ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

LECTURA 1. HACIA UN NUEVO RELATO NACIONAL


Enviado por   •  9 de Marzo de 2018  •  Apuntes  •  3.911 Palabras (16 Páginas)  •  127 Visitas

Página 1 de 16

EL FUTURO ES LA PAZ.

LECTURA 1. HACIA UN NUEVO RELATO NACIONAL

Prof. Eduar el Cuffa

Al revisar en el largo tiempo histórico la configuración de la nación venezolana, la misma comprende dos actos: el primero, heroico y decimonónico, ilustrado y liberal, encarnado en la generación de blancos criollos que plantean la posibilidad de la ruptura colonial como estrategia política para pensar a Venezuela en términos nacionales.   El segundo, capitalista y burgués, imperialista y dependiente; caracterizado por la construcción institucional de un Estado mágico[1], hijo económico de la explotación petrolera y del rentismo[2] que de éste se deriva, y antropológicamente aupado por una cultura del petróleo[3] expresada cotidianamente en el clientelismo y la picaresca criolla[4].

Así, Venezuela asumida como comunidad imaginada[5], invertebrada por un capitalismo que le es propio- rentístico- durante el siglo XX consintió la emergencia y legitimidad de prácticas sociales que aseguraban cierto sistema político de conciliación de élites, de transacción discrecional de la renta. Preciso es detenerse en este aspecto, el uso político de la renta – por no decir partidista-, echó al margen del campo económico al trabajo –entendido este como generador de riqueza-, siendo la acumulación de capital un fenómeno no rastreable en las clases sociales, sino particularmente, en las elites políticas.

        Lamentablemente para los usufructuarios de la renta la ilusión de armonía puntufijista no duro mucho. Arbitrariamente se pudiera señalar el año 1983 como uno de ruptura, punto y final de la Venezuela saudita. La estrategia estadounidense de reganización[6] petrolera hundió los precios de las energías fósiles en los mercados internacionales, ocasionando en el caso venezolano, la depreciación del signo monetario nacional, y por tanto, la perdida acelerada de calidad de vida en todos los segmentos de la sociedad. Ante tal panorama, el rentismo comenzó a perder su barniz encubridor, y uno a uno los problemas sociales, ocultos mágicamente emergerían,  siendo la conflictividad de aquellos años la exteriorización de la deslegitimación del sistema político de conciliación de élites.

        Necesario es hacer referencia a la implosión de los consensos sociales durante esta época (1983-1998). Al desprestigio político de la clase dominante debe sumársele la pauperización del tejido económico nacional, siempre clientelar y dependiente. Mención aparte merece la aplicación de la tesis neoliberal en América Latina en general y en Venezuela en particular, como consumación de la realización de “democracias sin pueblos”. Siendo así, la violencia en sus más diversas formas entro en escena, cosa que era de esperarse; ya que el rentismo no tuvo el poder instituyente para consolidar mecanismos alternativos de resolución de conflictos.

Y sí, la violencia es partera de la historia, su desmonopolización legítima por parte del Estado[7] fracturó los mecanismos transaccionales de la renta, acelerando la represión y la persecución política por parte de la ya menguada élite puntofijista. Durante estos años, el contencioso referido a violación de los DDHH aumentó sostenidamente, teniendo como hito cumbre los sucesos del Caracazo (1989), pero sin olvidar masacres como la de Yumare (1986) y Cantaura (1982). Pero ante la ira de los amos del valle, poco a poco fueron apareciendo nuevos actores políticos, reclamando la formación de nuevos consensos, capaces de recuperar la función del Estado y de darle dirección a un nuevo proyecto histórico.

Mariano Picón Salas, señaló que el siglo XX venezolano comenzaba en 1936 tras la muerte a finales del año anterior del General Gómez, si se toma tal afirmación como cierta, el siglo XX histórico de Venezuela concluyó en 1989 con el Caracazo. Este terrible suceso será el puntapié inicial de una serie de eventos –rebeliones militares, movilizaciones populares, aparición de nuevos sujetos sociales- que darán forma histórica, política y socialmente a una nueva centuria, nuevo ciclo nacional de carácter revolucionario, capaz de jalonar y replantear las relaciones de poder en esta tierra de gracia.

II

Si el siglo XXI histórico venezolano inició en 1989, su institucionalización política se alcanza una década después con la aprobación mediante referéndum popular de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). La carta magna fue el instrumento utilizado por el presidente Chávez para canalizar e instrumentalizar al poder constituyente, y particularmente, para establecer un nuevo marco de acción del Estado en función de los nuevos consensos sociales. El desplazamiento de los grupos de poder del epicentro de la toma de decisiones, sumado a una pléyade de nuevos intérpretes de lo nacional, facilitó la visibilización de aquellos  nuevos actores políticos, históricamente marginados en la redacción del relato nacional.         

Caracterizar las narrativas que han dado forma e identidad al movimiento que hemos convenido en llamar chavismo es harto complejo. Ciertamente, la fuerza política aglutinada en torno al liderazgo de Chávez bebe de cierto relato invariable – historia patria y Bolívar-, pero a su vez, intenta la descriollización de la sociedad, es decir: contar la nación ya no solo será cuenta de la intelectualidad y de los actores que medran alrededor del poder, ahora, el carácter microfísico que debe caracterizar a la nueva concepción del poderío nacional tiene como fin el empoderamiento de las subalternidades. Si por hegemonía entendemos convertir cierta visión del mundo en sentido común para así regularizar las prácticas sociales de la cotidianidad, el fin de la revolución contrahegemónica, es por tanto,  no solo institucional y/o económico, sino antropológico: superar la cultura del petróleo y con ella, las epistemologías coloniales que la reviste y legitima.

El poder  criollo y neoliberal, encarnado en las instituciones burguesas herederas de la tradición democrática liberal inglesa y popular-revolucionaria francesa no tenían la suficiente capacidad para dar respuesta a las exigencias cada vez mayores de los nuevos actores sociales. Paradójicamente, Venezuela entraba al siglo XXI sumida en la más terrible de las situaciones materiales, traducidas en una pauperización cada vez mayor de la calidad de vida de todos y todas. El relato invariable de la nación había convencido a la sociedad de que existía un derecho inalienable a una riqueza que supuestamente emana como agua de manantial. Así mismo, la comunidad imaginada iba creando geografías de resistencia y patrones de colectivización capaces de darle forma a una nueva narrativa anclada en el trabajo, la solidaridad y el patriotismo.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (24 Kb) pdf (187 Kb) docx (22 Kb)
Leer 15 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com