Enseñar a pensar historicamente

ENSEÑAR A PENSAR HISTÓRICAMENTE

ANDREA SÁNCHEZ QUINTANA

La reflexión teórica sigue siendo indispensable en la necesidad de la reflexión seria y profunda a los problemas de la enseñanza de la historia. Es lo que constituye la base de un nacimiento constructivo y de una forma de conciencia que permitirá sentar las bases para que la educación se convierta en el mejor sustento para que este país pueda remontar la crisis no económica, sino axiológica en que nos encontramos sumergidos.

La vocación histórica, debe ser uno de los principios que permitan el pleno ejercicio de la dignidad, de la democracia y de la participación en la producción creativa para salir de esta separación.

La historia en particular, deberá orientar, así sea en sentido figurado, a que la Secretaria de Educación Pública se convierta en la Secretaria de la Defensa Nacional.

La historia es un conocimiento vital, es decir, un conocimiento sin el cual no es posible la vida plenamente humana, el ser humano es el único del universo que tiene capacidad de pensar sobre su propio ser, de construir y orientar su desarrollo y puede darse un sentido, un porqué y un para qué.

“El creador de la historia es un ser que se crea así mismo históricamente”, la existencia consiste en dar forma a lo recibido por herencia: biológica y herencia de la cultura. Por tanto, la historia como pasado es causa contribuyente de la historia como acción actual, entender y asumir los procesos sociales y tomar posesión consistente respecto de ellos; esta es la conciencia histórica que es deber de historiadores hacer evidente en los hombres y mujeres de su sociedad, la historia es una ciencia que se cultiva para ser mostrada; es decir, para ser enseñada.

Pablo Escalante historiador decía, que la historia implica, entre otras cosas, un esfuerzo por concebir episodios singulares, el intento por comprender a los hombres de otros tiempos rodeados de sus circunstancias. Pensar en la historia es, evocar con intensidad y cercanía las realidades pasadas. la propensión a explicar y entender asuntos humanos, deber también formar parte del equipo del historiador “una creencia particular por el detalle y un gusto especial por lo viejo”.

La historia es, en efecto, un saber intelectual” y aún más allá la prensa, los sindicatos, los partidos políticos, los centros de trabajo, el cine, el teatro, los templos, la familia, la vida cotidiana, en suma, son todos ellos fuente de conocimiento histórico, en sentido fáctico y concreto, o como productores de categorías filosóficas y sociales, la percepción del presente y del pasado, así como de su proyección hacía el futuro.  

EL conocimiento histórico, pues, se construye para ser difundido, por otra parte, la enseñanza difusión o transmisión de la historia no se produce como un depósito de conocimientos que pasan de historiador- enseñante al educador, los procesos educativos, cual quiera que sea la forma que adopten, llevan siempre un mensaje, una interpretación, una intención.

¿En qué consiste la conciencia histórica?

1. La noción de que todo presente tiene su origen en el pasado.
2. La idea de que las sociedades no son estáticas sino móviles, por tanto, cambian se transforman, por mecanismos intrínsecos a ellas.
3. La noción de que en esa transformación, los procesos pasados contribuyen las condiciones del presente.
4. La certeza de que yo  -cada quien-, como parte de la sociedad.
5. La percepción de que el presente es el pasado del futuro.
6. La certeza de que participo del movimiento histórico y puedo, si quiero, tomar posición respecto de éste.

La historia es una novela inventada por el historiador, la escriben los historiadores o incluso es un conocimiento utilizado por diferentes grupos para justificar su posición o su ambición. Para el historiador implica el compromiso de dar sentido a su quehacer otorgar la razón de ser a la propia actividad, para convertirlo en una forma de conducta y sustento teórico para cada uno de los aspectos, las afirmaciones y los actos que contribuyen su trabajo profesional.

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