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Matriz Foda


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2011  •  1.353 Palabras (6 Páginas)  •  1.391 Visitas

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La familia contemporánea

La familia actual, como apuntaba al principio, debe analizarse a la luz del momento histórico que le corresponde, lo cual supone y ha supuesto oportunidades y presiones para su consolidación. En este sentido, las lógicas de la vida contemporánea han dejado de centrarse en los ideales homogéneos y definidos que caracterizaron la época moderna y se han trasladado en la desmitificación, el individualismo y el riesgo que se manifiestan en el hedonismo, el consumo masificado, la fragmentación y la precariedad.

Los peligros de la modernidad tardía, implican que al darse la ruptura con el modelo basado en la tradición, se ha obligado al individuo (por lo tanto a la familia) a fundamentarse en sí mismo, ha tomado conciencia sobre las implicaciones de sus elecciones y con ello ha visualizado la expansión correlativa de los riesgos y los miedos han entrado a escena (Beriain, 1996). Es decir, antes, la tradición implicaba que al casarte lo “lógico” era la llegada de los hijos y que si por algún motivo había problemas, rezabas para que las cosas mejoraran; en ese acto delegabas a Dios la búsqueda de soluciones y quedabas cobijado en su sabiduría. Ahora, la sola percepción de tener un abanico de posibilidades dispuestas y factibles de ser elegidas por el individuo, deviene en una realidad caótica porque lo que se hace evidente es la responsabilidad del que elige, los errores u omisiones son referidos directamente al sujeto y no a una divinidad o entidad externa.

Si tratamos de visualizar a la familia en este escenario podemos detectar una serie de “nuevas” condiciones que la vuelven un fenómeno complejo a nuestra comprensión, entre las que puedo destacar la instalación de la filosofía de la igualdad, la emancipación de la mujer y el papel errático del Estado.

La percepción de igualdad con el otro (o los otros), de tener derechos y prerrogativas a nivel horizontal, de ejercer una vida más democrática, deja de ser privativa del debate público y se instala en la esfera de lo privado. El espacio de lo privado por excelencia, ha sido el de la familia, es ahí donde las ideas se engendran porque al final de cuenta los pensadores también viven en familia, es ahí a donde también regresan ya reelaboradas por la opinión pública y en el proceso de “apropiación” o “naturalización”, tales ideas transforman tanto a la familia como a la sociedad. Así, la percepción de igualdad en la familia, se detecta en varios niveles. Un síntoma claro del, llamémosle, síndrome de la percepción de la igualdad, es lo que sucede en la relación entre padres e hijos:

a) Mientras los padres, después de tantos discursos sociales que recomiendan, a propósito de la democracia y del modelo padres-amigos con educación horizontal, en sucesión al modelo padres-formadores o autoritarios, sufren la indecisión del rol que deben tomar, “temen el autoritarismo que ellos vivieron, y no saben cómo ejercer la autoridad” (Montoro Romero, 2004: 18). Esto, que parece hasta “simplón”, trae como consecuencia el debilitamiento de la autoridad de los padres, de los profesores y en general de los adultos para educar no sólo en las normas sociales, de urbanidad o profesionalización a los más chicos, sino en la construcción de valores. ¿Cómo puede un padre o un adulto ser tomado en serio en la inculcación de lo correcto si carece de autoridad para dirigir y decidir lo que es bueno y malo?

b) Por otra parte, esta percepción de que somos iguales viene abrigando la posición cómoda de los hijos o de los jóvenes de merecer lo que se tiene sin tener qué ganárselo, por lo menos como cuando nos tocó ser jóvenes, dice Montoro (2004). La mayoría, sobre todo los estudiantes (con sus excepciones claro) pese a no tener condiciones socioeconómicas favorables, despliegan una actitud hedonista, que subrayo, no es privativa de los jóvenes pero que en este momento toca analizarla desde ahí. Los hijos, instalados en la casa paterno-materna, rechazan trabajos por considerarlos de poca monta (meseros, dependientes, oficinistas, etc.)1; aún así, requieren de ropa, calzado

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