Itroducción Literatura Infantil
Enviado por shidalgoh • 1 de Mayo de 2013 • 5.946 Palabras (24 Páginas) • 398 Visitas
1. Resumen.
En España, no hace aún veinte años, la literatura infantil era un hecho aislado, casi anecdótico, en el conjunto de la producción editorial del país, a parte de que su existencia era ignorada en casi todos los sectores sociales, incluida la Universidad y, en general, el conjunto del sistema educativo.
En los últimos años, el sector editorial del libro infantil ha vivido en España un espectacular crecimiento: Ej; entre 1980 y 1987 se ha doblado la producción respecto a lo que existió en el período 190-1980. A ello habría que añadir, la existencia de algunas publicaciones periódicas especializadas, la creación de bibliotecas concebidas exclusivamente para atender a esta literatura, así como, el impulso recibido en estos sectores sociales ya señalados.
Además, debemos tener en cuenta dos aspectos:
- Tradicionalmente, en E.P los docentes, lo que han hecho es seleccionar libros y hacer mínimas actividades para animar a la lectura. Este argumento era utilizado por los contrarios, advirtiendo que esto era un método para que los niños pasaran de la literatura infantil a la adulta.
- La verdadera impulsora de la LIJ ha sido la escuela. Hace pocos años en las Bibliotecas no había libros para niños, y sin embargo, en la actualidad no existen únicamente libros, sino zonas habilitadas para que los niños lean.
2. Concepto de LIJ y sus definiciones.
Polémica en torno al concepto de LIJ:
Las inclinaciones de Pardo Bazán por la literatura infantil perseguían las publicaciones de obras religiosas y morales que fueran acordes a los jóvenes en esa edad, por lo que afirmaba al respecto: “En España no existe una colección de cuentos para la infancia que reúna el carácter nacional, la acabada maestría de la forma y la enseñanza alta y pura…”; vivimos de prestado de Francia y Alemania, que nos envían cosas muy raras y opuestas a la índole de nuestro país. (Citamos por Bravo-VIllasante, Historia de la literatura infantil española)
Como bien apuntaba Bravo-Villasante, la literatura infantil decimonónica y de comienzos del siglo XX, contó con numerosas obras anónimas, ya que se concedió más importancia a la publicación del volumen que al reconocimiento intelectual del autor: “por lo que se refiere a los autores, en los cuentos de Calleja reina el más absoluto anonimato. No sabemos quién escribe todas estas numerosas versiones que aparecen sin firma al cobijo de una entidad editorial”
Las posibles causas de este anonimato las encontramos en la valoración que se hacía de la LIJ a lo largo del siglo XIX y XX, en cuanto a la literatura menos e intranscendental no faltan comentarios en este sentido, citamos la opinión que tiene Antonio Trueba (1829-1889), escritor de periódicos infantiles de este género: “creo impropio de un bárbaro el gastar tiempo contando cuentos (… ) Porque ésa es literatura cuyo monopolio debe dejarse a las madres de familia.”
Crítica que sigue vigente en el siglo XX. Pues confirma Bravo- Villasante que la literatura infantil estaba considerada como un género de ínfima categoría y que casi siempre se ha tratado displicente al escritor que desciende a este bajo menester.
Este motivo pudo originar la poca importancia concebida por Fernández Santana a los primeros cuentos de la colección, cambiando este hecho tras su recolección de los títulos en un volumen conjunto.
Sobre el panorama de la literatura infantil en España afirmaba en 1876 la editorial Subirana que en nuestro país, o porque carecemos de libros a propósito o porque la mayor parte de los padres creyese poco eficaces los resultados que para la educación moral y religiosa de los niños puede dar la lectura de obras en que la amenidad y la instrucción sirvan como de medio para moralizar, no se ha generalizado aún bastante entre nosotros ni la costumbre de dar libros para premios en las escuelas, ni la de regalárselos los padres a los hijo o como aguinaldos o como estímulos. (Citamos por Jean- François Botrel “” La Iglesia Católica y los medios de comunicación impresos en España de 1847 a 1917: doctrina y prácticas”).
Como libro de lectura tiene una claridad ingenua, una transparencia y diafanidad de estilo, que no solo lo hacen fácil a las inteligencias infantiles… la literatura infantil es muy difícil, y en nuestra patria apenas cuenta con escritores que la cultiven. Aun la meramente recreativa no tiene entre nosotros ni Andersen ni Parraults, que cautivando la fantasía de los niños, perduren en éstos a través de los años como recuerdo feliz de la mejor etapa de la vida. El P. Coloma, que hizo algo en este subgénero con sus Cuentos para niños, apenas es conocido en estos ligeros pasatiempos, que trazó con evidente maestría. (Marcos Suárez en Almendralejo en julio de 1915).
Actualmente, se mantiene la polémica del matiz “infantil”, según suscribe Román López Tamés (Introducción a la literatura infantil, Universidad de Murcia 1990) no faltan autores que niegan la existencia de la literatura infantil, aduciendo que la edad no es un criterio suficiente para diferenciar el acto literario: “la literatura infantil sería la acomodación poco valiosa de las creaciones adultas a la mentalidad y experiencia insuficientes del niño”
La misma opinión es defendida por Lolo Rico (Castillos de arena. Ensayo sobre literatura infantil, Alambra, Madrid), quien se muestra contraria a las teorías de Bravo- Villsante asegurando: “discrepo de la opinión de Bravo-Villasante, sobre todo si se tiene en cuenta casi todas las obras maestras de la literatura infantil y juvenil están escritas para los adultos y adaptadas posteriormente de forma lamentable. Creo que los libros que escribimos para los niños son el producto de una incapacidad y de su consiguiente frustración: no hemos sabido escribir para los adultos”.
La ev. de la LIJ en español.
Como indica María Motserrat, el retraso en la producción de una obra literaria infantil española de grandes dimensiones editoriales no se produjo en España hasta el Siglo XX, debido a que buena parte de la literatura infantil española que se consumía estuvo plagada de traducciones extranjeras, lo que retrasó la publicación de títulos por autores españolas. Como podemos observar por la obra de Fernández de Santana, el propio párroco santeño utilizó esos textos traducidos en sus publicaciones periódicas con cierta asiduidad.
- La LIJ es una realidad incuestionable vs. Quienes lo consideran un producto comercial o una herramienta didáctica (cita Sánchez Corral, pág. 26).
- Polaridad entre función pedagógica o calidad estética; discurso artístico o producto de encargo; simplificación estética o adecuación al receptor.
- Lolo
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