Integración educativa.

INTEGRACIÓN EDUCATIVA

1. Introducción

La integración ha surgido como un fenómeno de mayor trascendencia en la educación y ha pasado por varias facetas en distintos países. En México, el programa de integración educativa comenzó en 1995 como proyecto de investigación coordinado por la Dirección General de Investigación Educativa de la Subsecretaría de la Educación Básica y Normal, donde se evaluaron los elementos que promovían la evolución de la integración educativa (Soriano, García, Huesca y Rodríguez, 2007).

Anteriormente, la Secretaría de Educación Pública no intervenía en la educación de alumnos con discapacidad, sino hasta 1970 que se crea la DGEE (Dirección General de Educación Especial), hecho que significó un gran paso para la educación especial en México (Soriano, García, Huesca y Rodríguez, 2007). A partir de esto, se generar numerosos programas a favor de la educación a personas con necesidades educativas especiales, aunque en un inicio seguía existiendo la segregación.  

Se promueve que se genere un modelo que mantenga homogeneidad, estabilidad y presencia de un ciudadano activo en todos los contextos con la ayuda de leyes que establezcan la participación y la no discriminación a esta población. Por lo tanto, se deben proporcionar las herramientas necesarias tales como valores y actitudes para que los seres humanos puedan sobrevivir, desenvolver completamente sus capacidades, vivir y trabajar con dignidad, participar de forma plena en el desarrollo, mejorar su calidad de vida, tomar decisiones fundamentadas y continuar aprendiendo (Mares e Ito, 2005).

1. Concepto y principios de la integración educativa

El término integración significa “unirse a” y es un proceso en educación para maximizar la interacción entre personas sin importar la condición de alguno de ellos (Romero, Reyes, Inciarte y González, 2011). Es consecuencia del principio de normalización, es decir, el derecho de las personas con discapacidad a participar en todos los ámbitos de la sociedad recibiendo el apoyo que necesitan en el marco de las estructuras comunes de la educación, salud, empleo, ocio, cultura y servicios sociales, reconociéndoles los mismos derechos que el resto de la población (Blanco, 1999; Romero, Reyes, Inciarte y González, 2011). En este sentido, se considera que un alumno tiene necesidades educativas especiales cuando, en relación con sus compañeros de grupo, enfrenta dificultades para desarrollar el aprendizaje de los contenidos consignados en el currículo escolar, y requiere que a su proceso educativo se incorporen mayores y/o diferentes recursos a fin de que logre los fines y objetivos (Mares e Ito, 2005).

De acuerdo con Booth (1996; Romero, Reyes, Inciarte y González, 2011) la Educación Integradora se concibe como un proceso consistente en responder a la diversidad de necesidades de todos los alumnos y satisfacerlas mediante una mayor participación en el aprendizaje, las culturas y las comunidades, así como en reducir la exclusión dentro de la educación y a partir de ella. Para la UNESCO (1994; Romero, Reyes, Inciarte y González, 2011) la Educación integradora significa que: “…las escuelas deben acoger a todos los niños, independientemente de sus condiciones físicas, intelectuales, sociales, emocionales, lingüísticas u otras…” y promueve que cada persona deberá contar con posibilidades educativas para satisfacer sus necesidades de aprendizaje básico; mismas que abarcan tanto las herramientas esenciales (lectura, escritura, expresión oral, cálculo, solución de problemas) como los contenidos básicos tales como conocimientos teórico-prácticos, valores y actitudes (Mares e Ito, 2005).

Este fenómeno tuvo lugar en la década de los 60, como parte de los movimientos a favor de las minorías que sufrían de discriminación (Gine, 2001; Romero y Lauretti, 2006). Nace de la idea de que la educación es un derecho humano y proporciona las bases para una sociedad más justa. “Todos los alumnos tienen derecho a la educación” (Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Cultura y la Educación – UNESCO, 1994; Romero y Lauretti, 2006), cualesquiera que sean sus características o dificultades particulares. El país impulsor de dicho movimiento ha sido España y ha representado un cambio importante en el panorama educativo.  El propósito de la integración educativa es conseguir que tanto docentes como alumnos asuman de manera positiva la diversidad y que la consideren como un enriquecimiento y procura atender las necesidades educativas de todos los niños, jóvenes y adultos, centrándose especialmente en los vulnerables a la marginación y la exclusión.

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