Maestro, Formador En Continua Formación
Enviado por naslymejiav • 16 de Agosto de 2011 • 2.294 Palabras (10 Páginas) • 997 Visitas
El manido argumento de que no es la educación la que ha influido en el atraso social, cultural, científico y humano de los países tercermundistas, entre ellos Colombia, sino que éste ha sido producto de políticas erradas y corrupción rampante; no deja de ser un sofisma de distracción, una flagrante evasión de la responsabilidad. Las generaciones que siglo tras siglo ostentan el poder son producto de una educación errada, de un concebir el hecho pedagógico como un mero medio para transmitir conocimientos, de no fomentar la verdadera formación y la enseñabilidad donde se concibe a otro digno de ser escuchado y respetado. Una clase social alta que ha sido formada y capacitada sólo en lo intelectual y cognitivo, dejando de lado la formación integral y una clase social baja que no ha sido formada bien en ningún aspecto, ni intelectual ni moral, están condenados a perpetuar el ciclo de mediocridad y abuso que se ha dado durante muchas generaciones.
El papel del maestr@ es pues crucial, decisivo y fundamental en la construcción profunda de un ser íntegro y capaz. Docentes que no lo son por vocación, que no dominan su área de conocimiento, que no son testimonio para sus estudiantes de actuar ético, moral y responsable; lejos de formar, están deformando a las nuevas generaciones. La dominación y la opresión pueden ser transformadas y superadas por medio de la acción deliberada y colectiva de una auténtica educación.
El docente debe ser pues un intelectual inquieto que tiene tres tareas fundamentales: La primera, la enseñanza como práctica transformadora, donde se enseña a pensar y a construir el propio saber, donde se parte de la estructura cognitiva de cada sujeto para llevarlo a la aprehensión de su propio conocimiento. La segunda tiene que ver con la concepción de la escuela como esfera pública democrática donde es posible reconocer el discurso y la verdad del otro, donde prevalece la tolerancia, el respeto y la solidaridad, donde se forma la micro sociedad armónica anhelada. Los alumnos tienen libertad para expresar sus ideas, defender su punto de vista y reconocer el valor del de los demás y sugieren nuevas formas de trabajo y evaluación. La tercera tarea tiene que ver con el fomento de un discurso público común unido a imperativos democráticos de igualdad y justicia social, con la construcción de un nuevo ciudadano real agente de cambio. De esta manera, el aprendizaje no sólo se concibe como un proceso de realización individual, sino también como una actividad social, como un proceso de construcción y reconstrucción por parte del sujeto que se apropia de conocimientos, habilidades, actitudes, afectos, valores y sus formas de expresión.
Este aprendizaje se produce en condiciones de interacción social en un medio socio histórico concreto. Siguiendo la lógica de Vigotsky, este proceso no se puede separar del desarrollo, porque si bien el aprendizaje tira del desarrollo, sin este no existe el primero. El objetivo fundamental de la educación es el de suscitar desarrollo integral en el ser humano, dándole el instrumental necesario para interactuar con su medio social y físico y transformarlo. Es decir, forjar al hombre nuevo que tanto demanda la sociedad.
El reto para lograr una real transformación educativa, para enfatizar mucho más en la enseñabilidad que en la mera transmisión de conocimientos, para formar auténticos seres humanos, agentes de cambio en un medio cada vez más corrupto e inequitativo es grande y exige:
a. Convertir a la educación en una ciencia de investigación. Generar espacios de auténtica reflexión y rigurosidad académica en torno al quehacer educativo. Es aquí donde las universidades deben establecer postgrados, maestrías y doctorados, que asuman el proceso pedagógico como una auténtica ciencia. Pero no se trata solamente de establecer maestrías y doctorados para responder a una exigencia burocrática, se trata de convertir las facultades de educación en auténticos espacios de investigación que propongan alternativas reales, transformen paradigmas, formen nuevos docentes inquietos y comprometidos.
b. Conseguir las personas más idóneas para ejercer la docencia. Para ello se deben evaluar las facultades de educación que forman a los maestros. Es curioso cómo en las pruebas ECAES de excelencia académica pocas veces este mérito es dado a la facultad de educación de alguna universidad Colombiana. Ello demuestra cómo la educación es la “cenicienta” de las ciencias y cómo no existe una verdadera exigencia académica en ellas ni un serio proceso de investigación que permita una real transformación de la mentalidad del maestro y una dignificación de su oficio. Si la prioridad de Colombia es la educación, los mejores bachilleres y estudiantes del país deben ser motivados para ejercer la labor educativa. Existe un imaginario colectivo que relaciona al maestro con la pobreza, la “amargura”, el facilismo. Mientras no se dignifique al maestro, mientras no se asuma su profesión con respeto y sea valorada tanto en lo económico como en lo intelectual, es difícil que se logren formar personas carismáticas, orgullosas de su profesión, inquietas intelectualmente.
c. Capacitar a los docentes idóneos hasta convertirlos en auténticos investigadores e innovadores en su campo del saber. Una vez se escogen a los mejores para la labor educativa, se debe mantener con ellos un proceso de capacitación constante. Motivarlos a auto-superarse, posibilitar una remuneración económica digna que le permita dedicarse a la investigación sin tener que trabajar en jornadas hasta de 20 horas diarias (mañana, tarde y noche) para poder sobrevivir.
d. Garantizar que el sistema sea capaz de brindar la mejor educación posible a todos los niños. Mientras continúe la desigualdad social, mientras los más pobres quienes, paradójicamente, sólo tienen la educación como posibilidad de ascenso económico y social; estén sometidos a una educación de baja calidad, tanto por el personal humano (maestros) como por la infraestructura (edificios, materiales), no habrá posibilidad de un verdadero cambio social y de una auténtica revolución educativa.
Como podemos observar las facultades de educación convertidas en templos de la investigación y el saber, capaces de responder a las crisis económicas, sociales, filosóficas de la sociedad, “oráculos” donde se encuentre siempre la respuesta pertinente y sabia, capaces de formar maestros inquietos, profesionales, inspirados y motivados, se convierten en el estamento decisivo para generar cambios asertivos en una sociedad cada vez más compleja, inequitativa, corrupta y egoísta.
Un maestro inspirado, motivado e inquieto no se genera de un momento a otro. La docencia es una vocación que se evidencia desde épocas muy tempranas. En este
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