Pensamiento Critico

"SIEGEL"

Dos elementos importantes definen el pensamiento crítico desde la perspectiva de Siegel (1990) que son principalmente la racionalidad o la razón y las disposiciones cuyo fundamento particular reside en los principios. Para este nuevo autor, pensar críticamente se refiere a la habilidad de enunciar razones y de evaluarlas con base en las convicciones propias sustentando de esta manera los juicios personales y las acciones. Incluso, el mismo pensador crítico debe tener la voluntad de conformar sus juicios y sus acciones con referencia en principios generales y específicos. Su principal tarea es la curiosidad de conocer con profundidad la realidad con la correspondiente humildad que implica aceptar sus posibles equivocaciones al tener confianza en sí mismo y ser emocionalmente estable. Para este efecto, este tipo de pensamiento se caracteriza por ser coherente con ciertos valores o criterios como la no arbitrariedad, la justicia, la imparcialidad, la objetividad y las evidencias. Al lado de la racionalidad como un componente del pensamiento crítico de Siegel (1990), un segundo elemento se refiere a la disposición, una serie hábitos mentales o simplemente una actitud en términos de la propensión para la búsqueda de las razones con las correspondientes valoraciones. En fin, Siegel (1990) agrega un nuevo componente del pensamiento crítico que es la disposición o la actitud Siegel (2005) rechaza la presunción de Cuypers (2004) sobre su aparente compromiso con la tesis de Hume. En cambio, Siegel se alinea con Platón, Kant y Hostos, entre otros, al sostener que existe una fuerza de motivación que es inherente a la razón. La acción no tiene que originarse en el deseo o la pasión, pues “las razones proveen el apoyo normativo para posibles creencias/juicios/acciones proporcionalmente a su cualidad determinada por los criterios relevantes” (t.d.a.) (Siegel, 2005, p. 536). El problema con asumir que las buenas razones son suficientes para generar la acción es que crea una situación circular, pues presupone, a su vez, que el joven ya posee el espíritu crítico. Esta controversia es de naturaleza educativa: Si asumimos que una persona tiene que poseer el espíritu crítico, para que la dimensión normativa, motivacional lo lleve a obrar a base de buenas razones, ¿cómo se desarrolla inicialmente el espíritu crítico sin adoctrinar? El problema radica en que los estudiantes del nivel pre-universitario tienen unas capacidades cognitivas limitadas que no facilitan el ejercicio del espíritu crítico. En la actualidad, Harvey Siegel (2005) representa uno de los portavoces más importantes de la doctrina moderna, objetivista del pensamiento crítico. Siegel distingue entre los componentes de avalúo y el espíritu crítico. Sobre el primero, se refiere a aquella persona que “posee las destrezas o las habilidades para avaluar razones y argumentos a la luz de criterios epistémicos y lógicos” (t.d.a.) (Cuypers, 2004, p. 76). Es importante notar que el pensamiento crítico no se refiere exclusivamente al acto de pensar, sino que, sobre todo, a la satisfacción de criterios que son catalogados como racionales. Se incluye, por ende, el pensar críticamente,

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