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Epistemología De La Pedagogía


Enviado por   •  24 de Julio de 2014  •  2.043 Palabras (9 Páginas)  •  249 Visitas

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Ante un reto tan ambicioso como este de poder emitir concepto alguno sobre un tema de tan alto nivel para una persona que, como yo, ha vivido la Educación, Formación, Pedagogía desde una experiencia más bien empírica, resulta imprescindible realizar una revisión teórica de conceptos.

Primero, parto de una experiencia personal, dedicada profesionalmente al manejo de programas de capacitación para adultos en dos ámbitos muy diferentes, cuya necesidad común era la de buscar un “mejor estar” a través de la educación.

Por un lado, están los trabajadores – operarios de una empresa de palma de aceite con un nivel alto de analfabetismo, con todas las consecuencias culturales y sociales que ello implica. Allí, era imprescindible implementar un programa de alfabetización cuyo logro inmediato fue el tener una “ceremonia de graduación”, un año después de iniciado el programa, con 8 alumnos que obtenían su certificado de quinto primaria. Esto, complementado con seminarios y talleres sobre desarrollo humano (autoestima, valores), economía del hogar, entre otros.

Por el otro, están los profesionales asociados a la cooperativa financiera más importante del país, quienes acudían al área de Educación de la misma, buscando seminarios y talleres especializados en cada una de sus áreas de trabajo: temas tributarios, legales, médicos, de economía solidaria y principalmente sobre desarrollo humano como programación neurolingüística (PNL), motivación personal como base del éxito, terapias de autocontrol, manejo de conflictos, entre otros.

En estos dos campos de acción, que me ocuparon durante casi 12 años, se tiene clara la necesidad de “educarse para mejorar”.

Ahora bien, en este momento se me ha dado la oportunidad de mi vida, pues hago algo que me encanta y me pagan por ello. Esto es dedicarme a la educación de niños y adolescentes.

Y es aquí donde surge la necesidad de saltar la malla desde la educación vista como los diagnósticos e implementación de programas con un enfoque de tipo más bien comercial y/o político – institucional, hacia el otro lado, el de la educación obligatoria, aquella que está moldeando a los hombres y mujeres del mañana.

Ahora, en este punto, luego de hacer la revisión bibliográfica, incluyendo la facilitada por mi docente de la Maestría en Educación, surgen las inquietudes con respecto a los dos esquemas o “experiencias” aquí planteadas: ¿Podemos hablar de Educación en los dos casos?, o ¿de Formación? Y ¿qué papel juega aquí la Pedagogía? Y además, ¿cómo podemos aplicarla eficazmente?, lo cual implica otra cuestión: ¿Cómo conocerla? O por lo menos ¿definirla?

Haciendo una revisión conceptual, podemos inferir analógicamente un dominio de la cultura de la Formación, tal como lo expresa Herder, quien de acuerdo con Vierhaus “fue formación el concepto central, tanto de la meta y la intención de todos quienes trabajan en el mejoramiento de los hombres…” (1)

Desde este punto de vista, considero que tanto en mi experiencia con los adultos como en la actual con niños y adolescentes, la única diferencia está en los plazos o tiempo de trabajo para llegar a visualizar esa meta de mejoramiento (una formación real y no un “saber recitar” aquello que el docente dice). Por razones lógicas en los adultos se prevé un resultado muy próximo y concreto con relación al tiempo requerido para el caso de los niños, lo cual está dado por el mismo planteamiento de objetivos a conseguir en los programas inmediatistas y muy puntuales trazados para los programas de adultos.

Vale la pena destacar que tanto en uno como el otro contexto, se presume culturalmente la existencia de un proceso de “formación”, cuyo concepto ha sido objeto de intensos análisis por parte de los grandes pensadores a través de la historia, principalmente en el siglo XVIII.

Lo que quiero resaltar aquí es el manejo de la imagen conceptual, pues así como “Formación se convirtió para Herder en un concepto autónomo, puesto que era evidente que este proceso llegó a ser el asunto más importante del hombre en la historia y en el presente” (2), en “Goethe mismo, el proceso del desarrollo y la formación individual estuvieron en el centro de su atención…” (3) y “todo lo que nos toca deja huella y todo contribuye imperceptiblemente a nuestra formación” (4). Y, al menos en mi experiencia de campo, prevalece este concepto en nuestros medios sociales en los cuales, palabras más, palabras menos, como padres y docentes replicamos a diario.

Si por otra parte, retomamos a Goethe y damos una mirada a los planteamientos de Hegel, quienes consideran a la cultura griega como base del desarrollo y avance no sólo de las ciencias y del hombre mismo, sino además de la propia humanidad, por los valiosos aportes hechos desde su fundamento formativo, vemos que se mantiene una atribución progresista relacionada con la importancia que se dedique a la formación en el contexto social, político y económico.

La diferencia histórica de dicha relevancia tan evidente está en la tendencia clasista, que otorgaba el privilegio de la formación tan sólo a la burguesía y nobleza. Y de la Europa ilustrada con los tintes de la Revolución Francesa se da un “complemento” importante para empezar a plantearse la formación escolástica como privilegio de todos, dando la opción de la educación pública.

Tomando en cuenta la importancia que se otorga a la Formación, que pudo nacer con los griegos evidencialmente, la historia ha marcado enfoques diferentes, pues así como en la antigüedad se enfatizaba en la formación del espíritu y de los seres sociales, también surge la necesidad de formar para la industria o para administrar el Estado, con todas las presiones políticas que implica intentar desalojar el privilegio de unos pocos, principalmente cuando esos pocos son quienes poseen el poder económico en sus manos.

Es así, como después de todo un proceso histórico – político y social se ha venido gestando e implementando un derecho igualitario a la educación, aunque sin rayar de socialista radical, somos conscientes que este objetivo no se ha logrado en un 100%, pero también es cierto que en lo concerniente a la educación básica, los esfuerzos hechos han alcanzado grandes logros de cobertura.

Hasta aquí tengo clara una conciencia general acerca de la importancia de que todos los seres humanos accedamos a las aulas. Pero, de acuerdo con el marco conceptual, acudimos ¿a qué?: a ¿formarnos?, ¿Educarnos? O simplemente para ¿aprender? O como muchos suelen decir: oír ¿algo diferente? O para saber lo que dice el loquito “estudiado” que se posa frente a un auditorio?, o simplemente para tener un cartón que sirve para…?

Empiezo con el término Educación.

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