Los 3 Pilares Del Amor
Enviado por valenzuelatorres • 15 de Mayo de 2012 • 3.024 Palabras (13 Páginas) • 1.084 Visitas
LOS TRES PILARES DEL AMOR
Imagina que sobre una mesa triangular sostenida por tres patas vas a intentar construir un enorme castillo. No te atreverías a pararte encima de esa mesa sabiendo que una de sus patas está rota, ¿o sí? Y mucho menos te atreverías a subir en ella a tu cónyuge y a tus hijos. Pues entonces revísalas hoy; la carencia o debilidad de un PILAR hará que tu vida amorosa se desmorone tarde o temprano provocando un doloroso desenlace...
El amor trascendente tiene tres características fundamentales. Sólo tres:
Primer Pilar: Intimidad Emocional
Ésta se da únicamente mediante comunicación profunda al compartir sin arreglos ni selecciones todos los sentimientos; al hablar con el corazón; al exteriorizar dudas, temores, ambicio¬nes, sueños, preocupaciones, alegrías, penas; al confesar los yerros del presente y del pasado; al descubrir ante la persona amada el lado oculto (y desconocido por otros) de nuestro ser La intimidad emocional es confianza absoluta, complicidad, integración, alianza. Cuando ésta existe, se interpreta rápida y correctamente el lenguaje corporal, se detecta el verdadero estado de ánimo del compañero (desapercibido para los demás) aunque no haya vocablos de por medio. Y cuando se usan las palabras se hace de una forma única y especial, en un nivel de fraternidad distinto al que se da en la comunicación con el res¬to de la gente. Las riñas se disuelven cuando aún son incipien-
tes porque al discutir se procura no causar daño, no herir. La "verdad" es el común denominador entre dos personas con in¬timidad emocional. En su trato la autoestima de ambos se ve grandemente favorecida pues saben darse su lugar el uno al otro, saben demostrarse aprecio y confianza sin límites. La co¬municación profunda les permite no volver a sentirse solos, le da sentido a su mundo interior, propicia la formación de un uni¬verso exclusivo y, finalmente, cuando se alejan, ambos piensan y hablan bien de su pareja.
Este último punto es un barómetro interesante pues, aunque puedas fingirle cariño a alguien, en la soledad tú sabes muy bien qué es cierto y qué no lo es. De modo que si al alejarte física¬mente de tu novio o novia priva en ti la sensación de lejanía emocional, si al no estar a su lado juzgas a tu pareja como ton¬ta, inmadura o torpe; si estando a solas te ríes un poco de su recuerdo y, en ocasiones, hasta compartes esa burla con tus amistades o familiares, no existe en absoluto intimidad emo¬cional.
Millones de matrimonios pasan la vida sin verdadera intimi¬dad; platicando únicamente sobre asuntos superficiales y va¬nos: los niños, el trabajo, los problemas de la casa, la econo¬mía... Por ocuparse de lo evidente olvidan lo fundamental. Su relación de pareja se desvanece, se pierde.
Se dice que los hijos unen al matrimonio, pero esto, en muchos casos, es una gran mentira. Los hijos producen distrac¬ción y funcionan para los cónyuges como excelente excusa para evadirse mutuamente: ahora tienen problemas nuevos en qué entretenerse. Al nacer los niños, surge una aparente integración conyugal, pero es forzada, y cuando los hijos crecen y se van se dan cuenta de que lo que los mantuvo unidos durante todos esos años eran los circunstanciales vástagos. Entonces (¡qué ridículo e incoherente!), después de sacar adelante un hogar con sacrificios, después de toda una vida compartida, al hallarse a solas prefieren divorciarse física o mentalmente. Jamás hubo intimidad emocional. Su unión fue vacía, falsa, fingida. Un hermoso teatro que tenía como finalidad hacer creer a los demás que se amaban.
Detuve la lectura impresionado por la fuerza de esas palabras. Dhamar y yo nos sentíamos relajados cuando conversábamos. Eso tal vez era un indicio de comunicación profunda, un viso de na¬ciente intimidad emocional.
Me sobrecogió el deseo de conocer y evaluar los otros dos "pilares". Sin embargo, al levantar la vista, un detalle proveniente de la casa de Joana me perturbó: alguien había encendido la luz exterior... Consideré que tenía la obligación de bajarme para volver a tocar la puerta, pero opté por postergarla con la excusa de primero terminar la lectura del artículo.
Me hundí en el asiento del automóvil para seguir leyendo.
Segundo Pilar: Afinidad Intelectual
Las personas no están hechas sólo de emociones, están he¬chas también de IDEAS. Para nutrirse con los pensamientos de otro se requiere de una correspondencia intelectual capaz de permitir puntos de vista complementarios. Las personas pueden tener la capacidad de comunicarse íntimamente, pero si no poseen una forma similar de raciocinio respecto a los conceptos fundamentales como el trabajo, los valores, la religión, el sexo. la educación de los hijos, el tiempo libre, la organización fa¬miliar, etcétera, si no se enriquecen mentalmente durante su convivencia, terminan excluyéndose, el uno al otro, de gran parte de sus actividades. Pocas cosas alimentan más la llama del cariño que aportar ideas valiosas, desapercibidas para el otro.
En la medida en que alguien se ame a sí mismo podrá amar a su pareja, y la autoaceptación es un concepto que se da en la mente. Sólo siendo maduro intelectualmente es posible aceptar la individualidad e independencia del compañero, evitar los celos, el egoísmo, la posesión. Sólo con el juicio sereno y claro se es capaz de perdonar, ceder, dar otra oportunidad, aceptar los errores y estar dispuesto a permitir imperfecciones.
En el cerebro adulto nace el sentido de compañerismo y fidelidad. La moral verdadera no es producto de prejuicios sino de razonamiento inteligente. El grado de desarrollo espiritual se relaciona con la madurez. Todos estos puntos deben tener correspondencia entre las dos personas.
La pareja con afinidad intelectual tiene muchas cosas que compartir; lleva un ritmo de lectura similar, de estudio pareci¬do, de trabajo creativo coincidente, se supera en armonía, crece y se ayuda recíprocamente.
Los novios que son capaces de estudiar y hacer sus trabajos de verdad (no como una excusa para terminar revolcándose) son mucho más fuertes en su relación que los demás.
En ese momento escuché el sonido de un claxon que me hizo brincar. Un coche antiguo se había detenido detrás, a tres metros, con las luces encendidas. Pasados varios segundos, la madre de Joana salió de la casa para abrir el garaje. El auto viró enfilándo¬se a la cochera, rozando la salpicadera del mío. Un tipo gordo salió a cerrar el portón.
Volví a tomar la revista. "El primer pilar del amor tiene que ver con la comunicación y el segundo con la similitud de ideas", me dije en voz alta para tratar de ignorar el nerviosismo que me causaban las circunstancias. "Sólo me falta leer un tema. Lo haré
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