Sexualidad
Enviado por yibe06 • 22 de Mayo de 2015 • 2.761 Palabras (12 Páginas) • 176 Visitas
SEXUALIDAD EN LA INFANCIA
DESDE LA ETAPA PRENATAL A LA PREPUBERAL
Miguel Fernández Sánchez-Barbudo (CESEX)
La sexualidad, la forma en que vivimos el hecho de ser sexuado, está presente a lo largo de todo el ciclo vital: etapa prenatal, infancia, niñez, adolescencia, vida adulta y vejez. La sexualidad en cada etapa es diferente y viene marcada por elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales. Por ejemplo, la forma en que vivamos la sexualidad en la infancia va a depender de cómo sea nuestro desarrollo físico, intelectual, de cómo vivamos nuestros afectos y de nuestra situación social; una lesión medular, un retraso mental, o una situación de deprivación afectiva o social van a condicionar como ese niño, esa niña vaya a vivir su sexualidad. A lo largo de esta exposición y partiendo de una perspectiva evolutiva vamos a ir viendo cuáles serían los conceptos, las emociones, las cogniciones y los hechos más relevantes de cada etapa. Partiendo del hecho de que toda clasificación es aleatoria nosotros vamos a contemplar las siguientes etapas:
Etapa prenatal: desde la concepción hasta el nacimiento
Primera infancia: desde el nacimiento hasta los dos años
Segunda infancia: entre los tres y los cuatro años
Niñez temprana: entre los cinco y los ocho años
Niñez tardía: entre los nueve y los doce años
Etapa prenatal
Desde el punto de vista somático el desarrollo neural que va a dar lugar a la piel y al sistema nervioso central y autonómico son de extraordinaria importancia para el desarrollo sexual posterior. Como sabemos, y tal y como decía Marañon, nuestro órgano sexual primario lo tenemos entre las orejas y es nuestro cerebro. El desarrollo cerebral comienza en esta fase prenatal y va a continuar hasta alrededor de los 20 años. Alrededor del 5º mes de gestación, con posterioridad a la diferenciación sexual que ocurre entre la semana 12 y 14 de embarazo, se va a producir la diferenciación sexual cerebral que tantas implicaciones puede tener en el desarrollo de la identidad y la orientación sexual posterior. El desarrollo genital completo (4º mes) permite a través de técnicas ecográficas o de otras pruebas adicionales establecer el sexo en esta fase prenatal. En los meses sucesivos, especialmente a partir del quinto mes, se manifestarán las respuestas de erección y de lubricación vaginal (aunque esta última no es apreciable por técnicas de imagen). Se trata de respuestas reflejas frente a estímulos externos, pudiéndose hablar desde las seis semanas del desarrollo de una capacidad sensorial para la experiencia erótica así como una respuesta al toque y la presión de la madre. Más tarde aparecen igualmente los reflejos de succión y de prensión. Se establece por lo tanto un diálogo entre madre e hijo/a donde la respuesta sexual como va a ocurrir en la primera infancia va a estar ligada al afecto. Se han observado asimismo en esta fase respuestas de autoestimulación o juego con los propios genitales.
Primera infancia
Como mencionamos en la fase anterior la dimensión sexual y afectiva están íntimamente unidas, y unos de los ejemplos más hermosos de esta interacción es la lactancia. De enorme importancia en el desarrollo de los vínculos afectivos entre madre e hijo, la lactancia permite una relación privilegiada, plena de erotismo. Erotismo por parte del bebé en una etapa marcada por la oralidad donde intervienen también el resto de los sentidos, auditivo, tactil, visual y olfatorio; erotismo de la madre que ante el estímulo continuado de una zona erógena primaria puede experimentar sensaciones de excitación y placer que en algunos casos derivan en un orgasmo. La succión del infante del pezón materno estimula la pituitaria para liberar oxitocina, que dispara la liberación de leche. Se han visto erecciones o convulsiones orgásmicas en el bebé durante la lactancia.
En esta etapa el bebé empieza a desarrollar actitudes hacia su propio cuerpo a través de las actitudes que percibe en los otros hacia su cuerpo, especialmente a través de la comunicación no verbal. Estos serán los cimientos de la aceptación o rechazo del propio cuerpo, que van a perfilar la imagen corporal posterior. El tratar de negar o ignorar los genitales como parte de la imagen corporal va a producir una distorsión de esta.
La piel, superficie corporal sensible, es el órgano mayor del cuerpo, constituye entre el 16 y 18% del peso corporal. En un recién nacido ocupa aproximadamente 2.500 centímetros cuadrados y en un adulto 18.000. En cada centímetro cuadrado tenemos entre 7 y 135 corpúsculos táctiles. Eso índica que todo el cuerpo es sensible pero que existen zonas más o menos sensibles, a estas últimas se les ha llamado zonas erógenas.
Cuando un bebé nace sale a un mundo que para el es nuevo, lleno de estímulos, pero un mundo desconocido que necesita explorar y lo explora todo, necesita además delimitar donde acaba su cuerpo y donde empieza el exterior. En esta exploración va descubriendo su cuerpo y las sensaciones que le produce, aunque recordemos que ya tenía algunas referencias de la época fetal. Este descubrimiento apasionante del placer hace que ante la caricia propia o de una figura de apego su cuerpo reaccione a través de manifestaciones diversas, de la misma forma que sonríe o mueve sus miembros, puede experimentar una respuesta genital: erección o lubricación vaginal. La repetición de esta experiencia placentera establece una práctica autoerótica, que se expresará en mayor o menor medida en función del grado de maduración del/la niño/a y de las actitudes hacia la sexualidad de los figuras cercanas al niño. Igual que hay niños/as que caminan antes o hablan antes hay niños/as que conocen su cuerpo antes. Si la expresión autoerótica es permitida y se vive con naturalidad, el bebé la va a llevar a cabo cuando lo desee como una actividad más de su desarrollo, si esa actividad es reprimida puede ocurrir que no lo siga haciendo (más frecuente en niñas, sus genitales son más internos y no precisan tocarlos para actividades como orinar) o lo lleven a cabo en secreto con el componente de culpa y estigmatización que en el futuro puede acarrear. Las actitudes de los padres y cuidadores hacia la sexualidad infantil siguen siendo diferentes en función de los sexos. Si un niño se explora, o es acariciado o bañado por una figura de apego es probable que pueda tener una erección. La reacción de los padres posiblemente sea positiva y el padre puede hacer comentarios del estilo de “sale a su padre”, sin embargo si es la niña la que se explora o es acariciada, difícilmente vamos a escuchar comentarios de aprobación o a la madre decir “sale a su madre”. La edad media en que los niños inician esta
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