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El Principe


Enviado por   •  21 de Mayo de 2013  •  1.562 Palabras (7 Páginas)  •  265 Visitas

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EL PRÍNCIPE: manual para gobernar con prudencia.

Nicolás Maquiavelo, el diplomático, funcionario público, filósofo político y escritor italiano, nacido en la ciudad de Florencia y quien viviría entre 1469 y 1527, escribió al menos 21 textos, la mayoría de ellos orientados al tema que más le apasionaba, la política. Sin embargo, sería su libro Il Principe (El Príncipe) escrito en 1513 y publicado en 1531, el cual inmortalizaría su pensamiento y acuñaría su nombre junto a la frase “el fin justifica los medios”, dando origen a la doctrina política que hoy se conoce como el maquiavelismo.

El Príncipe, es el motivo real de que aún hoy, cinco siglos después, el pensamiento de Maquiavelo sea lectura obligada para cualquiera que estudie los temas del Estado, la guerra e incluso, una exitosa campaña empresarial. Por lo cual, es apenas lógico preguntarse ¿de qué enseñanza es portador semejante libro de apenas 70 páginas –dependiendo de la versión publicada-? y ¿cuál es ese pensamiento maquiavélico que nos sugiere una idea de actos inescrupulosos y pérfidos, como lo define la RAE? Son estas dos preguntas las que intentaremos responder en el presente trabajo, dando un paseo por su contenido de modo que sea posible un acercamiento medianamente profundo.

Es justo mencionar, para aportar al entendimiento, que El Príncipe es un tratado de teoría política escrito mientras Maquiavelo se encontraba confinado en San Casciano, por la acusación de haber conspirado en contra de los Médici . El libro fue dedicado a Lorenzo II de Médici , duque de Urbino, en respuesta a dicha acusación, a modo de regalo.

Para dar respuesta a la pregunta inicialmente planteada, debemos observar la estructura organizativa del texto, compuesto por XXIV capítulo, donde diez son dedicados al estudio de todos los tipos de principados, dependiendo del tipo de gobierno, del método usado para obtenerlo y sus relaciones con los súbditos. Cuatro más son dedicados a la relación que debe tener el príncipe con las milicias, sean éstas propias, mercenarias, auxiliares o mixtas. Maquiavelo dedica el grueso número de siete capítulos para ahondar en la relación emocional que debe tejer el príncipe con sus conciudadanos, y los sentimientos que éste debe despertar en el pueblo y cuales debe evitar para gobernar tranquilo. Dos capítulos más son dedicados a la correcta relación que debe tener el príncipe con sus ministros y aliados, evitando siempre a los aduladores y dándoles libertad de opinar solo cuando se les pregunte y sobre los temas consultados. Y un capítulo final al recuento histórico de porqué ciertos príncipes perdieron sus Estados y qué errores cometieron. En cada capítulo Maquiavelo expone referentes históricos, las posibilidades tiene el príncipe para gobernar en ciertas situaciones y cierra con el consejo que el autor considera debe primar en disyuntivas.

Todo esto hace de El Príncipe un completo manual político, no obstante, no es el primero ni el último. De modo que lo que hace de este texto un documento invaluable y actual, es el espíritu del mismo. Para Maquiavelo no es menester de su manual exponer cómo debe ser un Estado ideal donde el príncipe sea siempre bueno. No. Para Maquiavelo su trabajo es una hoja de ruta en el mundo real, donde también el príncipe debe preocuparse por ganar el aprecio de nobles, súbditos y militares como lo deja ver en las siguientes expresiones: “todos los príncipes deben desear ser tenidos por clementes y no por crueles”, “ante la cuestión: si vale más ser amado que temido, o temido que amado. Nada mejor que las dos cosas a la vez”, “no se aparte del bien mientras pueda”, “trate el príncipe de huir de las cosas que lo hagan odioso o despreciable” “que en sus actos se reconozca grandeza, seriedad, valentía y fuerza”, “no se puede llamar virtud a matar a los ciudadanos, el traicionar a los amigos y el carecer de fe, de piedad y religión, con cuyos medios se puede adquirir poder, pero no gloria”; pero también debe tener claro que hay circunstancias donde no se puede ser tan bueno y en esos caso, el príncipe debe hacer lo que sea necesario para mantener el control, pues de lo contrario perderá todo lo tenido, como lo dice en sus palabras, “porque hay tanta diferencia entre cómo se vive y cómo se debería vivir, que aquel que deja lo que hace por lo que debería hacerse, marcha a su ruina en vez de beneficiarse”.

Es precisamente esta tesis la columna vertebral de El Príncipe. De allí, que es apenas natural entender expresiones como: “Y quien adquiera una principado, si desea conservarlo, debe tener dos cuidados: primero que la descendencia del anterior príncipe desaparezca; después, que ni sus leyes ni sus atributos sean alterados”, o “al apoderarse de un

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