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Un Equipaje De Experiencias


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2012  •  3.209 Palabras (13 Páginas)  •  358 Visitas

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UN EQUIPAJE DE EXPERIENCIAS PARA LLEGAR AL AULA

Desde nuestra infancia centramos nuestro interés en una actividad particular enfocada en el juego, unos por ejemplo, juegan a ser mecánicos, otros desbaratan y arman sus juguetes, otros a estilistas, doctores, en fin, la lista es innumerable. Lo interesante a resaltar es que en la mayoría de los casos, desde muy pequeños nos inclinamos por una actividad, la cual inicia como un juego y con el tiempo se convierte en nuestra profesión.

En mi caso, desde muy pequeña leía muchos cuentos, dejaba de cumplir con mis deberes académicos por estar leyendo cuentos que camuflaba en medio de los cuadernos, simulando estar juiciosa estudiando mis lecciones. Obviamente, esto me trajo problemas con mamá, quien optó por quitármelos, pero mi interés fue tan fuerte que me las ingeniaba para conseguirme cuentos prestados, también organizaba reunión de muñecas en mi cama a quienes les contaba los cuentos que leía.

El tiempo transcurrió y ya no reunía a mis muñecas, sino a mis amigas para jugar a la escuelita e imitaba a mi profesora de ese entonces, muy parecida a la madrastra del cuento de Blanca Nieves y los siete enanitos y el polo opuesto al hada madrina de Cenicienta.

Afortunadamente, conocí otro prototipo a imitar, la profesora Oliva, nos enseñaba con amor y mucha paciencia; ella descubrió en mí cualidades que no sabía que poseía. Desde entonces deseé ser como ella.

En el transcurso de mi bachillerato, el interés por la lectura se fue perdiendo, incluso, deseché la idea de ser docente y me interesé por otra carrera. Intenté ingresar a la universidad a estudiar Administración de Empresas, pero el puntaje me lo impidió, así que decidí, mientras tanto, estudiar español y literatura para ir homologando algunas materias. Sin embargo, me cautivó nuevamente la literatura y decidí culminar la carrera obteniendo el título de Licenciada en Literatura y Lengua Castellana.

Al iniciar la práctica pedagógica, ya para graduarme, encontré mi primera dificultad. Mi primera clase fue un completo desastre, todo estaba planeado, había diligenciado el formato de preparación dado por mi profesora de la universidad, di la clase en el estricto orden planeado, pero al finalizar y ver los rostros de mis estudiantes, rostros que no puedo describir, sentí que la clase la había dictado para mí.

¿Cómo transmitir mi conocimiento a aquellos pequeños? Este fue el gran interrogante con el que llegué a la semana siguiente a la universidad y lo compartí con mis compañeros, por supuesto, no encontré respuestas. Concluimos que no estábamos preparados todavía, puesto que las bases adquiridas en la universidad sobre pedagogía habían sido mínimas, sin mencionar que no teníamos profesores con ese perfil.

Con esta experiencia comprendí que apenas iniciaba mi carrera como docente. Comencé a leer e indagar cómo hacer una clase; cómo manejar un grupo de quinto de primaria dentro de un contexto con todas las problemáticas de una población vulnerable, encontré muy pocas respuestas.

Aquella experiencia me hizo entender que ser docente no era dictar una clase o impartir un conocimiento, implicaba algo más. ¿Qué hacer? Y ¿Cómo hacerlo? Era algo que debía descubrir y aprender.

Mi primer trabajo fue en una Fundación para niños especiales en la ciudad de Popayán, CENIDI, hoy siento que no fue casualidad el haber llegado allí. Sentí que lo adquirido en la universidad solo me había ayudado a obtener un título y facilitarme las cosas para lograr ingresar al mundo laboral y que no me ayudaría en este empleo, en consecuencia de ello, expuse mis limitaciones ante la persona que me entrevistaba y sin más preámbulos terminé aprovechando la oportunidad para aprender.

Así fue que con la ayuda de mis compañeros de trabajo y el grupo de apoyo alcanzamos grandes logros en aquellos pequeños. En especial, recuerdo el caso de un niño de edad de 13 años, des escolarizado por su problema de aprendizaje, fue un niño que con un trabajo constante logró leer, trabajábamos juntos dos horas aplicando estrategias que con mucha anterioridad había diseñado solo para él, estrategias que jamás había imaginado, no porque fueran estrategias sofisticadamente elaboradas, sino porque surgían de una fuente impensable: su realidad dentro sus limitaciones. Cuando aprendió a leer, enfocamos su aprendizaje en el manejo de la tienda escolar con apoyo en las matemáticas, pero ya a finales del año, se defendía solo.

Después de dos años creí haber hallado la respuesta a mi primera pregunta. Aquella fundación me enseñó a planear pensando en el estudiante, en sus condiciones, capacidades y necesidades; me enseñó a trabajar en equipo coordinadamente, a mirar al estudiante desde todas sus perspectivas y sobre todo, a reconocer que aún no había culminado mi carrera.

Posteriormente, ingresé a formar parte de una de las instituciones educativas de la Fundación de Cartón de Colombia, El ITAF (Instituto Técnico Agropecuario y Forestal), ubicado en zona rural, El Tambo –Cauca. En esta institución laboré seis increíbles e inolvidables años. Al ingresar, la institución estaba en un déficit de estudiantes, habían 76 en todo el bachillerato; esta situación nos llevó a generar cambios, entre los cuales, se cambió el modelo pedagógico tradicional al de la Alternancia. Para ello, directivos, docentes e ingenieros realizamos viajes al interior y exterior del país, especialmente a Cundinamarca y a España, aprendimos el modelo, nos capacitamos e iniciamos a organizar todo el PEI para lograr incrementar el número de estudiantes y contextualizar los programas y proyectos. Fue un trabajo muy enriquecedor porque el proyecto nos exigió capacitarnos en la integración curricular, en evaluación, en procesos de calidad, en ejecución de proyectos productivos, etc., que exitosamente logramos alcanzar y aplicar en la institución.

La lectura fue una de las prioridades a trabajar con el nuevo modelo pedagógico de la Alternancia, enfocada desde las competencias interpretativa, argumentativa y propositiva. De manera que la institución vinculó a todos los docentes en una capacitación sobre lecto-escritura; la cual nos aportó conocimientos pedagógicos, estrategias se enseñanza y aprendizaje para abordar las dificultades que presentaban nuestros estudiantes. Estrategias que se aplicaron especialmente en los grados superiores, los cuales fueron evaluados satisfactoriamente al finalizar cada año escolar.

Al trasladarme de ciudad y de institución, organice mi maleta pedagógica con todo lo aprendido y con la idea de fortalecer desde grado sexto la lectura y la escritura. Al llegar a la Institución Educativa Joaquín de Cayzedo y Cuero y trabajar con los grados novenos, quienes

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