Logico-matematico
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EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO LÓGICO-MATEMÁTICO
Conferencia de Apertura del «1º Congreso Mundial de Matemáticas en E. I.»,
organizado por la Asociación Mundial de Educadores Infantiles
José Manuel Serrano González-Tejero
Universidad de Murcia
INTRODUCCIÓN
Cuando hablamos de pensamiento lógico-matemático, en términos generales, se
entiende que hacemos referencia a las matemáticas o al conocimiento matemático y,
aunque es cierto que las nociones matemáticas suponen una de las posibles formas
de pensamiento lógico-matemático, no es menos cierto que este reduccionismo del
pensamiento lógico-matemático al conocimiento matemático, es un craso error.
Cualquier epistemología, y la epistemología genética de Jean Piaget no puede
sustraerse a ello, se encuentra abocada a considerar el problema de la bipolaridad
del conocimiento. En efecto, sabemos que muchas proposiciones alcanzan su valor
de verdad o falsedad sin recurso a la constatación empírica y sólo pueden ser
alcanzadas por deducción. Por el contrario, podemos encontrar otro gran conjunto
de proposiciones en las que esos valores están mediatizados por la posibilidad de
constatación empírica de los hechos a los que se refieren y sólo pueden ser
alcanzadas por inducción. Este planteamiento parece conducir a una irreductibilidad
entre estos dos conjuntos de verdades y cualquier teoría del conocimiento se va a
ver abocada a responder al problema entre la relación de estas dos formas de
conocimiento: el conocimiento lógico-matemático (verdades normativas) y el
conocimiento físico (verdades fácticas).
Para poder dar solución a este problema Piaget postula la necesidad de una
continuidad funcional entre la vida y el pensamiento, porque para el eminente
epistemólogo suizo “si los problemas biológicos y psicológicos son solidarios, ello se
debe a que el conocimiento prolonga, efectivamente, la vida misma, de tal forma que
la asimilación biológica… se prolonga en una asimilación intelectual”[1]. Esta
continuidad entre lo biológico y lo psicológico queda asegurada por una propiedad
intrínseca a todo tipo de organización vital: la acción, mecanismo a través del cual el
organismo entra en contacto con el entorno, lo asimila y «actúa» sobre él
transformándolo. Ahora bien, como no existe «acción» sin «reacción», Piaget se ve
en la necesidad de utilizar el término interacción para designar las relaciones entre el
individuo y lo real.
En el proceso de interacción sujeto↔objeto tenemos, por tanto, tres elementos
(sujeto), (↔) y (objeto). El primer elemento de la terna, es decir, el sujeto, es el
conocedor y el conocimiento lo puede extraer del propio sujeto (metacognición), de
la interacción con el objeto (cognición o conocimiento lógico-matemático) o del
objeto (cognición o conocimiento físico). De esta manera la apropiación de los
saberes y de los contenidos específicos de las matemáticas es una forma de
conocimiento lógico-matemático, pero, evidentemente, no es la única posible.
Hecho este breve preámbulo, vamos a comenzar a desarrollar una forma de
conocimiento lógico-matemático que conocemos como «aritmética», así como sus
relaciones e implicaciones con otra forma de conocimiento lógico-matemático que
denominamos «lógica».
Desde que vieron la luz los primeros trabajos piagetianos sobre la construcción del
número y, muy especialmente, desde la aparición en 1941 de la Genèse du nombre
chez l'enfant con la propuesta de la indisociabilidad cardinal-ordinal del número y los
subsecuentes trabajos de esta obra pionera, han proliferado, a partir de la década de
los «60» y hasta el momento actual, las investigaciones sobre los orígenes del
número o, si se prefiere, sobre la construcción del número en el niño, tanto desde
posiciones de afianzamiento en el seno de la propia Escuela de Ginebra, como de
confirmación o de aceptación o refutación parcial, pero siempre en el seno de la
propia teoría piagetiana, aunque se intenten integrar en la misma elementos de otros
modelos o teorías (postpiagetianos o neopiagetianos). De hecho, desde 1960 hasta
el momento actual, tenemos registrados más de 200 artículos de investigación sobre
la conservación o la construcción del número, gran parte de ellos publicados en
revistas de amplio impacto como Child Development, Developmental Psychology,
Journal of Experimental Child Psychology, Journal of Educational Psychology,
Journal for Research in Mathematics Education, Arithmetic Teacher, Recherches en
Didactique des Mathematiques, Infancia y Aprendizaje, Estudios de Psicología, etc.,
amén de otras tantas revisiones, libros y capítulos de libro, lo que supone cerca de
una decena de millar de páginas dedicadas al tema que nos ocupa.
Las investigaciones que hemos venido desarrollando, desde 1980, sobre los
componentes cardinales y ordinales del número, ponen de manifiesto que el número
no es clase de relaciones simétricas transitivas (empleando la terminología de
Russell, clase de clases) o, al menos, no sólo es clase de clases, como proponen los
cardinalistas, tampoco hace referencia al encaje de relaciones asimétricas transitivas
o, al menos, no sólo es relación de orden, como proponen los ordinalistas, aunque
tampoco podemos admitir la indisociabilidad cardinal-ordinal del número, tal y como
propone Piaget. Nosotros proponemos la siguiente explicación funcional que puede
ser tomada a modo de definición:
«El número es una de las doce categorías kantianas reformuladas por Piaget que
pertenece a la función implicativa de la inteligencia y que, por lo tanto, tiene como
función la discretización del continuo (asimilación del universo). Como todas las
categorías que permiten la adaptación del sujeto a su entorno, se encuentra
regulada por la función organizadora de la inteligencia, lo que equivale a decir que
es una totalidad independiente del resto de las categorías, con un sistema de
relaciones que le es propio, unos fines específicos y unos medios (valores)
adecuados al logro de esos fines».
Ahora bien, la función implicativa o asimiladora de la inteligencia es única y, por
tanto, independencia, no significa aislamiento, sino interacción.
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