Horror Economico
Enviado por hbuitron • 25 de Julio de 2014 • 1.842 Palabras (8 Páginas) • 342 Visitas
UNIVERSIDAD INTERAMERICANA PARA EL DESARROLLO
SEDE TULA
MICROECONOMÍA
DAVID ISAÍ PÉREZ GARCÍA
ENSAYO DEL LIBRO “EL HORROR ECONÓMICO”
SEPTIMO SEMESTRE
ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS
Hoy en día es cada vez más fácil despedir a un empleado, los contratos de trabajo son de duración cada vez más limitada, los salarios están prácticamente bloqueados. No se necesita tener un conocimiento amplio de ciencia ficción para imaginar lo que nos espera: al lado de millones de personas definitivamente excluidas del mundo laboral, veremos a otros millones de esclavos modernos recibiendo migajas de empleos, aceptando cualquier trabajo en cualquier condición: contratos por un día, una semana, un mes, tres meses. Luego tendrán que soportar periodos de inactividad, sin salario, durante los cuales deberán estar siempre disponibles, a la espera de nuevas limosnas de trabajo.
El tema esencial del libro es el trabajo, como éste afecta la economía y las consecuencias de la política económica del gobierno francés, en particular el desempleo de muchas personas, procura mirar la realidad y sus perspectivas, por dramáticas que sean. El trabajo constituye el elemento de la civilización occidental que domina en todo el planeta, por lo que el desempleo significa una tortura para aquel que lo sufre ya que le supone sufrimiento.
El desempleado es visto por los demás miembros de la sociedad de una forma negativa debido a la abundancia de puestos de trabajo que existen, lo que produce en esa persona un fuerte sentimiento de vergüenza. Los desempleados engendran un fuerte sentimiento de culpabilidad, acusándose de aquello de lo que son víctimas. Se pretende excluir a los desempleados de la sociedad cuando están siendo absorbidos por ella.
Esta es la manera según Viviane Forrester de preparar una sociedad de esclavos definidos exclusivamente por su esclavitud. La desaparición del trabajo es algo inevitable ya que estos procesos no necesitan casi personal ya que bastaría con un par de llamadas telefónicas para mover una gran cantidad de mercados.
Los denominados “excluidos” del trabajo forman la columna vertebral de esas multitudes que podrían ser nuestras sociedades futuras si se siguen desarrollando los esquemas actuales en cuanto al trabajo.
El pequeño número de poderosos ya no necesitan el trabajo de los demás, el problema es que esos individuos rechazados no tienen ningún lugar donde poder trabajar, aunque esto produce un sentimiento de indiferencia en aquellos que no necesitan del servicio de los trabajadores ya que sólo les interesa obtener beneficios económicos.
Si uno enciende la televisión o lee los periódicos o sale por la calle, se da cuenta de la pobreza, de la miseria. Se entera del sufrimiento humano. Contamos con millones de destinos destruidos, aniquilados en nombre de las ganancias. Las privaciones sufridas debilitan y marginalizan a las víctimas del desempleo, quien es el actor principal de la fractura social.
Dice el autor que hay “multitudes abandonadas en otros continentes, poblaciones enteras libradas al hambre, las epidemias y todas las formas de genocidio […] dominadas por los potentados aceptados y sostenidos por las grandes potencias”. Todos tenemos consciencia de esos acontecimientos, pero los poderosos de este mundo son muy inteligentes y recuren a medios inalcanzables para el común de la población mundial.
Los principales responsables de esta situación son los políticos y los gobiernos de nuestra época toman decisiones a favor de las empresas. Es decir que favorecen más el ámbito económico que el social. Aparentemente, se movilizan en torno a los conceptos de “trabajo” y “desempleo” pero en realidad, fingen, haciéndolo únicamente porque la masa representa potenciales electores. El estado es un instrumento que beneficia al mundo empresarial. No tiene ninguna autoridad, toda la tiene el poder (los muy pocos, muy ricos que nos manipulan.)
Puesto que la deuda estatal está en manos de las multinacionales, el gobierno no tiene otra solución que obedecer y favorecerlas, lo que confiere a esas transnacionales una libertad de acción ilimitada (reforma laboral). Para contentar sus electores, el gobierno hace promesas muy recurrentes: la creación de puestos de trabajo (o la desinflación, el aumento de sueldos), pero en vez de eso hay cada vez más despidos y menor poder adquisitivo y por lo tanto menos libertad individual. Dan la impresión que el sistema está funcionando cuando está obsoleto y manipulan a la opinión pública haciendo uso de términos suaves tales como: “mercado libre”, “planes sociales”, “estado providencial”. Por eso que seguimos creyendo en un mercado del trabajo.
Como hemos dicho, el poder no está en mano de los gobiernos, como muchos lo piensan pero si en manos de esos “manipuladores de símbolos”. Ellos son un número limitado de personas poderosas quienes no necesitan de los demás y por lo tanto los despiden. Por esta razón existe el desempleo, pues no hay necesidad de mano de obra. En el sistema actual, las empresas no necesitan tener empleados entonces no los contratan o los despiden. Las industrias, quienes más se benefician de ayudas del estado son quienes más despiden a sus empleados. Sabemos muy bien que estas compañías, generan mucha riqueza. Pero en vez de ser solidarias con sus trabajadores, en vez de redistribuir estas ganancias, las invierten. Su ventaja es que ellas a diferencia de los gobiernos y de los políticos, no tienen que ganarse al electorado. Por esta razón, podemos entender y explicar el fenómeno llamado deslocalización, que quita el trabajo a mucha gente. Esta práctica demuestra muy bien el carácter anti-social de las multinacionales. Prefieren generar menos costos que dejarle su empleo
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