ciencia como una trinidad compuesta por la

investigación, el saber y una comunidad de investigadores que inician o

continúan una tradición de búsqueda desinteresada de la verdad en la

cual se entrelaza la rivalidad con la cooperación.

4. Criticar el posmodernismo por renunciar a los valores de la

ilustración, empezando por la racionalidad, el escepticismo moderado

(metodológico), la objetividad, la búsqueda de la verdad y la propiedad

común del conocimiento básico (a diferencia del técnico). Es preciso

denunciar el posmodernismo como una

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