LA EDUCACIÒN DESDE UNA PERSPECTIVA OPTIMISTA

Todo ser humano tiene derecho a la educación y la misma debe tener por objeto el desarrollo pleno de la personalidad humana, así como el fortalecimiento de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, debiendo favorecer la tolerancia, la amistad entre las naciones, entre los grupos étnicos, en busca de la fraternidad y la paz universal. Así lo establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Nuestra Carta Magna plantea que la educación es un derecho humano y un deber social fundamental, la cual es asumida por El Estado con la finalidad de desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad en una sociedad democrática basada en la valoración ética del trabajo y en la participación activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación social consustanciados con los valores de la identidad nacional, y con una visión latinoamericana y universal.

El Estado, con la participación de las familias y la sociedad, debe promover el proceso de educación ciudadana de acuerdo con los principios contenidos en la Constitución y en la leyes que rigen la materia educativa. Igualmente estatuye la Constitución que todas las personas, tienen derecho a una educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones. El Estado creará y sostendrá instituciones y servicios suficientemente dotados para asegurar el acceso, permanencia y culminación en el sistema educativo.

En estos tiempos de cambios que transita nuestra nación, demandamos cambios profundos que se han convertido en una verdadera revolución. Estos cambios comienzan desde la educación, desde la escuela, bajo una nueva concepción de la relación educando-educador-escuela-comunidad. Esta realidad conlleva a tomar decisiones para la realización de estos cambios en el sistema educativo general, hacia el logro de profesionales adaptados a las nuevas tendencias educativas, orientadas al desarrollo de una educación más adecuada a las condiciones sociales, educativas y culturales de toda la población, y con nivel más elevado de aprendizaje, dentro de una concepción humanista e integral que le permita estar a la par con las nuevas necesidades y exigencias relativas a la competencias y conocimientos de hombres y mujeres para insertarse en el mundo social y laboral.

Es necesario empezar a sembrar dichos cambios desde los niños y niñas en etapa inicial, pasando por la etapa intermedia, y finalmente alcanzando la madurez profesional en el nivel universitario, egresando como un “hombre y una mujer nuevos”, adaptados a la nueva sociedad, con una formación integral, que posea profunda calidad humana, con moral y ética en cada uno de sus aptitudes, con amor a la patria y a todos quienes viven en ella, y que adquiera un nivel de competencias en el conocimiento universal, técnico, científico y humanístico, que lo haga reflexionar, que lo convierta en un ser de pensamiento libre y crítico, en cualquier situación, donde quiere que se encuentre.

La plena realización de estos cambios y esta nueva conceptualización sólo será posible en el mediano plazo y pasa histórica y necesariamente por la refundación ética y moral de la nación Venezolana. Tal refundación supone un proyecto ético y moral que emerge de la fusión de los valores y principios de lo más avanzado de las corrientes humanistas y de la herencia histórica del pensamiento de Don Simón Rodríguez y de su más grande

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