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Funciones De La Enfermera Materno Infantil Y Su Historia

alseir23 de Agosto de 2014

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 DESCRIPCIÓN DE LAS FUNCIONES DE LA ENFERMERA MATERNA INFANTIL.

Prevenir la presencia de cualquier tipo de complicaciones o enfermedades que pueden alterar el normal ciclo reproductivo con el control y cuidado, cuidar la nutrición, signos vitales de la madre y del niño y en el nacimiento: del parto y el posterior desarrollo del recién nacido y su crecimiento y adaptación. Los riesgos para la salud de la madre y del niño pueden ser prevenidos, detectados y tratados con éxito, mediante la aplicación de procedimientos.

Las acciones propuestas tienden a favorecer el desarrollo normal de cada una de las etapas del proceso gestacional y prevenir la aparición de complicaciones, a mejorar la sobrevivencia materno- infantil y la calidad de vida y adicionalmente contribuyen a brindar una atención con mayor calidez. Las acciones de salud pueden ser reforzadas si la madre recibe la orientación adecuada sobre los cuidados prenatales y los signos de alarma que ameriten la atención urgente y se corresponsabiliza junto con su pareja o familia

 Atención materno infantil concepto

La salud materno infantil (MI) brinda un servicio de atención a la mujer embarazada desde la concepción, gestación, parto, puerperio y al desarrollo del niño hasta su adolescencia.

También está encaminada a atender los problemas de salud de la mujer (ciclo reproductivo desde la pubertad hasta la menopausia, independientemente de que tenga o no hijos o relaciones sexuales.

 Objetivo

La finalidad es el nacimiento de un hijo sano en el seno de una familia capaz de criarlo adecuadamente (entorno familiar saludable), o sea, promover un embarazo, parto y puerperio sin problemas (bienestar materno), asegurar el bienestar del recién nacido hasta la adolescencia y adicionalmente el bienestar familiar (concepto integral: madre, niño y familia). Esta será la base de la salud del adulto.

 Objetivos específicos:

• Valorar las necesidades de salud.

• Prestar cuidados adecuados a cada caso particular.

• Manejar correctamente la medicación especifica.

• Colaborar y/o realizar las técnicas de enfermería de cada unidad de hospitalización.

• Trabajar en equipo con todos los miembros de la unidad, paciente y familiares.

 Evolución histórica desde la aparición de Tlamatquiticitl

Desde el México antiguo hasta nuestros días, la atención primaria de la salud siempre ha estado en manos de las mujeres; durante siglos el cuidado de la familia, incluyendo la atención del embarazo, el parto y el cuidado del niño sano, estuvo en manos de las mujeres llamadas “tamatquiticitl” o “ticitl”.

Esta mujer partera entre los aztecas, tenía una función muy relevante dentro de la sociedad y contaba con un prestigio diferente al de las demás mujeres. Ella tenía la categoría de sacerdotisa, de socializadora, de consejera en asuntos matrimoniales, de educadora en salud y otras más que la hacían una mujer sabia.

Sus conocimientos y habilidades las aprendía de su abuela y de su madre. Esta mujer cuando ya había tenido un hijo, contaba con conocimiento de herbolaria y se le consideraba lo suficientemente preparada en su trabajo, entonces presentaba un examen de destreza para recibir la licencia de la instrucción pública para ejercer.

La tlamatquiticitl realizaba una multitud de actividades como son visitas periódicas a los hogares, lo que le permitía darse cuenta de las necesidades de la familia. A través de una enseñanza, que podía llamarse tutelar, ejercía una influencia decisiva sobre los rituales de la salud, orientando a las mujeres sobre aspectos de higiene y cuidados durante el embarazo; aconsejaba acerca de las normas de la moralidad para el buen desempeño de las prácticas sexuales, explicaba los rituales para la prevención de malformaciones en el feto, atendía el baño del recién nacido, promovía la lactancia maternal, enseñaba sobre las medidas de saneamiento de la vivienda y ambiental.

Así mismo detectaba y curaba enfermedades venéreas en la pareja.

En estas actividades se incluía también su función de socializadora desde el momento que el niño o niña nacían, dándoles la bienvenida y explicándoles cuál sería su destino y el papel que les correspondía de acuerdo al sexo del recién nacido. Iniciaba la convivencia materno – infantil colocando al recién nacido en los brazos de su madre en el momento de nacer. También le ponían el nombre y a través de sus enseñanzas conocería los patrones culturales vigentes.

En el aspecto psicológico, durante todo el embarazo preparaba a los futuros padres para la aceptación y recibimiento del hijo. Les enseñaba a respetarse como pareja y daba consejos para el mayor entendimiento en sus relaciones matrimoniales.

De acuerdo al historiador Bernardino de Shagún, la mujer que iba a tener un hijo, se protegía bajo infinidad de deidades: la cihualcoal, primera mujer en el mundo que había parido sus partos siempre gemelares; xochiquetzal, diosa de las embarazadas; macuixóchitl, dios de la procreación, también conocido como auiateótl, dios del placer; quetzalcoatl, bajo cuya protección se ponían a las mujeres estériles.

Desde el momento que la recién casada se sentía preñada, la tlamatquiticitl, pasaba a formar parte de la familia por la importancia que representaban sus cuidados.

Los familiares hacían una ceremonia haciendo recomendaciones a la embarazada, y ella daba diversos consejos de higiene como los siguientes:

En cuanto a la higiene mental decía:

También daba consejos para prevenir las posibles malformaciones en el feto diciendo:

Al acercarse la fecha del parto, se le proporcionaban los baños de vapor en el temascal y se procedía a la exploración del vientre de la embarazada para darse cuenta de la posición del producto, y cuando era necesario, se efectuaba la “acomodación” por maniobras externas, a esto se le denominaba “tlaolinztli”.

En las visitas prenatales, la tlamatquiticitl, propiciaba que las posibles crisis no afectaran las relaciones conyugales, pero sobre todo se preocupaba de que la embarazada se viera rodeada de un clima de felicidad. En su papel de sacerdotisa oraba y encomendaba a la embarazada al cuidado de xochiquetzalt, diosa del embarazo. Cercano al tiempo del parto, aconsejaba que no se efectuara contacto carnal para que el parto no se dificultara, y el feto no viera “aquello” y después lo narrara. Se consideraba que el acto sexual era un acto privado.

Es importante hacer notar que esta partera usaba la medicación, como son los oxitócicos como el cihuapatli, para producir las contracciones en la matriz, para atenuar el dolor, el ayonchuatl, y el xaxahuactli como preventivo de las posibles fracturas en el producto, esta eficaz herbolaria aún es utilizada en algunas comunidades por la partera tradicional.

En el Códice Tudela hay una cita de interés sobre la práctica de las parteras… cuando iban a partear a alguna mujer, si tenía un parto difícil, la vieja le decía: que no podía parir si primero no le descubría con cuántos hombres, sin su marido, había tenido parte, y la preñada lo descubría, sin ocultar cosa alguna porque tenía entendido que si no lo decía no pariría, y si por ventura alguna moría de parto decían que no había descubierto todo lo que había hecho, y si el niño moría en nacimiento decían lo mismo y esta vieja lo descubría después a quien quería y aun a su marido si quería. Y cuando acontecía nacer algún niño con ronchas o bermejo, decían las viejas: que fue algún antojo o de comer carne humana o de algún perrillo.

Una vez llegado el momento del alumbramiento, las parteras aztecas cuidaban de mantener intacta la bolsa de aguas para conseguir una dilatación progresiva del cuello del útero y realizar el parto con el menos trauma posible. El parto tenía lugar en cuclillas.

Sahagún narra la habilidad y la destreza de la ticil en su oficio, relata que cuando ella notaba que la criatura estaba muerta dentro de la madre y la mujer estaba en gran pena, metía la mano por el lugar de la generación de la parturienta y con navaja de piedra cortaba el cuerpo de la criatura y se lo sacaba a pedazos. También habla que estas parteras practicaron la extracción manual de la placenta, salvando la vida de la mujer. El cordón umbilical era cortado con las uñas o con un pedazo de obsidiana o de otate, nunca con instrumento de metal, porque decían que el metal es frio y le hacía daño al niño. Terminado el parto se dejaba a la madre acostada diciéndole que guardara quietud por lo menos cuatro días y ya se acostumbraba fajarlas por el vientre.

El recién nacido recibía una cuidadosa observación de su estado físico y psíquico por parte de la partera, acompañado de rituales. Al nacer la criatura, ella le daba la bienvenida, “explicándole” el papel femenino o masculino que tenía que jugar toda su vida dentro de la sociedad azteca. Después de bañar y vestir al recién nacido se lo entregaban a su madre, propiciando así el acercamiento afectivo necesario y compartiendo con ella el momento emotivo de conocer a su hijo.

El nacimiento del hijo iba seguido

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