Frijoles Saltarines
Enviado por dockoso • 6 de Febrero de 2012 • 596 Palabras (3 Páginas) • 836 Visitas
En el norte hay frijoles muy curiosos de mirar porque tiemblan, se estremecen y se mueven sin cesar. Por el porte son iguales al fríjol que hay por acá, pero saltan, brincan, danzan y se agitan sin parar.
Ese gran misterio un buen sabio estudió, y al abrir el frijolito toda su ciencia se sorprendió. Porque hay un insecto chaparrito y bailador que se mete, no sé cómo, a divertirse en cada fríjol.
Recuerdo que cuando era pequeño me divertían mucho unos dibujos animados en los que se caricaturizaban unos frijoles saltarines que realizaban piruetas increíbles… Ya mayor, un buen amigo y socio nos juraba que siendo pequeño su padre le había conseguido unas asombrosas judías que se movían respondiendo a estímulos externos. No le hicimos mucho caso y yo seguí pensando que esos seres extraordinarios se debían a la mente calenturienta de algún dibujante. Pero en 1990, en un centro comercial de Orlando, descubrí la realidad de mi entretenimiento infantil (y la de mi compañero). En un Radio Shark compré un par de cajas de “Real Mexican Jumping Beans” y comenzó mi interés por estos pequeños seres. Lo cierto es que en las múltiples veces que he estado en México después de ese año, he preguntado siempre por los “brincadores”, que es como se les llama en ese país. En algunos casos me han llegado a tachar de inocente y crédulo, afirmando que no existían y que se trataba de un mito infantil. Me temo que el fenómeno tampoco se conoce bien en su país de origen. Y cómo fastidia que no te crean, ¿verdad Nico?. Bueno, Nico nos trajo la semana pasada algunos de ellos, con los que pasamos un buen rato.
Álamos, en el estado mexicano de Sonora es, según ellos mismos afirman, la “capital de los frijoles saltarines”, que sí saltan aunque en realidad no son frijoles. Se trata de las larvas de una pequeña polilla (”tineoidea laspeyresia saltitans“) que deposita sus huevos en la flor de un espinoso arbusto, común en la zona “sebastiania bilocularis” (o “sapium biloculare“) perteneciente a la familia de las Euphorbiaceae. Cuando sale del huevo, la larva entra en la vaina de la semilla y sigue creciendo dentro; se come la semilla y construye una especie de telaraña, de la que tira haciendo “saltar el frijol”. El resultado es muy curioso: un grupo de judías haciendo bruscos movimientos y saltando, como si tuviesen vida interior (de hecho, poseen una vida interior).
Los “frijoles saltarines” sólo se pueden encontrar en Álamos y algunas zonas desérticas de alrededor (Sonora y Chihuahua), alcanzando precios muy elevados desde que se venden masivamente por Internet (de tres a cinco frijoles pueden conseguirse por algo más de un euro). La “cosecha” anual llega a un par de millones de frijoles que empiezan a “brincar” unos 20 días después de las primeras lluvias (sobre junio) y no paran hasta cinco o seis meses después. Si se conservan “en frío” pueden
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