Pensamiento Critico
Enviado por rafael29 • 30 de Octubre de 2013 • 743 Palabras (3 Páginas) • 218 Visitas
Narciso
Dennis A. Smith
Va pasando el cortejo por el medio de la calle, tanto el carro fúnebre como la procesión van a paso acelerado, como si quisieran deshacerse rápido del difunto.
Los deudos más cercanos, justo detrás de la carroza, van hablando de lo sucedido el día anterior, saludándose con entusiasmo, pues no se ven a menudo. Preguntan si la sopa y el arroz ya están listos para servir, una vez concluya el sepelio. Nadie va llorando ni lamentando la ausencia del que va en el ataúd.
Frente a la calle, los trabajadores de un taller de soldadura interrumpen sus labores, observando la escena que paraliza el mediodía por breves minutos. En completo silencio, prestan atención a la procesión.
Los trajes negros de las damas, las camisas blancas, los zapatos pulidos haciendo eco sobre el asfalto, las risotadas fuera de lugar se escapan descaradas y un ridículo aspaviento de una mujer que cae al suelo pone sabor al compromiso; nadie la agarró, la verdad es que nadie se dio cuenta, sólo los que miraban de lejos. El viento mueve las sombrillas, los pañuelos húmedos por el sudor, los sombreros elegantes que portan los señores sirven de abanicos para contrarrestar el calor.
La casa de madera donde vivía el infortunado queda en el camino que da al cementerio. Se para el carro justo al frente como para despedirse. Los participantes se amontonan. No saben qué están esperando para seguir y la impaciencia aflora.
-- ¡La comida ya está! —grita una mujer que sale por una puerta.
Se anima la gente y continúan caminando. Parece más bien una comparsa de carnaval sin color.
-- ¡No deseo ver a nadie llorando! — comentó Pedro uno de los soldadores--.
Para qué llorarlo ahora si ni le prestaban atención. Ese pobre enfermo que nació con retardo mental pasó sus años metido en ese cuarto, solo y aburrido.
--Yo no creo que se haya dado cuenta de que estaba solo y mucho menos aburrido —habló el más experimentado--. Yo lo vi cuatro veces en quince años y fueron las que se escapó. Siempre de la misma forma: sucio, desgreñado y desnudo.
Soltaron juntos la carcajada.
-- ¿Recuerdan qué largo lo tenía?
-- ¡Sí, qué envidia! — respondió su compañero--. Un retrasado mental con un cañón tan grande, sin saber ni poder usarlo. Y uno que es activo en la batalla, la vida lo arma con una pistolita de bajo calibre.
Siguen las risas.
--Ustedes qué saben si lo usó o no lo usó, siempre se juzga al más desdichado –interrumpe el jefe--. ¿Recuerdan cómo lo cuidó la prima por años hasta que desapareció un día? ¿Luego alguien no reportó haberla visto en otra provincia con un niño? ¿Después la viuda de la abarrotería no lo atendía con puntualidad y esmero hasta que quebró su negocio y se tuvo de ir?
Se miraron entre ellos.
Prosiguió hablando:
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...