El adulto y su aprendizaje

Cada vez y más fácilmente encontramos fuentes  de información que permiten de manera rápida obtener datos relevantes sobre concepciones de nuestro interés. Este aspecto tan común  en la vida cotidiana  también nos lleva a concientizar que nuestro aprendizaje debe estar basado en hechos comprobados, de lo contrario nos encontraremos con informaciones que no responden a nuestros intereses reales.

En este sentido impera la necesidad de establecer parámetros sobre los métodos, criterios y reglas sobre el aprendizaje, ya que estos aspectos permitirán el desarrollo de nuestra madurez adulta para afrontar riesgos, tomar decisiones y solucionar problemas. 

 A principios de los 80, Malcom Knowles padre de la teoría del aprendizaje en el adulto, estableció lo que consideraba las características principales que definen a los adultos que aprenden. Al referirlas parecen aplicables al sentido común; pero a menudo olvidamos al mecanizar el trabajo. Así mismo, fue conocido por el uso de la palabra Andragogía como sinónimo de educación en el adulto. Definía esta como el arte y la ciencia de transferir el aprendizaje en los adultos y aunque ya había sido utilizado por primera vez a principios del siglo XIX por el maestro Alemán Alexander Kapp, al referirse a la escuela de Platón, Knowles fue quien la hizo popular en sus publicaciones.        

A manera general, el adulto aprendiz se distingue porque su aprendizaje es un proceso voluntario, resalta saber dónde adquiere, ordena y utiliza la información. Los errores son un medio para fijarse nuevas metas de aprendizaje y su fuente de motivación es su desarrollo personal y económico. No requiere vigilancia ni supervisión ya que su autonomía le permite tener consciencia sobre sus propios procesos cognitivos que serán objeto de estudio más adelante.

El proceso de enseñanza-aprendizaje tradicional que por años ha permanecido invariable hoy enfrenta los desafíos que plantea la pandemia Covid-19. A raíz de esto, surgieron nuevos modelos de enseñanza y aprendizaje. Las oportunidades educativas han cambiado y sus formas de impartirla también. Las herramientas tecnológicas han mostrado soluciones que definitivamente revolucionan las ventajas de la educación a distancia y que hacen inminente su expansión.

Estando en la búsqueda de nuevas metodologías y competencias, es necesario comprender el rol que como adulto en situación de aprendizaje desarrollamos.

En el comienzo debemos concientizar el conjunto de representaciones de la realidad o conocimientos previos y conectarlos con los adquiridos siendo honestos en que aprendemos  unos temas más fácilmente que otros.

Verificar cualquier hecho antes de darlo como cierto; comprobar la fuente, revisar marco teórico mientras lo comparamos con los estudios recientes; refuerza nuestros objetivos y metas.  

Evaluar  los resultados obtenidos permite integrar nuestro conocimiento con la experiencia.

Así mismo, nuestra identidad debe ajustarse al desarrollo de capacidades físicas, intelectuales y sociales que aplican tanto en lo personal como en el ámbito profesional. A este conjunto de expresiones es lo que consideramos como  madurez la cual refleja nuestra disposición a lograr una realidad. Dichas características podemos revisarlas al respondernos introspectivamente: ¿A qué o de qué dependo?  ¿Mi objetividad se mantiene a pesar de mis emociones? ¿Administro eficientemente mí tiempo para el logro de mis objetivos? ¿Fomento la disposición para convertir mis pequeñas habilidades en grandes oportunidades? ¿Me enfoco en intereses afines o por el contrario surgen diferentes intereses que incrementan mis dudas sin lograr definir mis metas? ¿Tiendo a procurar el bien de las personas o por el contrario no considero a quienes me rodean con tal de lograr lo que deseo? ¿Acepto mis defectos e intento corregirlos? ¿Pienso en las consecuencias de mis acciones antes de dejarme llevar por mis impulsos?

En este mismo orden, encontramos a varios autores que coinciden en que un adulto reúne diferentes intenciones que le guían a participar en un programa de aprendizaje. Esto evidencia que la motivación en los adultos es un fenómeno complejo y dinámico que consta de diferentes propósitos y comportamientos.

En el deseo personal de desarrollar habilidades que me permitan la capacidad de enseñar a aprender, diferentes proposiciones pueden motivarme. Personalmente me atrevo a identificar una de las más relevantes que me ha llevado a iniciarme en estudios de postgrado; a  decuar mi capacidad de aprender para asumir nuevas responsabilidades que me permitan evolucionar y así reorientar mis servicios profesionales a través de la integración perceptual de un nuevo rol como facilitador.

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